14 AMAUTA Cuando, después de la reunión, Semión Ivanovitch pasó por la sala, Víctor se acercó a él ý, tocandole el hombro, le dijo. Semión Ivanovitch. yo he pensado. Irina.
Ella y Semión Ivanovitch quitó su brazo y apartando a Víctor con sus dedos helados, dijo con una voz irritada y exhausta. Ya me lo habéis dicho camarada Víctor, ya lo sé.
Es anormal. Tú e Irina sois gente razonable. Esta sensiblería romántica está completamente fuera de sitio. Ha partido el hermano. Sufro, Semión Ivanovitch.
Sobre la terraza, entre las columnas, el viento mugia; los relámpagos brillaban a cada instante, pero el trueno se alejaba, el temporal se disipaba. La oscuridad estaba espesa, negra y húmeda. Un relámpago iluminó a Donato que estaba en la misma actitud en que lo había dejado Semión Ivanovitch: derecho, con un brazo sobre la mesa, las piernas cruzadas. Os demando perdón, he sido retenido dijo Semión Ivanovitch. Hasta la vista, de todos modos. Es la hora.
Donato se alzó. donde vais así con el temporal? Quedaos aquí. Es mi costumbre. Mañana debo levantarme con el alba. Se trabaja. Voy a pasar por la estepa.
Pronto Donato dejaba el eastillo. La lluvia cesaba, los relámpagos brillaban a lo lejos vivos y frecuentes, presagiando una noche breve. Detrás del castillo, Donato detuvo el caballo, puso la mano en visera; todo vestido de blanco, sobre un caballo negro, miró los resplandores fosforescentes. Después de un instante de espera, se metió los de dos en la boca y silbó con un silbido corto. Prestó oído.
Nadie le respondió. Entonces se apartó de la ruta y partió al trote largo a travez de la estepa virgen.
III al trote, subieron al otro lado. La chacrå de Donato, con su isba y su corral cubiertas por el mismo techo, apareció de pronto en la oscuridad. La casa y los pesebres estaban desiertos. La gente y los animales habían partido a su tra bajo. Marcos condujo los caballos al pesebre y les dió avena. Donato se quitó en el umbral sus botas herradas y se lavó en un lavabo de terracota. Mañana con el álba, voy a la estepa a trabajar y a reposarme. Dales más avena a los caballos, dijo Donato. Heme aquí hermano Donato. Vengo encontrarte, dijo un tercero saliendo de la isba. Te he esperado, después me he dormido durante la tempestad.
El amo de casa dió un triple abrazo fraternal al recién venido y los tres entraron en la isba, donde se sentía calor y donde se olía a salvia, absintio y otras plantas medicinales. Prendieron luz. La oscuridad se fué a esconder debajo de las sillas. La isba era grande, compuesta de varias piezas y respiraba limpieza y orden. Monturas, cabestros, bridas, pendían de los muros. No había íconos.
Se sentaron en la mesa. Donato sacó del horno la sopa de centeno y de carnero. Vengo de la estepa. He estado a ver lo que pasa.
He ido muy lejos, dijo el recien llegado. La estepa no está tranquila. Los hirghis del Krivoy Ouglan me han contado que hay hombres que recorren lus estepas, enrolando mozos para la guerra. He dado una vuelta por todas nuestras aldeas y he convenido en que se os advierta cuando vengan los reclutadores. He estado a ver a los hermanos mas distantes: se ha quemado todos los papeles de los Zares. Pero aquí se está a cubierto. No se es sino labradores. No hay muchachos. No hay muchachos para la guerra. Habrá que retirarse a la estepa. Habrá que irse a setenta verstas, hacia el mediodía, en las quebradas. en las quebradas hay grutas ¿lo sabes. Lo sé. Iremos allá. En el castillo se lee en los diarios que a lo largo de la línea férrea pasa la guerra. Pero no nos tocará, yo creo. La estepa es grande, no tiene límites.
Marcos salió al umbral. Las nubes se dispersaban y una Luna redonda verdosa lucía a través de ellas. Marcos se estiró vigorosamente y se fué a acostar sobre el heno.
Al amanecer Donato y Marcos marchaban por la estepa no sin haber dispuesto sobre la mesa, el pan, el kwas y la sopa de centeno para los visitantes (la casa no estaba nunca cerrada. Marchaban cargados de víveres para hermanos, rermanas y mujeres que trabajaban en la estepa, durmiendo en el suelo bajo sus carros y cumpliendo su labor de verano bajo el ardor sereno del Sol. El alba se encendía tranquila; el aire estaba saturado del perfume acre del absintio, IV Al acercarse a las alquerias, Donato escuchó a alguien cantar detrás de él.
Luce, luce bella Luna clara.
caliéntanos hermoso Sol Donato paró su caballo. Débiles resplandores de fin de tempestad brillaban en la lejanía. La estepa estaba negra y silenciosa. Perdidas entre altas yerbas, e invisibles a una başta distancia, las alquerias aparecían en el fondo de una quebrada, estrechándose las unas contra las otras. Donato silbó con sus dedos y otro silbido le respondió. Vestido también todo de co, hombre montado caballo kirghis ving a su encuentro. Marcos. Eres tú padre. He estado en el castillo, hijo mío, dijo Donato.
Te he oído silbar. Eras tú. Si, padre mío. Llamabas Arina. Si, padre mío, la llamaba. Vas a tomarla por mujer?
Si. Es cosa tuya vivir con ella. Sé prudente. Hay hermosos caballos en el castillo. De donde vienes. De la estepa. He ido a buscar víveres. Era demasiado lejos pero las mujeres. Las mujeres de nuestro país son libres y robustas. Libertad no es pecado! Toca a su marido educarla. Hay hermosos caballos en el castillo.
Donato y Marcos, llegados a la quebrada, descendieron el uno después del otro pasando a través de los macizos. Los caballos resbalaban en el suelo que la tempestad había transformado en una charca. Gotas frías caían de los árboles. Los dos hombres franquearon un arro.
yo, al fondo de la quebrada; después, poniendo sus caballos La cruz merece desprecio y no adoración, paes no se puede adorar un instrumento que ha servido para la muerte de un amigo. De otro modo se vendrla a honrar a los hebreos que han construído ta cruz.
El Libro de los Cetros vé en el nombre de Jesús el símbolo de la Trinidad y de las dos naturalezas. Ellos han introducido un juramento que no existia entre los. heréticos de la antiguedad. Escriben Dios en latín dentro de un triángulo. Comen bestias degolladas. Animales se nutren de animales. Se cortan los cabellos y llevan vestidos a la alemana. Oran junto con heréticos; frecuentan los baños que estos frecuentan y desposan a sus hijas. Tienen farmacias y hospitales. Tocan con la mano lechos de mujeres y aún las miran, Hacen carreras de caballos. Comen y beben al son de la música siguiendo las danzas en que los danzantes se acompañan batiendo las manos. Las mujeres van con la cabeza desnuda, con el pecho no cubierto. Los maridos tienen por deshonesto ir al baño con sus mujeres, pero se a.
cuestan con ellas en un mismo lecho. La castidad monacal no está ya de acuerdo con las Escrituras, San Pablo ha dicho que algunos abandonarían ta religión y ha reprobado el matrimonio y la licencia,