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AMAUTA 33 Cantemos al Señor.
De cien americanos medios (como ustedes han dado en llamar. cuántos dejan de dominarse a la media hora de lectura del Quijote? Mi experiencia es esta: cierto paisano mío que pasa por hombre culto (y creo que lo es)
me dijo un día heroicamente franco: el Quijote me revienta. De oirlo sentí yo una profunda alegría en mi asiento de investigador americano, porque el hecho comprobaba escandalosamente una de mis tesis favoritas, la incomprensión por razón de sangres, y sentí a la vez un calambre doloroso en mi corazón de hombre al ver cómo los dioses colman a la humanidad de dádivas divinas como el Quijo: te, para que el hombre las tire a los puercos, como mi paisano. Pero ordeñemos un poco de leche más de este piedra. La voluntad y la inteligencia pueden mucho. El americano medio que a fuerza de errar acaba por gustar del Quijote ¿qué gusta en el Quijote? La fluidez mecedora del estilo, la precisión y corrección del mismo, de que tampoco se da cabal cuenta, porque hay que ser técnico, pero de que instintivamente goza y se beneficia, y gusta sobre todo de la enorme bufonada aparente que significa la gran novela. esto es comprender el Qilijote? Oh! seguramente no. Por cierto que no iré yo a subscribir la tendencia muy moderna de encontrar todo en el Quijote, hasta un curso de derecho o de moral, en un libro que es sólo un monumento de arte y por ello un prodigio que está por encima de todo; los derechos y de todas las morales. Precisa ser un critico moderno, infecundo y decadente a la manera de ciertos lenguaraces del imperio de oriente, para encontrar semejantes boberías en las obras maestras. Mas por otra parte el americano medio jamás hallará ciertas cosas que hay en el Quijote y que sólo los comprendedores podemos ver, no ya por razón de sangre, sino por razón del mismó esfu azo comprensivo y cultural. Cito dos casos pudiendo dar doscientos: la escena del león y la escena de la muerte de Don Quijote. No hay en Shackespeare, el rey de la tragedia, no hay en Sofocles, el dueño del dolor humano, más profundo alarido de la miseria y de la grandeza humana a un tiempo. esto es lo que el americano medio no comprenderá jamás. Porque de comprenderlo tendria que leer llorando a lágrima viva mas de un pasaje del prodigioso libro, lo cual no se ha visto nunca en estas tierras de rastacueros y. de niños malcriados, que es todo lo que de América sale hasta este momento, por lo menos a flor de Boulevard y al alcance de la observación europea.
Otra experiencia más, siempre personal, ya que por temperamento yo siempre afirmo sólo lo que me consta y lo que he tocado con mis manos.
Nada hay más indiscutible qua el temperamento lírico y poético del americano. Espero que todos estemos de acuerdo sobre el punto. Pues bien, yo he hecho vibrar la cuerda clásica española a los oídos de varios críticos y poetas nuestros, incluso. Rubén. En el mejor caso encontré meras evasivas aquiescencias intelectuales. Si. es verdad. natu ralmente. es admirable. y basta. Un día yo apreté el problema por la garganta, y lo puse delante de un poeta nuestro, y no ya con la música velada de fray Luis ni con las dulzuras inauditas de Garcilazo. La experiencia era máxima: el divino Herrera. Se trataba de Hugo y su formidable potencia sinfónica (creo que la Oda a la Columna) y lentamente, mañosamente, traje la cuestión, no por los cabellos sino por la nariz, como los magnetizadores: Cantemos al Señot que en la llanura venció del ancho mar al trance fiero.
El americano medio concede que Herrera es divino, pero a condición de no molerle los oídos con su poesía. Me dejo entender, señor Mañach?
