AMAUTA 13 LA HIJA DE CUNCA POR EUGENIO GARRO A la hora del JIPASH INTI (en que el sol tramonta. Alejo no sentía esa vaga tristeza, esa monótona melancolía que Anochecía un espléndido día de Agosto, cuando un ni va cubriendo la sierra a medida que avanzan las sombras.
ño de doce años, más o menos, seguía un camino tortuoso No percibía el dejo taciturno de los rumores circulantes de y estrecho que de uno de los lugares más comunes de sem la tarde, porque su alma estaba pura y salía de una casa brío, conduce a Chiquián. Caminaba cargado de un cuero donde una tristeza sombría había envuelto su vida y ahora de res enrollado sobre la espalda; peso excesivo para su todo le parecía alegre, desde la mañana hasta la noche. Sin edad y falta de costumbre. Su carga, al tropezar en los embargo, si hubiera tenido más años y más experiencia para cercos de piedra y en las pencas, le hacía bambolear y gol mirar la vida, se hubiera dado cuenta de algo extraño, de alpearse a cada paso en los guijarros. Esta incomodidad, des go funesto grabado en el rostro de las gentes. Así, quizá, pués de algun trecho de marcha, lo llenó de despecho y llc mientras todo era pesadez y monotonía, la mirada de Alejo rando de rabia se sentó en el suelo.
era la única que descubría los impresionantes coloridos de Las sombras de la noche se extendían grávidas de un una fiesta.
cansancio estival. Circulaba un aire cargado del relente de Después de la tarea de ese día, había querido, también, las cosechas, de estab os, de manadas. Luego un rumor ca caminar como los campesinos, con su cuero a la espalda, al si cadencioso de mujidos, de grillos, de ladridos persisten regresar al pueblo. Poco acostumbrado a caminar en el tes, de llamadas cambiadas entre gentes de las dehesas cer campo, se había retrasado con su peso y se había sentado a canas, y, como un sonido de queja lejana, el monótono chas llorar de rabia, herido por su impotencia ante los primeros quido del río en el fondo de la quebrada cimbreante. Ale obstáculos que encontraba en su vida libre.
jo tenía la cabeza congestionada con todas las impresiones Al ver su retardo volvió en su busca uno de los camdel día, todas nuevas, coloridas, inusitadas.
pesinos, Benancio, y acompañado de él llegó a su casa.
Solo hacía dos días que había llegado a su pueblo natal, y estaba admirado de todo. Se había criado en pueEsa sombra de algo funesto que Alejo era incapaz de blecillo cercano, en casa de unos propietarios, parientes su entrever, se le iba a revelar ahí, aquella misma noche. En yos. Había vivido allí en la más absoluta clausura, extra el pequeño patio de la casa de su padre, poco después de la ño, ajeno y alejado de todo lo que estaba fuera de las puer comida, encontró una extraña reunión de mujeres, sentadas tas de la casa. Despues de la muerte extraña y terrible del en el suelo. Sin duda era ridículo el asunto de que trataque hasta entonces tuviera por padre, se encontró pocos días ban, causa del gesto sombrío de los pobladores de Chiquián; después, ante otro hombre que le decía ser su verdadero pa pero Alejo no estaba aún en edad para descubrir el lado dre y que el otro no había sido más que un adoptante. rídiculo de las cosas, ni tampoco las gentes de ese pueblo hacuando le dijo. ue marcharían a su pueblo, a Chiquián, a su bían acabado de despertar de ese ensueño supersticioso de casa, la idea de ver otras cosas despertó su entusiasmo. leyendas. Llenos todavía de ese temor pueril de los pueblos estaba allí. Aquel día su espíritu aterido por la humedad recónditos, fácilmente los impresionaba una leyenda y el tede la clausura, se había saciado de sol, de aire libre, de mor los sobrecogía hasta lo indecible.
