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AMAUTA 11 Soluciones constructivas de los problemas sociales. Se basaron ilimitadas esperanzas en cada extensión de la franquicia electoral, que culminó en el derecho al voto de las mujeres. Estas esperanzas han sido una desilusión, pues los votantes, masculinos o femeninos, siendo políticamente ineducados y poco preparados; a) no tienen ninguna idea de medidas constructivas, b) aborrecen el impuesto como tal, c) no les gusta absolutamente ser gobernados, d) temen y se resienten de cualquier aumento en la intervención oficial considerándola como una usurpación de su libertad.
personal.
La educación obligatoria, lejos de iluminarlos, de instruirlos, les inculca que la dad privada es sagi y estigmatiza un Estado distribuidor como criminal y desastroso. De esta manera, renovando continuamente la antigua opinión del público contra el Socialismo, hacen imposible una educación nacional que inculque dogmáticamente como principios fundamentales, la iniquidad de la propiedad privada, la suprema importancia social de la igualdad de renta y la criminalidad de la pereza.
Consecuencia de esto es que apesar de la desilusión en los resultados del Capitalismo y la creciente amenaza en la decadencia del comercio y la moneda, nuestra oposición democrática parlamentaria, que tiene que afrontar la verdad de que el único remedio implica el aumento de los impuestos, la franca nacionalización de las industrias en bancarrota, el servicio nacional obligatorio para todas las clases tanto en la vida civil como en la militar, no se atreve a encararse a sus partidarios con estas proposiciones, sabiendo que, solamente ante la propuesta de un aumento en los impuestos, perdería sus sitios en el Parlamento. Para evadir todas estas responsabilidades se contempla la supresión de las instituciones parlamentarias por medio de golpes de estado y dictaduras, como en Italia, España y Rusia.
Esta desconfianza en las instituciones parlamentarias es una resaltante novedad del siglo presente. Pero no se ha logrado iluminar la mente de los electores democráticos sobre el hecho de que, habiendo ganado después de una larga lucha el poder de gobernarse, no tienen ni el conocimiento ni el deseo de ejercitarlo o hacer uso de él y están de hecho votando para mantener un gobierno parroquial, cuando la civilización está rompiendo los diques de la nacionalidad en todo sentido.
Una resistencia más efectiva contra la propiedad surge de la organización del proletariado en sindicatos con el objeto de oponerse al abaratamiento de los salarios y a un aumento en la duración y severidad del trabajo debido al crecimiento de la población. Pero el sindicato en si es una fase del Capitalismo, puesto que se aprovecha del principio de vender en el mercado más caro, dando en cambio lo menos posible, principio que antes era aplicado solamente a la tierra, el capital y las mercaderías. Su método es aquel de una guerra civil entre el Laborismo y el Capitalismo, en la cual las batallas decisivas son paros generales y huelgas, con intervalos de arreglo o reorganización en pequeña escala, debidos a la diplomacia de la industria.
Los sindicatos mantienen ahora un Partido Laborista en el Parlamento Británico. Los miembros más populares y los jefes, son socialistas en teoría. Así es que siempre hay un programa de papel acerca de la nacionalización de las industrias y bancos, impuesto a las utilidades no trabajadas hasta su total extinción y otros actos de transición hacia el Socialismo; pero la fuerza que empuja al Sindicato no tiene más miras que convertirlo en Capitalismo, siendo el Labcrismo el que tome la parte del león, y repudia enérgicamente el trabajo nacional obligatorio que lo privaría de su fuerza principal, la huelga En esto está secundado de todo corazón por los par tidos de los propietarios que, apesar de que desean ardientemente que las huelgas sean ilegales y que el trabajo del proletariado sea obligatorio, no quieren pagar el precio de su rendición: el derecho a la ociosidad. El trabajo nacional obligatorio, que es esencial al Socialismo, resulta así una impasse tanto por el Laborismo organizado como por el Capitalismo.
EL FIN DEL IMPERIO EN RUINAS És una verdad histórica, lo suficientemente periódica para poder ser llamada una ley económica, que el Capital, que crea grandes civilizaciones, las destruye cuando persiste en traspasar cierto límite. Es fácil demostrar sobre el papel que la civilización puede salvarse y desarrollarse inmensamente descartando en el preciso momento necesario al Capitalismo y reemplazando un estado sobre la base de ganancias de la propiedad privada, por otro de propiedad distribuída en común. Pero, apesar de que el momento para el cambio ha llegado una y otra vez, nunca se ha efectuado, porque el Capitalismo jamás ha producido la necesaria ilustración entre las masas ni ha admitido que cierta clase de personas de carácter y orden intelectual superios, que son las únicas que saben distinguir entre Socialismo o mejor dicho política en general y una mera elección en el partido al cual se desea pertenecer, tomen parte en el control de los negocios públicos. es por esto que para la mayoría de las masas, el Socialismo es todavía algo incomprensible.
Solamente cuando los dos principios fundamentales del Socialismo: abolición de la propiedad privada, que 110 debe confundirse con propiedad personal, e igualdad de renta hayan arraigado en el pueblo, de manera que constituyan dogmas religiosos, hasta el punto de que ninguna discusión acerca de ellos resulta posible o considerada cuerda, será viable un Estado socialista estable.
Habría que observar que de los dos principios, la necesidad de igualdad de renta no es el más dificil de demostrar porque ningun otro método de distribución es o ha sido posible. Omitiendo los pocos y conspicuos instantes en que los que obtienen el dinero trabajando hacen fortunas extraordinarias debido a donaciones personales o a un golpe de buena suerte, las diferencias de renta existentes no son individuales sino de clase.
Dentro de la colectividad no hay distinción posible entre los individuos; tanto los obreros comunes como el conjunto superior de servidores civiles deben ser igualmenmente pagados.
LA SITUACIÓN DEL SOCIALISMO Los argumentos en que se basa la igualdad de renta para las diferentes clases, consisten en que una distribución desigual en el poder de compra trastorna el orden legítimo de la producción económica dando lugar a que se produzcan lujos en una escala extravagante mientras las necesidades vitales no pueden ser satisfechas; que su efecto en el matrimonio limitando y corrompiendo la selección sexual es altamente antieugénica. que deprime la religión, la legislación, la educación y la administración de la justicia haciendo distinciones entre pobres y ricos y que todo esto crea la idolatria por las riquezas y la pereza, con trastorno completo de una sala ética social.
Desgraciadamente estas son consideraciones esencialmente públicas. El individuo particular, que se ve abrumado por toda clase de desigualdades, en cuanto se le considera cono un ambicioso que quiere subir en la escala social, sueña aún en su más humilde pobreza con alguna herencia o algun fantástico golpe de fortuna que tendrá la virtud de volverlo capitalista y teme que lo poco que tiene pueda serle arrebatado por esa temible e ininteligible cosa que se llama la Política del Estado. De esta manera el voto de los particulares es el de Ananias y Sapphira y la Democracia se vuelve una valla más efectiva para el Socialismo que el flexible y descarriado conservadorismo de la plutocracia.
Bajo estas condiciones, el futuro es impredecible.
Los Imperios terminan en ruinas, los commomwealths están en la actualidad más allá del poder cívico de la humanidad.
Pero hay siempre la posibilidad de que esta vez la humanidad doble el cabo en el cual todas las antiguas civilizaciones han naufragado. Es esta posibilidad la que dá intenso interés al histórico momento presente y mantiene al movimiento socialista vivo y militante.