Vengamos ahora al caso opuesto, la incomprensión del español para el americano. La experiencia siempre es literaria. pesar de todas las consagraciones españolas de Rubén Darío, yo creo que el poeta nicaragüense no es comprendido hasta ahora por los españoles. Si por comprensión se entiende (y en el arte esto es todo o casi todo) no sólo la intelección literal del poeta, sino la compenetración pasional e idéntica del mismo. no la conceptual. Rubén Darío sigue siendo para los españoles lo mismo que apareció, prima facie. para el viejo Varela, otra Baroja inteligente y sincero. Valera encontró en Darío todas las almas, todas las nacionalidades del arte, menos la española, y eso en buen romance quiere decir que lo juzgaba comprensible para muchas razas y no para la española. Lo que dijo Varela entonces sigue siendo verdad hoy día. No ya gran poeta que esas son tonterias nuestras, pero sí excelente poeta minor, como decían los latinos. Rubén es la mayor expresión poética americana hasta este momento ¿porque trajo la nota de una cuerda nueva del harpa poética que es el alma humana? No! Eso sería ser un gran poeta. No, sino porque Rubén es admirablemente todo lo que el americano puede ser hoy día, y nada más. que puede ser el americano de nuestro siglo? Sólo un eco inoriginal y filial de otras culturas, de otros artes, de otras viejas experiencias humanas, con esta característica: la universalidad como tendencia, como ley evolutiva, y por consiguiente la ruptura con todo exclusivismo español u otro. aquí encontramos el punto radical de la incomprensión española: España, país tradicional y típicamente conservador, pais asiático a través del Africa que psíquicamente integra (perdón por la hipérbole. España se indigna cuando siente o presiente esa universalidad de gustos y de tendencias que incurablemente existe en el alma americana y se queda en la cólera cómica(Aznar) de la gallina vieja que incubó huevos de pato, para ver luego a sus pollos lanzándose alegres al primer charco que al paso encuentran. Disculparme por lo trivial de las comparaciones americano, sum.
Pero hablemos aún de Rubén Darío qne es un re: presentativo y por tánto está llamado a servir para innúmeras experiencias teóricas. Acaso, toda su poesía no es ei reflejo criard de algún poeta francés? Me yienen más de doce nombres franceses y ninguno fuera del siglo XIX, de Víctor Hugo a Verlaine, pasando por Banville y Lecomte de. Isle. ese arte mimético no le llevó un dia a alcanzar un colino de habilidad y de ironía cuando se puso a hacer el pastiche del abuelo español (Los Luyes y Dezires. a punto que el lector se pregunta si de esas recreaciones arquelógicas está más, ausente el alma auténtica del poeta, que de los tonos y modos tomados al retrato del César Borgia verleniano, por ejemplo? Pero vamos mas lejos aún.
Cuando en América se encuentra otro poeta que alcanza ya a ser igualmente representativo, como Lugones, no se halla una manifestación de la misma ley, que estoy señalando. Acaso en cada libro de Lugones, legítima gloria americana, no hay que preguntarse cuál maestro está hoy de turno, si Hugo por la mañana, Herrera y Reissig por la tarde o Walt Whitman al amanccer. la prosa? Quiero hablar de un gran muerto. Acaso el inaudito Montalvo no es otro pasticheur de suerte que su prosa de artificio y de imitación acaba por ser más perfecta y más admirable que la prosa original e imitada. Se dirá que todo el arte de Montalvo está hecho de artificio y es falso? No, porque bajo de esa prosa artificiosa queda siempre el genio de ese hombre, genio hecho de espíritu libertario y de cólera humana. Sea dicho de paso, siempre me incliné a creer qne el genio es una especie de cólera sublimada. Ya nombré a Herrera y Reissig, y en este capítulo de incomprensiones ese nombre puede ser fecundo de más de una observación. Alguien ha entendido a Reissig en ¿Resultado? Oh hielo polar, oh desmayo final de todo vuelo lírico! Jamás éxperiencia pudo ser más desesperante ni más feliz para el espíritu crítico! El americano que se derrite con una página de Rubén o de Vargas Vila, se quedó más helado que el Illimani que guarda trescientos mil años de nieve (cálculo oficial de la edad de la tierra. Pero el divino Herrera? Inútil decir que en las Nemeas hay mùsicas parecidas pero no mayores, que en el Hugo del Sátiro o del canto napoleónico puede hallarse acordes Semejantes, pero no más títánicos.