34 AMAUTA España? Nadie; en América tampoco. la prueba de esa desinteligencia universal está en que las grandes tentativas poéticas del uruguayo se quedaron sin eco y sin respuesta doquiera se habla español. en que consisten esas tentativas artísticas? En la más audaz investigacion de las facultades y capacidades fonéticas y glósicas del castellano, de la lengua estudiada como jamás se hizo en España, de la lengua considerada no ya como subordinado vehículo del pensamiento, sino como materia musical misma, como elemento primario del arte poético, como primitiva hylé de toda poesía lírica. Los grandes poetas que además eran grandes artistas, se ocuparon de eso, de ese estudio y de ese trabajo (pongamos a Ronsard y a Horacio entre cien)
pero como tal trabajo y tal estudio integran una manera de ser de alma demasiado occidental y ariana en el sentido antiespañol que se puede dar a estos conceptos, resulta fácilmente que un prodigioso artista como Herrera y Reissig es del todo incomprensible para los españoles. Para los americanos también; pero por razón muy distinta, por razón de profunda incultura y puerilidad indecible. Ese enorme esfuerzo musical poético (por así llamarlo) repre, sentado por Rossetti en Inglaterra o por Mallarmé en Francia, y superado por Herrera en América, ha pasado sobre el alma española sin dejar la menor huella fecundante y rénovadora. Como siempre pensé que para estas incomprensiones españolas jamás faltó la inteligencia española que considero una de las mayores del viejo mundo: sino cierta comprensividad de corazón y de alma mas que de cerebro y de concepto, debo apuntar aquí un recuerdo, una experiencia mía muy pertinente, y ello aún a riesgo de hacerme iiegible por lato y fatigartte. Este era un caballero español de bonísima familia, criado y educado en Francia y con un gran sentido del arte y de la poesía. Inútil decir que la literatura francesa no tenía secretos para él: tan profundamente la conocía.
Pues bien, este caballero confesóme un día que nunca pudo gustar ni comprender de la poesía de ciertos mödernos como Juan Moréas y no del Noréas de estudios arqueológicos, sino del típico autor de las Estancias. Yo me dije una vez más: he aquí un español que no comprende lo que nosotros. En esto de comprensiones e incomprensiones, está por mucho el amor, señor Mañach; y el amor es de las cosas que no se discuten. En amor no caben filosofías ni filosofastrerías. Pero se dirá y se preguntará por qué esa comprensión que está hecha de sentimiento más que de calculo no ha de ser posible entre americanos y españoles. yo respondere: no es porque nuestras almas persigan objetos distintos, sino porque los persiguen de manera y modo tan diferentes que jamás llegamos a entendernos. Un ejemplo ilustre. He nombrado al venerando don Miguel de Unamuno. En cierto libro de sonetos, libro estupendo por la extrema desviación en que puede caer un grande espíritu tratándose de cosas del arte, don Miguel escribe esto que ya no es su alma de poeta, sino todo el alma española como yo la siento mas que comprendo, al través de siglos de historia política y literaria: el continente. Esa taza y media que, tratándose de las cosas del arte y de la conveniencia humana, significa una gran desharmonía, y tratándose de las relaciones políticas y sociales, significa una gran injusticia. Esa taza y media que a pesar de todos los justificativos de la tiranía, está atosigando a la propia España hoy día, pues dicho sea de paso. de que se queja el noble Unamuno. Pues hombre, de que el gran Primo le está dando a él misino taza y inedia. y nada más.
