AMAUTA DEFINICION DEL SOCIALISMO POR BERNARD SHAW La nueva edición de la Enciclopedia Británica. cuya aparición está anunciada para fines de año, publicará este estudio sobre el socialismo de George Bernard Shaw. Anticipándose a la Ēnciclopedia. lo publica The New York Ti.
mes. en una de sus últimas ediciones dominicales. La traducción que en seguida ofrecemos ha sido hecha para AMAUTA por nuestro amigo Juan Portal.
El Socialismo reducido a su más simple expresión, legal y práctica, significa la absoluta supresión de la propiedad privada, su transformación en propiedad pública y la distribución entre todo el pueblo, de una manera igual indistinta, de la renta o utilidad que resulte de ella. Así, pues, es el reverso de la política del capitalismo que significa el establecimiento de la propiedad real o privada hasta el límite en que sea posible físicamente controlarla y, después, dejar que la distribución de la renta efectúe por si sola.
El cambio indica una completa transformación moral. Para el socialismo la propiedad privada es absolutamente prohibida ilegítima y la distribución por igual de la renta es su primer considerando. Para el capitalismo la propiedad privada es el punto cardinal y la distribución, desde un punto de vista completamente egoista y arbitrario, debe efectúarse por si sola, sin que inporten sus anomalías.
El socialismo nunca surge en las tempranas edades del capitalismo, como por ejemplo entre los pioniers de la civilización, en un país donde hay suficientes tierras a propósito para que los últimos que llegen tomen posesión de ellas convirtiéndolas en propiedad privada. La distribución que se opera bajo estas circunstancias, no presenta mayores diferencias, desde el punto de vista de una igualdad primitiva, que aquellas que resultan moralmente plausibles en atención a la extrema habilidad asociada con excepcional energía de unos los obvios defectos de carácter o mentalidad unidos a una falta de suerte accidental en los otros. Sin embargo esta fase no subsiste mucho tiempo en las condiciones actuales del mundo.
SURGIMIENTO DE LA CLASE TERRATENIENTE Todos los sitios más favorables son prontamente convertidos en propiedad privada y los últimos en llegar (debido a la inmigración o al crecimiento natural de la población) no encontrando tierras elegibles para apropiarse de ellas y establecerse, se ven obligados a vivir alquilándolas por determinada suma de dinero a sus propietarios, transformandose estos últimos en la clase rentista que goza de utilidades no trabajadas y crece, cada vez más y más, a medida que aumenta la población hasta que los terratenientes o propietarios se convierten en prestamistas de dinero o sea en la clase capitalista, dándose el nombre de capital al dinero superfluo del cual pueden disponer.
Al recurso de alquilar tierras y pedir dinero p:esta: do solamente pueden apelar aquellos que están suficientemente educados para poder manejar cuentas y negocios; la mayor de los cuales provienen de la clase propietaria; por ejemplo, los hijos menores de ésta. El resto de la población tiene que vivir alquilándose como jornaleros o artesanos por un salario semanal o diario. De esto resulta una primitiva división de la sociedad en clase superior o propietaria, una clase media o sea los empleados y jefes de los negocios y una clase proletaria o asalariada. Én esta división la clase superior o terrateniente es puramente parasitaria, puesto que consume sin producir.
Como resultado inexorable de las leyes económicas de la renta, esta última clase cada día se vuelve más rica a medida que la población aumenta y su demanda de sirvientes domésticos y lujos de todo género, hace posible la creación de empresas parasitarias, que proporcionan empleo a la clase media y al proletariado. Pero resulta que así esta clase no solamente resta gente a otras industrias productivas e indispensables, sino que se fortifica cada vez más, políticamente, con una gran masa de obreros y empleados que votan de acuerdo con los propietarios puesto que dependen de las utilidades no trabajadas tanto como los propietarios mismos.
LAS DESIGUALDADES LLEGAN SER MONTRUOSAS Mientras tanto, la competencia por la clientela, que lleva a la producción de un artículo para satisfacer la demanda de una sola persona, conduce a desastrosas crisis ocasionadas por el exceso de producción, alternadas con períodos de malos negocios, y que dan por resultado que el empleo continuo de la clase proletaria sea imposible.
Cuando los jornaleros llegan a un punto en que el ahorro es imposible, los desocupados no tienen cómo subsistir durante las epocas de crisis, si no es dependiendo del subsidio público.
Es en esta fase del desarrollo capitalista, a la cual llegó la Gran Bretaña en el siglo XIX, que el socialismo surge como la revolución contra una distribución de riqueza que ha perdido toda su justificación mora. La riqueza fabulosa está asociada con improductividad y a menudo con una conspicua falta de valor moral. Una vida de excesivo trabajo que empieza temprano, en la niñez, vuelve al obrero tan miserablemente pobre que el único refugio que le queda en la vejez es el asilo taller, hecho a proposito repugnante para que se desanime de recurrir a él mientras le quedan fuerzas suficientes para desempeñar el empleo más pobremente remunerado en el mercado de trabajo.
Las desigualdades llegan a ser monstruosas. Obreros que trabajan en rudas faenas reciben como salario cuatro o cinco soles al día a la vista de personas que a su vez obtienen varios miles sin verse obligadas a trabajar en ningún momento y que aún consideran el trabajo industrial degradante. Estas diferencias de ganancias son tan gran des que desafían cualquier intento de justificación fundado en méritos personales.
Los gobiernos se ven obligados a intervenir y reorganizar la distribución hasta cierto punto, confiscando cada vez mayores porcentajes de la renta derivada de la propiedad. lo que se llama impuesto sobre la renta, super impuesto y derechos sobre la propiedad) y destinando estas sumas para seguro de los desocupados y extensión de los servicios comunales. Al mismo tiempo deben proteger al proletariado contra toda clase de abusos y opresiones por medio de códigos y reglamentos de factoría que sustraen una gran parte del control de los talleres y fábricas de las manos de los propietarios y les hace imposible el exigir a sus obreros excesiv horas de trabajo o descuidar egoistamente su salud, seguridad personal y bienestar moral.
La confiscación de la renta proveniente de la propiedad privada, con destino a fines públicos, sin ninguna pretensión de compensación, como se está efectuando ahora en una escala inconcebible por Ministros Victorianos, ha destruído la integridad de esta propiedad y de la herencia; y el éxito con que el capital confiscado ha sido aplicado a industrias comunales por las Munipalidades y el Gobierno Central, contrastando comparativamente con los muchos fracasos y el enorme costo de las aventuras industriales capitalistas, ha logrado cambiar la vieja superstición de que la administración comercial privada es siempre más eficiente y menos corrompida que la administración pública.
Bajo estas circunstancias, la mayor parte de la dirección y control de la industria está dividida entre empleados rutinarios que realmente no comprender lo que tienen entre manos y financistas que, no habiendo entra