AMAUTA 35 a tanto de transat antara de estudantesto ale teraz obra calitate de person ejército ruso, al mando de Ermoloff enviado a Nápoles a restablecer el orden. y por otra parte las convulsiones que agitaban a los pueblos de la lejana América Meridional, a los Balcanes sangrientos, el martirio de Rigos en Grecia, la voz de los apóstoles Ypsilanti, Kolokotumi y Mauromícalis y de cien otros héroes que lanzaban el mismo grito de combate y morían por la misma idea. no podían dejar de tenier un eco profundo en la Prusia de Krilos y de Puchsckin.
Muy pronto surgieron, como en Italia, como en Alemania, como en Grecia, las sociedades secretas.
En Rusia no existía el angustioso miraje de la unidad nacional por conquistar. Otros problemas solicitaban las conciencias. El oprobio supremo de la civilización, el estado de esclavitud, pesaba todavía sobre la Rusia ortodoxa.
Para los campesinos se trataba literalmente de la forma más estrecha de esclavitud material y espiritual. cuántas almas tiene en dote Vera Marievna. Para el resto del pueblo ruso se trataba de otra forma de esclavitud, la econòmica, al punto de que un consejero de la corona no trepidaba en afirmar que la población consistía en dos clases de personas: los esclavos de los propietarios y los esclavos de la aristocracia. esto se agrega, para completar el cuadro del tiempo, el poder desmesurado de los nobles, el peso de la burocracia gravando sobre el presupuesto del Estado, la consecuente aspereza de las medidas fiscales, la parcialidad no solo de su aplicación sino de sus mismas directivas (el Gran Duque Miguel Pablovich poseía varios distritos que no figuraban en el catastro) y por último el estado de excitación de los campesinos por la imposición de las colonias militares, la alegre ocurrencia de Araktcheeff.
Pero el sollozo trágico de las cosas en la noche rusa no podía despertar a Alejandro que dormía entre edredones inmortales, arrullándose en el ritmo azul que su beato corazón marcaba a sus muelles venas imperiales.
senvolvimiento esta tenaz obra cotidiana de proselitismo y de apostolado de las nuevas doctrinas. Pasemos sin más a observar su resultado que fué la conjuración de diciembre de 1825.
Había muerto misteriosamente en diciembre del mismo año el Zar Alejandro que se encontraba en Crimea. El gran duque Constantino, su hermano segundo génito y legítimo sucesor, por haber encontrado un matrimonio morganático, había abdicado sus derechos, en vida aún de Alejandro, a favor de su hermano tercero Nicolás. la muerte de Alejandro se arrepintió y quiso de nuevo lo que había renunciado. Nicolás, que no se avenía a ésto, logró hacerlo callar. El pueblo ortodoxo se escandaliza.
Los revolucionarios vislumbran la ocasión anhelada para hacer estallar la revuelta. La noche del 13 al 14 de diciembre los conjurados se reunieron por última vez en la pobre casa de Rilief cerca del puente azul, sobre el Moika. El místico Rilief, el jefe ideal por nadie electo, por todos venerado los esperaba extendido sobre un desvaído diván, donde lo tenían postrado una fiebre y una angina cogidas aquella semana al recorrer día y noche San Petersburgo preparando la sublevación de las soldados.
Alejandro Bestuieff le estaba leyendo las pruebas del último número de La Estrella Polar la combativa gaceta que ellos fundaron y dirigían. Poco a poco llegan los otros.
Asisten el ardiente capitán Jacobovich y el violento príncipe Schepin; el paciente Ivan Pusckin y el joven teórico Küchelbecker, uno de los Entusiastas de la Sapiencia secuaces de Schelling. El teniente coronel de artillería Batenkof lento y terrible, el barón Steingel de rostro seco y ascetico. El príncipe Galitzin puro y sublime, totalmente imbuído del concepto predicado por Sergio Muravief sobre el acuerdo armonioso que existe entre Dios y Libertad, y su hermano de fè el príncipe Obolenski. Acude en fin el teniente Kajowski el solitario, terriblemente triste, ardiente y desesperado.
En los ojos de todos el mismo relámpago, en los corazones de todos la misma flama.
Rilief habla: He aquí el plan. Reuniremos en la plaza del senado los regimientos fieles a Constantino que ya han declarado ehusar el juramento a Nicolás. El pueblo está preparado y nos seguirá entusiasta. El príncipe Trubetzkoi coronel de la guardia imperial, nuestro dictador, capitaneará las tropas. Tomaremos palacio. Arrestaremos a la familia imperial. Dueños del poder, haremos leer por el Senado nuestra proclama y formaremos el gobierno provisorio, La Asamblea Constituyente elegirá después sus representantes que serán la expresión de la voluntad del pueblo.
Un silencio conmovido acoge estas atrevidas palabras Pero he aquí que se alza Steingel. Tiene entre las manos la copia de la proclama que propone a la aprobación de los conjurados. Lée lento y solemne. El manifiesto del Senado proclamará: La abolición del viejo gobierno; el establecimiento de un gobierno provisorio hasta la organización del gobierno definitivo después de la reunión de la Asamblea Constitucional; la abolición de la esclavitud; la libe, tad de prensa y la supresión de la censura; la libertad de cultos, la publicidad de los debates judiciales y la institución del jurado; la supresión del ejército permanente; la igualdad de todas las clase sociales ante la ley. Steingel calla y de los pechos conmovidos parte unánime, el grito: Viva la Libertad! Los hermanos se abrazan.
Mañana para unos será la pura alegría del triunfo, mientras para los otros la muerte gloriosa. para todos, tal vez, la horca.
La multitud, que había recorrido las calles de San Petersburgo al grito de: Viva Constantino. irrumpe en la gran plaza del Senado. Los regimientos moscovitas se ali.
nean en cuadro adosados al monumento de Pedro el Grande.
Al centro la bandera. En torno de ella los miembros de la Sociedad secreta.
En las filas imperiales reina en tanto la más profunda confusión mental. Nicolás sufre una nerviosidad indes LA REVOLUCION era Este orden miserando propio de Rusia y que reflejaba en parte el detoda Europa había suscitado por contragolpe un nuevo espíritu de ideal y de sacrificio, de peisamiento y de acción. que invadía todas las almas nobles.
Un soplo vivificador había venido a reavivarlo, hálito ardiente que había cruzado las fronteras con las tropas que habían regresado de la campaña de Francia, de modo que según la expresión de Nicolás Turgueneff iniembro del Consejo de Estado. parecía que una nueva debiese comenzar para Rusia.
Aparecieron, a semejanza de la Tugebund alemana, los primeras sociedades secretas.
La Unión del bien público con centro en San Petersburgo y conexiones en Moscú y en el territorio del segundo ejército, tuvo breve vida y acabó por disolverse.
De ella formaban parte el príncipe Trubetzkoi, Nicolás Turgueneff y otros gallardos espíritus. En 1818 se forma en Moscú la Sociedad de la Virtud, en la cual, además de Trubetzkoi, campean las épicas figuras de Matoi y Muravieff. Bien pronto se difunde por toda la Rusia. Cuatro años después se divide en la Sociedad del Norte con principios monárquico constitucionales, y la Sociedad del Sur republicana y cuyos exponentes principales fueron Pestel y Muravieff. No cesan por esto su acción concorde para abatir la tiranía.
En 1824 los Eslavos Unidos propagan el movimiento entre los esclavos occidentales con el objeto preciso de una libre federación pan eslava.
Continúa el trabajo intenso de propaganda, entre los jóvenes especialmente, entre los estudiantes y entre los oficiales del ejército. No nos es posible seguir en su de