AMAUTA 13 R G RIO A AÑO POR CARLOS ROE Aún cuando la semblanza del Dr. Marañón ha sido hecha ya por hombres de mérito y contemporáneos suyos, caben nuevos atisbos sobre la silueta de este intelectual español, por lo mismo que su juventud y sus triunfos ofrecen ancho campo a divagaciones especulativas.
Lo primero que nos interesa de Marañón es su contextura de médico. España ha ocupado en esta primera parte del siglo XX un lugar privilegiado en el campo de la civilización de occidente. No todos están de acuerdo en este concepto; y los españoles en particular niegan el punto de vista de esta paradoja. Pero ello es así: España, sin una gran base científica que ofrecer mundo moderno como contribución de pueblo civilizado; con su aspecto desconectado, de humanidad que trasiega algunas civilizaciones, supo sinembargo atalayar en el horizonte europeo. Ahita de retórica francesa, buscó la máxima ciencia en los laboratorios alemanes cuando ya comenzaba a llegarle, en cuenta gotas, traducido del italiano, parte del caudal que lanzaba la centrífuga teutona.
De tal modo se operó este proceso y con tal rapidez, que España ha pasado en un despertar de su posición crítica a su incorporación en el dinamismo productivo. Marañón pertenece a la vanguardia de estos productores científicos.
Con el bagaje científico de Marañón corre pareja también su consolidación clínica. Este es otro de los aspectos del médico que lo hace resaltar del ambiente empírico y vegetante, que restó a España de todos los conciertos y torneos de alguna seriedad e importancia relegándola al estrato de la civilización balkánica.
La medicina dentro de sus múltiples variantes se ha singularizado fundamentalmente en su aspecto profesional.
Este aspecto profesional de la medicina, es el más pródigo en beneficios y maleficios: como que de él recibe la humanidad el beneficio más inmediato; y también los artesanos de la ciencia los profesionales puros pueden darse el lujo de especular con una ciencia que no conocen.
Constituirse en hombre de ciencia sin vivir al margen del beneficio profesional, es seguramente un progrania de esfuerzo; pero de conciencia y honestidad.
Marañón tiene otra faz dentro de su arquitectura de médico: la de ser un pedagogo sin cátedra oficial. Lo cual demuestra la amplitud de espíritu, el sustantivo helénico de este forjador de escuela. Marañón enseña en su clínica del Hospital General de Madrid, desde las modificaciones imsas sus salas para el tratamiento de infecciosos, hasta la ultima reacción analítica de productos experimentales: lo enseña todo. Es el mérito de lo libre y de lo espontáneo: la enseñanza por la enseñanza; la ciencia por el saber.
Dentro de esta modalidad personal del sujeto, confesemos también que Marañón lo ha conseguido todo. No tiene la cátedra porque no le hace falta el oficialismo; pero tiene discípulos, los mejores discípulos. La Academia le abrió sus puertas, creo que más por la necesidad de robustecer su roído prestigio que por el deseo de comulgar a la vera de un valor moderno. Las demás sociedades científicas españolas tienen en su haber la modalidad democrática de su constitución; de suerte que no requieren grande esfuerzo para amparar a un profesional, si bien son las más exigentes para robustecerlo.
Siete obras de medicina pura ha producido este hombre que apenas pasa de los cuarenta años. Cinco de estos trabajos se dedican al estudio de las secreciones internas, la mejor contribución de Marañón a la ciencia.
Pero el médico que sólo sabe medicina ni medicina sabe, según afirmaba ese lírico magnífico que se llamó el Dr.
Letamendi, médico y poeta, autor de una filosofía de la higiene y de otras cosas más que han tenido embrollado el sentido a muchos intelectuales.
Sin ser pues letamendistas, aceptemos algunas de sus frases como conceptos útiles. Este concepto sobre el médico que solo sabe medicina y que, naturalmente, resulta un analfabeto, viene como anillo al dedo y ha servido bastante en España para renacer en las gentes universitarias ese espíritu conquistador de la cultura general que los alemanes entrenaban todos los días con la enseñanza del latín y con un ideario contemplativo hacia todo lo bello.
La curiosidad hacia esta cultura, claro que no solo pertenece en España a Marañón; pero indudablemente que ha encarnado con más intensidad en la generación que el preside. esta cultura se deben sus últimas producciones: El mito de Don Juan y Tres ensayos sobre la vida sexual. que aparte de constituír temas científicos, sin volatines literarios ofrecen, sinembargo un aspecto sugerente de orientación, imposible de conseguir solo con dosis de especulaciones especificas.
De este breve recorrido sobre la personalidad de un hombre de ciencia, nos queda aún la contemplación de una trayectoria simpática: Marañón es un espíritu revolucionario; es más todavía, es un prestigio revolucionario en la ciencia y en la ética.
Cuando un hombre como Marañón, ha recibido de la vida un torrente de homenajes, sin grandes inmutaciones, sin crecerse. como se dice en la jerga moderna, y su ideología como su actividad siguen aferradas a un plan de la vida que es todo lucha y quebranto, bien puede afirmarse qne anida en el sujeto una sentida raigambre de credo revolucionario. sus actos no lo desmienten. Años ha, sin aspiraciones mercenarias, sin odios terribles redactaba Marañón el programa faccioso que derrumbara de las cátedras de Madrid a unos pretendientes vertebrados. En estos últimos meses, nos llegó la noticia de su captura por encarnar en el Ateneo de Madrid el espíritu liberal, sólo el espíritu liberal, escarnecido por las botas militares.
Marañón como toda la intelectualidad moderna de España, que no viva del ibero americanismo ni de tantos falsos valores como los que se dan en estos tiempos de nuevos vasallajes, tiene su espíritu nutrido de una savia rebelde a todos los entronizamientos; y si en esas tierras no reviven hoy las audacias aventureras de las guerras civiles es porque el mundo político moderno sabe de las nuevas tácticas y de los principios que empujan a las masas a reconquistar ciertos fueros.
La suerte que les cabe a los intelectuales como Marañón y sus compañeros de Ateneo en la lucha contra el jocoso caciquismo de los entorchados es un proceso biogenético que modificará la nueva cultura en un sentido menos retórico, pero más intransigente: en el sentido de las verdades y de los valores.
اکا