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AMAUTA intelectual condeno. Usted ha comenzado esa tarea con Valdelomar, con Gamarra, con López Albújar, con Valcárcel, con Vallejo y con muchos fuertes y admirables valores literarios y artísticos de nuestras provincias que el civilismo desprecia, porque siente que ahí está más el Perú verdadero, el Perú auténtico, el Perù de los que sufren y de los que trabajan, el Perú que está insurgiendo hoy en la conciencia de los productores y cuyas aspiraciones profundas expresa nuestro Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales.
LITERATURA POLITICA Notará que en todo instante relaciono yo el movimiento intelectual con la política. No debe extrañarle el hecho simplemente porque sepa que soy estudioso de cuestiones políticas y económicas y soldado y obrero de una causa de reivindicación social a cuyo programa he entregado mi vida.
No soy literato ni pretendo serlo, pero en mis cansancios de estudio o en mis fatigas de lucha busco casi siempre reposo en la literatura, particularmente en cierta literatura fundamental. Leyendo así lentamente he llegado a hacer pasar bajo mis ojos muchos, muchísimos libros literarios y he llegado a formarme un juicio político del valor de ella, o explicándome mejor, he llegado a encontrar que lo político en la literatura es uno de los mas decisivos factores, si no el que mas, en el poder de eternidad de las grandes obras. No quiero invadir planos que me son agenos y menos, libreme de ello el buen juicio y el sentido de la realidad. hacer de crítico literario. Cansados estamos de ver poetas opinando en política, en nuestra América, y cayendo por ignorancia, en un confusionismo cretino y torpe. Pero así como hay una parte universal en la política que es la que los grandes genios de la humanidad han elevado a símbolos, así hay en la literatura un lado universal, la comprensión de ese simbolismo, que no nos está vedado. Dentro de esos límites me muevo y es dentro de ellos que me permito opinar, desde mi lado, sobre el factor político en la literatura.
Repito que no trataría nunca de entrar a ser literato o crítico militante porque creo que hay que acabar con el diletantismo y hacer obra de especialización, de difinición entre la nueva juventud de América y repito que el mayor ejemplo del fracaso de esas intromisiones audaces de ciertos poetas en los campos de la política, que es ciencia y ciencia difícil, ha dado como resultado un caos de opiniones y de controversias, enredo lamentable del que, no hallándose salida por los caminos de la lógica, se quiere salir a tiros de revolver. vuelvo a mi tema sobre mi interpretación política de la literatura: En el prólogo de la re edición de The Sanity of Art. la célebre carta de Ber: nard Shaw a Mr Tucker, a propósito del libro nihilista de Max. Nordeau, Degeneración o Etartung para tomar el precisamente intraducible vocablo alemán, Shaw escribe algo que no puedo olvidar y que traduzco aquí. El periodismo (en el original: journalism, diarismo, periodismo) puede reclamar el derecho a ser la mas alta forma de literatura; por todo, la mas alta forma de literatura es el periodismo. El escritor que se propone al producir, la frivolidad de que su obra no es para una edad dada sino para todos los tiempos tiene su recompensa en que es ilegible en todas las edades. Platon y Aristófanes llamando en algún sentido a la Atenas de su tiempo, Shakespeare poblando aquella misma Atenas con mecánicos isabelianos y cazadores de Warwickshire, Ibsen fotografiando los médicos y los sacristanes de una parroquia noruega, Carpaccio pintando la vida de Santa Ursula exactamente como si ella fuera una señora que vive en la calle próxima a él; todos ellos están todavía vivos en casa y en cualquier parte, mientras yacen en el polvo y las cenizas muchos miles de pundonorosos académicos, correctos hombres de letras y artes desde el punto de vista arqueológico que emplearon sus vi das evitando orgullosamente de caer en la vulgar obsesión del periodismo efímero. Yo soy también un periodista orguIluso de serlo y cuido de cortar en mis obras todo aquello que no sea periodismo. El periodismo vivirá con la literatura o será de algún uso mientras ella viva.
