24 AMAUTA de la fotografia. Es entonces que el arte ha perdido su función de representar. Todas las vagas aspiraciones románticas de las masas hallarán su satisfacción en el cinema.
Ahí se encuentra el amor, la ambición, el impulso hacia lo desconocido y un alimento suficiente para el sentimiento de la Naturaleza. Si se ama las actualidades o los esplendores históricos, se les tendrá también por dinero. Vereis en el cinema al padre del pueblo. un bandido célebre, fiestas de gimnasia, fiestas conmemorativas, nuestros bravos soldados. En fín hay de todo. La figura terrible y dolorosa de Hindemburg no es evidentemente conservada a la Humanidad por ningún Rembrandt, por ningún Durero. No tenemos un Miguel Angel que pueda dejar un testimonio de los músculos de Demsey. Pero el film nos aporta el esplendor de los Alpes. Vosotros podreis objetar que no es esto lo esencial del arte, a saber: cómo el ojo del artista ve y cómo traduce lo que ha visto; vosotros direis que hay un ele.
mento en el arte que viene del alma. Admitamos que la representación falta actualmente en el arte: Si queréis saber cómo se manifiesta el Universo, vais al cinema y no a una exposición de pintura. En el cinema, hay una mitad del arte, bastante más perfecta que en la pintura y que para la mayor parte de las gentes es la mitad más importante.
La otra mitad del arte, debe aportarnos un elemento de fineza, de sensibilidad interior, de sentimientos elevados, muy superiores a la pintura del tiempo de nuestros antepasados, que no era en suma sino una representación, una copia de la Naturaleza, bajo todos sus aspectos.
Dejadme detener todavía en estas últimas observaciones. Et espíritu humano avanza atrevidamente en el progreso técnico. así, la parte de reproducción del arte obtenida por el film, no depende ya de una tela de pintor.
La obra de arte de hoy está bien embalada en una pequeña caja de fierro blanco y se ofrece al mismo tiempo (lo que también es una superioridad) en New York, Berlin, Londres y París. Una reproducción cualquiera hecha por una pintura al oleo iqué laboriosa, e inusitada nos parece hoy día. Qué poco pertenece a nuestro tiempo! Lo que hace la vida del film es que la preparación del trabajo no se subordina toda a una capacidad limitada: varias cabezas trabajan en ella y el film recibe un impulso y una intensidad más grandes. bien, muchos de nuestros pintores han reconocido todo esto. Se constata la superioridad técnica del espíritu humano y se renuncia a reproducir la Naturaleza. Nos hundimos en nuestro propio yo. Nos alejamos para soñar de este mundo técnico y prestamos oídos a sus poéticos uelos interiores. El alma debía ocupar su puesto y numerosos expresionistas le dieron la señal. Eran honradas personas, pero poco profundamente dotadas. Kandinsky, traducía la música del alma en sus cuadros. Paul Klee instalaba en burguesas mesas de trabajo a tiernas muchachas haciendo crochét. En resumen, eran los sentimientos del pintor lo que este arte puro se proponía traducir. Así el verdadero pintor debía pintar su vida interior. Pero entonces comenzó el desastre. La conclusión de todo esto fueron setentaisiete corrientes artísticas diferentes. todas declaraban interpretar la verdadera alma.
Hubo tambien grupos que vieron que esto no prosperaba, que el alma era una imagen demasiado vacilante y que se precipitaron entonces con ardor sobre otros problemas: simultaneidad, movimiento, ritmo. Esto era naturalmente puro idealismo, pues no se podía superar al film. No se puede en efecto representar en una tela las simultaneidad y el movimienio. Es entonces que se establecieron los principios de un nuevo conocimiento. Se fué más adelante y se comenzò a construir. Se reconoció que si se hablaba de dinamismo, el mas giande dinamismo que hubiera se encontraba en los secos dibujos del ingeniero. El compás y la regla reemplazaron al alma y las especulaciones metafísicas. Llegaron los constructivistas. Son ellos quienes han comenzado a ver mas claramente su época. No se hacen ilusiones. Sus objetivos están desprendidos de las viejas concepciones gastadas. Quieren una realidad digna de er admirada. Quieren trabajar para las necesidades materlales. Demandan a la producción artística un objeto controlable. Desgraciadamente, en la práctica, los constructivis.
tas, cometen una falta: no alcanzan su fín pues en su mayoría se empeñan en trabajar sobre una técnica artística revolucionada. Olvidan en la regla, que hay solamente un tipo de constructivista: el ingeniero, el arquitecto, el metalurgista y el carpintero. Creen ser los guias de estos hombres, pero no son sino su reflejo. Los más honrados ponen entonces de lado este arte y comienzan a ocuparse de las verdaderas bases del constructivismo adquiriendo conocimientos técnicos. Pero entonces tratan de salvar la hermosa palabra arte y la comprometen. Por ejemplo, los muebles de la Bauhaus están seguramente muy bien construídos, pero yo no querría sentarme en ellos. El objeto de una silla que es el de sentarse será mejor alcanzado hoy día por la fabricación en serie de carpinteros americanos e ingleses completamente desconocidos, que por un constructor de la Bauhaus que se debate en un romanticismo de la técnica.
Así el constructivismo lógicamente desarrollado conduce a la supresión del artista en su forma actual. Lleva al puro oficio del ingeniero, el verdadero creador de nuestra época; conduce al arquitecto y al carpintero.
En Rusia este romanticismo constructivista tiene un sentido profundo y es un resultado de las condiciones sociales más realmente que en Europa occidental. Ahí el constructivismo es en parte la reacción natural contra la formidable ofensiva del maquinismo americano que comienza. Para el campesino ruso, la vida de una máquina electrica, de un tractor de la Cia. Kees, pintado de rojo, de una turbina, es todavía algo completamente nuevo e inexplicable. Por consiguiente, la representación sobre una tela de construcciones y de máquinas tiene allá un fundamento real. Ahí, la fuerza de sugestión de la estética de la máquina, el misterio de la técnica que toca casi al milagro, son un punto importante para las masas que reaccionan más por sentimiento que por raciocinio. El artista es a veces el intermediario inconsciente y el creador para la idea de la construcción industrial. Yo me he dado personalmente cuenta de que en la Academia organizada en Moscou había una sección en la cual los alumnos aprendían la mecánica y la estética, de tal suerte que ser artista quiere decir con frecuencia ser estudiante en técnica. Así un hombre cualquiera, atraído por sus gustos personales hacia la belleza de la técnica, se convertirá pronto y realmente en un verdadero constructor.
Pero este no es un camino para la Europa Occidental. En Occidente la ruta hacia la técnica no tiene necesiDespertar de Primavera, porGrosz