AMAUTA 30 LA PASCUA DEL SOL: INTIP RAYMI POR MARIA ISABEL SANCHEZ CONCHA DE PINILLA No toda el alma de la Ciudad se revela en sus piedras. Son ellas durus confidentes y nuestra ansia de conocimiento no quedaría saciada, si no dispusiéramos de otras fuentes de información. Afortunadamente, los cronistas españoles como en compensación de lo mucho que los conquistadores destrozaron nos han dejado espejos, en los cuales, sobre sus turbias aguas, podemos ver escenas de los tiempos incaicos. Muchas y muy va liosas descripciones nos han dejado, sería largo el que yo os recordara una mínima parte de ellas. Nos concretaremos a una sola; aquella que se refiere a la gran fiesta que conmovía el Imperio, la gran pascua del Sol, la solemnidad del Intip Raymi, con que se festejaba la recolección de las cosechas. Era en el mes de Junio; invierno crudo en las latitudes del Cuzco.
Pueblo agrícola el Inca, de los rayos solares pendía la prosperidad de sus destinos y en esos días, en la aparente marcha del sol, es el momento en que más lejos se encuentra de la tierra; sus rayos llegan fríos, y el aire hiela, se hace una piedra el agua, pierden los árboles su fronda, y la tierra se cubre de una alfombra amarilla. Qué lejanos los días primaverales en que las lágrimas del sol, ponen dorados los maizales!
La experiencia decía al indios, que el ritmo de las es taciones se cumplía cada año, pero. y si el Sol un día se alejara, y nunca más volviese? Para implorar su vuelta, para pedir su abrazo con la tierra, se celebraba el Intip. Raymi. Tres días de ayuno lo precedían, las llanas de los hogares se apagaban. y llegaba el día del solsticio invernal.
Concurrían para esta fiesta al Cuzco, los curacas de todo el Imperio. Del Raymi, dependían los augurios del año; se aprovechaba la ocasión, parą renovar ante el Inca, los homenajes de fidelidad.
Es noche cerrada, por las cuatro calzadas del Tahuantinsuyu, camino del Cuzco, caravanas de las más apartadas regiones apresuran la marcha. El viento es delgado y cortante. brillan las estrellas como clavos de acero que martirizan a la noche. La fatiga de tantos días de jornada, la endulzan los caminantes con sones de quena. Que ocurre en tanto en la ciudad? No ha sido el dormir tranquilo. Antes que de ordinario, bullicios dispersos diríase la inquietud de la víspera han despertado a las gentes. Sale el indio a su puerta todavía oscuro, para atisbar el cielo, lucen espléndidas las estrellas vendrá Inti y un grito de alegría y de esperanza despierta a la mujer, y a los hijos. Todos se regocijan, visten sus más ricas galas, se dan prisas, hay que ganar los lugares para mirar las ceremonias.
Apu Ausankati, ya ha encendido en su nieve, el farol rosado de la aurora. la luz cruda e incierta del alba, el pueblo, bajo sus mantos de vicuña tirita de frio, no importa todo el Cuzco, como hormigas, bulle por las alturas que dominan la gran plaza.
Os he contado antes cómo era Aucaipata, os diré ahora que contigua a esta esplanada, había otra pampa, llamada Cusi pata. plaza de la alegría. Tienen ambos recintos una gerarquía diferente en el protocolo del Ray mi. Se reserva la primera para el inca reinante y para los linajes de los emperadores fallecidos solo los orejones de la sangre tienen en ella cabida; es Cusipata, donde se reunen los caciques, y curacas, y capitanes, de las cuatro partes del Imperio.
Va a comenzar la ceremonia. Los infantes reales, riegan la arena de la pampa con flores de arirumas. Sácanse en procesión las efigies de Huiracocha, del Sol y de la Luna, le hacen séquito, las divinidades secundarias que reciben culto en el Coricancha. En sus andas de oro, son puestas frente al sitio por donde a Inti se espera. Llega el momento en que de los palacios que confrontan con Aucaipata, comienzan a salir las personas reales. Lucen sus más finos trajes de tocapu, sus más ricas joyas, airean a la brisa del orto, sus más abigarrados plumajes. Todo se hace en silencio, ocupa cada linaje los lugares que una tradición centenaria, les tiene asignados. Están los rostros pensativos. Una inquietnd grave, barrena sus corazones. Vendrá Inti, o se alejará para siempre, dejando a sus hijos en una noche eterna de soledad y llanto? Se hace el silencio todavía inás grave brilla agonizante Chasca. el paje del sol le llaman los amautas. el Inca y la Coya han entrado en la plaza, les precede el estandarte, el Tupac Yauri (cetro de oro) y las armas imperiales.
Respira majestad el rostro aguileño del Inca. Ciñe el llauto su frente despejada, aprieta a sus sienes la mitra de oro de de la Mascaypacha. La cara del Sol, le cubre el pecho. este inmenso pectoral de oro está cuajado de diamantes)
le protejen los hombros y rodillas, cabezas de puma, de oro purísimo; las sagradas plumas del coraquenque, se alzan sobre su testa.
Viste la Coya, una pesada y recamada lliclla, que abrocha sobre el pecho con un enorme alfiler de oro; lleva su