Shaw termina aquel brillante párrafo de su prefacio (pág. 3) con esta exclamación: Dejen a los otros cultivar eso que ellos llaman literatura. para mí, periodismo. Traduzco esta larga cita, porque he encontrado en Shaw.
en cierto modo una justificación de mi punto de vista acerca de los valores eternos de la literatura sobre los que discucutíamos una noche en París, Vicente Huidobro y yo, ante César Vallejo, el poeta español Larrea y el admirable di bujante centro americano Toño Salazar. Mi punto de vista es que en la literatura hay un valor político que me parece que es la garantía de perennidad de las obras maestras.
Shaw dice que es periodismo y yo me atrevo a opinar que el periodismo es fundamentalmente político. Bien entendido que no uso aquí el vocablo político en un sentido estrecho, partidista o burgués; sin entrar en la concepción general de Aristóteles sobre política, me detengo en su afirmación acerca de la naturaleza animal o fisiológica política del hombre y llamo políitca a las luchas de clases por lo mejor, por el progreso, por el paso adelante, considerando como el mejor medio de cumplir este anhelo la fuerza del poder o el poder de la fuerza. Desde ese punto de vista, que necesitaría ampliar y he de hacerlo así como la demostración de esta opinión que requiere referencias directas para mayor eficacia, creo que sobre los valores de la forma. sujetos a cambio y a moda. está el valor periodístico que llama Shaw, y político, según me atrevo a creer yo. Me parece que La Iliada y la Odisea por ejemplo están basadas en hechos políticos que no es preciso demostrar; me parece que en la literatura griega encontramos ese valor político, ya simbólica, ya concretamente expresado, muy frecuentemente. Pasando a saltos, hallo en La Divina Comedia ese mismo factor político, muy profundo; Dante como proscrito de un partido escribe toda aquella obra mara villosa con un sentido y con una inspiración políticas, sin duda. En el Quijote, como es el Alcalde de Zalamea, en La Estrella de Sevilla, en todo lo mas grande y lo eterno de la literatura clásica española desde el Poema del Cid encontramos de nuevo el factor político. Don Quijote. ya lo había insinuado en una carta a la juventud dominicana representa una tragedia de indisciplina, de dislocación política, de desorganización y de desproporción: don Quijote es un político militante con un programa de justicia, de reivindicación, de bien, de renovación y con un impulso revolucionario profundo. Don Quijote se lanza a componer el mundo, sólo, con el individualismo que España ostenta hasta hoy como causa de su definitivo desastre político.
La indisciplina de Don Quijote, su falta de sentido realista, su programa político y su incapacidad para encontrarle la verdadera técnica de aplicación representa para mi lo más fundamental, lo eterno de la tragedia de aquel inadaptado luchador cuyos propósitos de lucha podrían ser hasta hoy y son en esencia el programa de la ventura humana, pero cuya falta de realismo, cuyo anarquismo idealista lo lleva a la derrota. Don Quijote és loco, no por los fines de justicia y de corregir los entuertos del mundo que perseguía sino por su irrealidad para ver dónde debía atacar y cómo debía atacar. Esa inconexión entre el intelectual y el hombre de acción es la tragedia, repito: tragedia de indisciplina, de individualismo, tragedia típicamente española, eterna para España mientras Don Quijote sea eterno. Calderón está rediviviendo el problema político de su país con el Alcalde; y Lope con La Estrella: los conflictos políticos, las tragedias políticas de la lucha del poder real y el popular o comunal que esas obras reflejan, tienen una actualidad periodística, diría Shaw, pero política sin duda alguna. Habría de detenerme en muchas más, pero quiero simplemente recordar que Shakespeare tiene en sus obras idéndico simbolismo y eternidad políticas. De Shakespeare he visto aplaudir las obras de las que el público puede aplicar a problemas actuales y dejar toras de lado. Macbeth, a pesar de (Pasa a la pág. 7)