alegría. Nunca había saboreado más completa y más lar Viejas y jóvenes, pues el mismo grado de temor las unia ga felicidad. Antes de la salida del sol, abandonó la casa a todos en esos momentos, sentadas en el patio, frente al vide su padre en compañía de los campesinos que iban a la vo rescoldo de la cocina, porque el fuego aleja los maleficios tarea del TRIGU TAKAY, con el cuero de res enrollado a la del demonio, con voz apagada y pastosa, como si quisieran espalda y el bastón al hombro. Sus ojos de niño recluso no diluir entre sus labios las sílabas guturales del kechua, para acababan de saciarse contemplando los caprichosos acciden hacerlo más insinuante y misterioso, acurrucadas en sus mantes de la tierra. Desde la meseta donde habían llegado, al tas, hablaban de ese misterio que se cernía como una amenamismo tiempo que el sol se extendía dorado y riente, contem za inexorable sobre todos.
plaba los tapices tendidos sobre el flanco de los cerros. KYLLA HUACCAXTA RIKAYARCCON. han visto llorar a la Caprichosos dibujos de hierbas silvestres, confundidas en ma Luna. decían esas mujeres llenas de pavor, y Alejo con rañas espesas, musgos y tomillos extendidos sobre las rocas; los dedos crispados escuchaba esa sesión espeluznante que tocampos de maíz en plena recolección, donde resaltan los fus maba a sus ojos las proporciones de seres sobrenaturales.
tanés rojos y amarillos de las mujeres y los pantalones ne La Luna había llorado como sobre una fatalidad cada vez gros de cordellate de los hombres; manchas movientes de ove más próxima. Qué acontecimiento les esperaba a todos?
jas y vacas en los rastrojos; los trigales rubios reverberan Además, muchos signos de desgracia se habían presentado do al sol; la cinta blanca y retorcida del camino; más abajo por todas partes: el trigo de la cosecha de ese año estaba el río aullante y sitibundo, y todavía más al fondo, caserios malogrado, algunas espigas no tenían un grano; el maiz estacon sus tejados rojos y el vecino pueblo de Huasta, como un ba comido de gusanos: parecía que la Tierra no quería progran juguete de niño cuidadosamente colocado sobre el esca porcionar alimento; y, lo más extraño, la imágen de la Virlón de un cerro como sobre la rodilla de una abuela com gen que había salido en la procesión de la última fiesta relipiaciente.
giosa habia presentado un semblante tan triste que toda la Después de haberlo visto todo, Alejo se empeñó en carre gente se había arrojado al suelo llorando e implorando pieras de alegría loca a través de todo el trigal; gustaba del ro dad, y cuando las notas plañideras de un MISERERE se elece de las espigas por su cara; quizo tomar la guadaña y se vaban al son de los violines, un burro lascivo en persecusión gar. Como no le consintieron tomó un bastón y golpeó un de su hembra había pasado cortando el camino a la Virbuen rato las espigas sobre el cuero de res, pero también se gen y atronando con sus rebuznos endemoniados. Después fatigó. Luego tuvo que conformarse solo con mirar la tarea de un instante de estupor, todos se habían precipitado en de los campesinos y de las mujeres. Los hombres golpeaban, una loca búsqueda de los malditos, pero en vano se habían las mujeres, unas segaban, otras preparaban las gavillas y cansado, nadie sabío por donde habían desaparecido los aniventeaban el trigo.
males. Pero el caso más patente de que amagaba una gran Alejo miraba esta tarea como una fiesta. En sus pupi desgracia, era lo que pasaba con Juana, la hija de Atanasio las ingenuas se reflejaban los hombres de rostro cetiino y Cunca. Tenía decían. siete meses de embarazo.
atezado y las mujeres de cara resignada, caderas amplias y SUPAY PA TASH CHICHURAN (1) murmuraban las viesenos grávidos, como las figuras de un cuadro rural, inm jas con un patético temblor en los labios. en una extraña vilizadas en un gesto de tranquila alegría bajo la plenitud colaboración de detalles se referían el caso. Algunas, in del sol. Cuánta diferencia entre esto y todo lo que había crédulas, decían: Tal vez será algun cholo quién la ha puesvisto en su niñez recluida en casa de su otro padre.
to así. No, no era un cholo; su padre, el terrible adivino