Acabemos, señor Mañach, con algo oportunísimo que Ud. me sugiere. Se trata de ese movimiento hispano americano, artificialmente inventado y alimentado, y que puede llamarse la cultura de la unidad de la raza. Con eso se quiere poner los fundamentos de la confraternidad de la mancomunidad de España y América. Pero se edifica mal cuando se pone fundamentos de arena, y se va por mal camino cuando no se comienza de la verdad y para la verdad. Eso me parece que está sucediendo con este hispanoamericanismo de artificio. Ud. habla muy bien de apearnos de las tribunas de la fiesta de la raza. De qué raza, si le place. De la india, de la mestiza o de la blanca. De la india que degollaron los españoles y esclavizaron después. De la india que todavía sigue esclava en manos del heredero español en América. De la india que es casi una totalidad en países como México, el gran Perú y el Paraguay. De la mestiza que es casi toda el resto de nuestra América. de la blanca inmigrada ayer o desembarcada hoy y que atiborra los grandes centros costeros como Buenos Aires? Pero, se imagina Ud. señor Mañach, la mueca de profundo desprecio que el español castizo arrancaría de su alma si le llamásemos a confraternizar de veras, a mancomunarse de alma y de cuerpo (eso es raza. a hacerse uno y el mismo con los cien millones de indios y de mestizos americanos que en verdad significa la población de nuestra América? si llamásemos a aquel indio a hacer lo mismo. no saltaría de nuevo, a través de cuatrocientos años de derrota y de embrutecimiento, aquella palabra condenatoria y repulsora del Emperador Atahuallpa por el Pizarro que pocos días después debía ser su asesino, cuando viera que éste no sabía leer como sabían sus propios soldados? Cuatrocientos años parecen poca cosa; pero es probable que la substancia substancial de las almas y de las razas no varía gran cosa en cuatro mil años. Du bist was di bis decía el profundo mefisto goethiano. Entonces ¿qué enorme fraudulencia literaria e internacional estamos haciendo en nuestra fiesta de la raza? Por que la materia de toda esta algarabía es literatura pura, señor Mañach. la epopeya española, y la donación de la lengua, y la herencia de la religión. esos dones involuntarios y a fortiori. En cuanto a la gloria de un pasado que jamás será nuestro, pero que fué logrado a sangre y costa nuestra, ya es preciso ver las cosas no desde un punto de vista neciamente americano o interesadamente español. Ya es preciso verlas desde una distancia neutral y útil, como quien dice; mirar los títeres siquiera una vez, por detrás del titiritero. así por ejemplo, toda esa grandeza épica de la conquista y colonización de América verla desde alguna elevación ajena pero cultísima (Sorbona, Oxford etc. y ver bien cono se juzga y se siente por allá de aquella famosa España conquistadora y triunfadora, para saber finalmente cuál ha sido el aporte que esas fazañas seculares han traído a la penosa causa de la civilización, de la humanidad y del mundo. Naturalmente que para estos que son verdaderos estudios es preciso vivir en aquellos, y vivir por años, y no pasar por ellos a manera de golondrinaš intelectuales o de ratas pedantescas. Que los libertadores nos quitaron el yugo español? Materialmente sí; idealmente no. Todavía el indio americano está entregando el oro puro de su in; genuidad en cambio de baratijas y abalorios trasatlánticosy la fiesta de la raza significa uno de ese cambalaches boy bos. La verdadera independencia de América temo yo que aún no haya hecho la mitad de su camino. Todavía están por nacer los Bolívares y Sucres de la América inmaterial y definitiva, digo de la verdadera.
Os gusta? sí? pues seguirá la ronda.
no? por lo mismo! a quien no quiere caldo taza y media. Esa taza y media es lo que los americanos conocemos y repudiamos para siempre, entre otras cosas análogas y españolas, Esa taza y media que es toda una manera de concebir la vida, de entender nuestros derechos y deberes intelectuales, morales o politicos; esa taza y media que es toda la historia de España, así en la península como en Flandes o en América; esa taza y media que no es latina ni griega y menos aún sudamericana, tierra de pereza, de laissez aller y de dulce eudemonismo indio; esa taza y media que cuando cae a manos del genio nos da un arte terrorífico a fuerza de real y verdadero como en Velásquez y Goya; esa taza y media que ha hecho de España, en medio del concierto europeo, una nación ajena, solitaria y triste, grande en su misma caducidad, pero sin una sola afección verdadera en