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AMAUTA 18 LA LITERATURA RUSA DELA REVOLUCION POR ILYA EHRENBURO No se puede negar que hallamos en la emigraciòn algunos escritores de talento, pero hacerse a base de sus obras una idea de la literatura rusa de hoy, sería tan ingenuo, como viajar a travéz de Europa con un mapa de antes de la guerra.
No hay que considerar como una declaración política la afirmación de que los autores emigrados no saben, no comprenden y no pueden comprender la nueva literatura rusa. Se ha producido un desquiciamiento gigantesco que es concebido por el espíritu como una ruptura.
Contra esto, la inteligencia y el talento son impotentes.
Los mas clarovidentes y los más cautos entre estos escritores, hablando de la literatura rusa contemporanea, son simplemente ciegos que quieren persuadir a los extranjeros de que después de la apertura forzada de las cajas fuertes y la nacionalización de las tierras, la historia de la literatura rusa ha terminado.
Es indiscutible el vínculo entre la vida de un pueblo y su literatura. Las fronteras que nos separan no son únicamente kilométricas, son también a veces límites en el tiempo, pero es dificil precisar el trayecto con la ayuda de un cronómetro. Haciéndolo, ocurre que se pasa del siglo XV al siglo XXI sin detenerse en la hora de la Europa Central.
Los extranjeros que no conocen la nueva literatura rusa, no conocen la nueva Rusia, pues solo la literatura podría, al menos parcialmente o convencionalmente, hacerles comprender el proceso grandioso, mas próximo de la geología que de la política, que se opera en un pueblo de ciento cincuenta millones de almas. Los hechos, aún honradamente transmitidos por los cablegramas, mienten siempre. Los políticos profesionales saben sacar partido de esto y ofrecen a la muchedumbre un sabio arreglo en el cual todos los detalles son exactos, pero faltan la graduación de los colores, las proporciones y el peso del aire.
De ahí una serie de leyendas, creadas por un pueblo sobre los otros, leyendas todas demasiado fáciles y mentirosas.
Los franceses, el pueblo mas virtuoso que exista, el pueblo que desde hace largo tiempo ha reemplazado la sensualidad por la broma, su pasean a travez de la imaginación universal en ropa de cama y el lecho conyugal Luis XIV, es presentado en todas partes como un nido de lujuria de Babitonia corrompida. Veamos en cambio a los alemanes, esos insensatos, desprovistos de toda noción de mesura, racistas o espartaquistas, esos expresionistas que cubren las casas góticas de una erupción variolosa, esos clienses del Dr. Caligari. Se les ha tomado en todo tiempo por gentes ordenadas y moderadas, hasta que se descubra la relación entre el tiraje desmesurado de las traducciones de Dostoyevsky y los salchichones confeccionados por el carnicero de Hannover, Haartmann.
Lo mismo ocurre con la Rusia. La seria reparticion de las propiedades agrarias de los terratenientes por los campesinos, la alegria doméstica con la cual estos han desplumado al águila imperial de dos cabezas, todo esto ha sido presentado por los diarios extranjeros bajo la etiqueta del famoso misticismo esclavo. Se continúa a contarnos historias sobre el espíritu de ortodoxia de un pueblo que, con una curiosidad perezosa y escupiendo, destripaba las reliquias. Se toma a Dostoyewsky por un guía a travez del alma rusa y se olvida que él se ha tornado incomprensible para la nueva generación.
rían en su memoria sino dificultades fonéticas. Prefiero ser incompleto, caer tal vez en generalidades. Comienzo, pues, por la situación en la literatura y su rol en Rusia, algo que no se parece absolutaniente al mundo occidental. En primer lugar, la literatura tiene un sitio muy exiguo. No se debe olvidar que la mitad de nuestra po blación iletrada y que para el 75 ojo de la gente el libro es inabordable, puesto que tiene dificultad para leer las cartas de sus parientes. Si se tiran veinte o veinticinco mil ejemplares de una novela, es un suceso raro. Existen en Francia tres o cuatro periódicos especialmente literarios. Nosotros no solamente no los tenemos sino que no poseemos siquiera una revista puramente literaria. Las novelas, los cuentos y los versos se pierden en un montón de cifras, de términos tecnicos o económicos, característicos de la vida de un pueblo que acaba de tener la fiebre tifoidea. Si en Francia un colegial es capaz de escribir una novela digna del premio Gonconrt, entre nosotros, por el contrario, en los escritos de nuestros mejores autores, se dejan percibir una infantil falta de destreza y una falta de tradición. Hay en fin muchas dificultades de orden exterior sobre las cuales no quiero extenderme. Pero la complejidad de nuestra situación literaria no está condicionada solamente por su aparente debilidad, sino también por su efectiva fuerza.
Hasta nuestros dias la literatura es entre nosotros una especie de exorcismo con la ayuda del cual el brujo aldeano hace que una vaca rabiosa se deje tranquilamente or deñar. Dicho de otro modo, la palabra continúa siendo acción. Recuerdo como en 1920 vinieron al local del sindicato de los poetas los delegados de un regimiento que partía para el frente. Rogaron a algunos de los poetas que fueran, a guisa de adiós, a recitarles versos. Se debe notar que todos los poetas invitados eran lo que se llama escritores de vanguardia. Es como si er. Francia los soldados invitasen a un Delteil o a un Aragón. no se trata de filigranas, sino de veladas literarias que necesitan ser custodiadas por destacamentos importantes de milicia. Cuando el año último yo daba en diversas ciudades de Rusia conferencias, no hubo una en que pudiera abstenerme de un llamamiento a favor del socorro a los heridos. Estas conferencias fueron menos que todo un suceso literario.
Cuántas veces he visto a jóvenes que se acercaban a mí, me estrechaban largamente la mano y me planteaban ni mas ni menos problemas eternos como el de ¿Qué es la verdad. Comenzaban así: Ud. que ha escrito sigue la lista bibliográfica de mis producciones dígame ¿qué es preferible, el matrimonio o la unión libre. Se producirá la revolución en Inglaterra en un tiempo cercano. Se puede creer en el progreso? etc.
Es necesario remarcar que la parte verdaderamente viviente del público ruso que se interesa por lo que se escribe es la juventud de las escuelas, pues los intelectuales de la antigua capa o han muerto o emigrado o han sido absorbidos por la despiadada lucha por la vida que no de ja ningún lugar a los ejercicios del espíritu. En lo que respecta a la nueva burguesía, se encuentra en el período de acumulación del comienzo y Pierre Benoit, que está a la moda aun en Rusia, es para ella un rompe cabeza, como Mallarmé. Malgrado la super abundancia de estudios escolares, la juventud lée, pero busca en las letras conoci.
mientos utilizables, como si fueran un manual técnico. Esta generación formada por la guerra civil, se muestra pegada a las ciencias exactas, a la economía política, al cinema, al deporte y americaniza rápidamente nuestro pais. Es de aquí de donde salen nuestros lectores y también nuestros jóvenes escritores.
No voy a fundar este aserto con la enunciación de nombres que no dirían nada al público frances y no deja