Invasion

2 AMAUTA TEMPESTAD EN LOS ANDES POR LUIS VALCARCEL COMO UN LADRON EN LA NOCHE Los grandes movimientos del alma de la especie vienen al principio COMO UN LADRON EN LA NOCHE, y he aqui que luego súbitamente se les descubre poderosos y mundiales.
WELLS.
Si, como un ladrón en la la noche, ha llegado la nueva conciencia. Quién la ha sentido llegar? No ladraron los perros centinelas. No hay ánades en el Capitolio. Pero la nueva conciencia aquí está en el silencio anunciador, en las tinieblas predecesoras.
La sentimos latir en el viejo cuerpo de la Raza, como si de la cegada fuente volviera a manar el agua viva. El muierto corazón, la oculta entraña, reinicia su dinámica de péndulo. Lento, lento, casi imperceptible, Venid ya, la nueva conciencia ha llegado. Corre la savia por el viejo tronco.
el Altay misterioso arranca el impulso vital de los pueblos fundadores. En el camino las razas se juntan y entrechocan, se mezclan y se separan. Cada una se afirma en su esencia, pese a homologias temporarias. El arbol étnico vive de sus raíces, aunque sus ramas se enreden en la maraña del bosque, aunque su copa se vista de exóticas flores. La Raza perdura.
Eclipses, quebrantamientos, inferioridad y opresión: todo lo resiste. Vive en alzas y bajas, en florecimientos y decadencias: el brillo o la sombra no le afectan en lo intimo.
Puede ser hoy un imperio y mañana un hato de esclavos. No importa. La raza permanece idéntica a si misma. No son exteriores atavíos, epidérmicas reformas, capaces de cambiar su ser.
El indio vestido a la europea, hablando inglés, pensando a la occidental, no pierde su espíritu.
No mueren las razas. Podrán morir las culturas, su exteriorización dentro del tiempo y del espacio. La raza keswa fué cultura titikaka y despues ciclo inka. Perecieron sus formas. Ya nadie erige monolitos Tiawanaku ni fabrica aryballus Kosko.
Pero los keswas sobreviven todas las catástrofes. Despues del primer imperio, cayeron los andinos en el felahismo. Mas, de la humana nebulosa, casi antropopiteca, surgió el Inkario, otro luminar que duró cinco siglos, y habría alumbrado cinco más sin la atilana invasión de Pizarro.
EL MILAGRO Era una masa informe, ahistórica. No vivía, parecía eterna como las montañas, como el cielo. En su rostro de esfinge, las cuencas vacías lo decían todo: us ojos ausentes no miraban ya el desfile de las cosas. Era un pueblo de piedra. Así estaba de inerte y mudo; había olvidado su historia. Fuera del tiempo, como el cielo, como las montatañas, ya no era un ser variable, perecedero, humano. Carecía de conciencia.
El bien y el mal, el dolor o el plácido vivir, Dios, el mundo, habían perdido, para él, todo valor.
Era una Raza muerta. Le mataron los invasores hasta a sus dioses. La. Españolada había caido sobre el jardin inkaico con la implacable y universal fuerza destructora de un crudo invierno.
Pasaron los siglos; para la Raza era ayer. Los agostados campos se desentumecen de su sueño de piedra.
Hay un leve agitar de alas; quedamente se percibe un lentísimo arrastrarse de orugas; algo como sórdo preludio de lejana sinfonía. La naturaleza vive el milagro primaveral.
La masa informe de los pueblos muertos mueve tambien y todos los sepulcros tornaránse matrices de la Nueva Vida.
Hay un milagro primaveral de las razas.
se ¡DEJADNOS VIVIR!
De todas partes sale el grito uniforme.
Los hombres de la montaña y de la planicie, de la hondonada y de la cumbre ululan el grito único.
Lo lanzan al cielo como una saeta vibrante y sonora.
No se escucha otro clamor, como si todos los hombres solo fueran aptos para emitir esa sola vibración vocal. Dejadnos vivir!
És la raza fuerte, rejuvenecida al contacto con la tierra, que reclama su derecho a la acción. Yacía bajo el peso aplastante de la vieja cultura extraña.
Aprisionada en la ferrea armadura del conquistador, la pujante energia del alma alborigen se consume. Estalla la protesta, y el grito unánime resuena de cumbre en cumbre hasta convertirse en el vocerío cósmico de los Andes.
AVATAR La cultura bajará otra vez de los Andes.
De las altas mesetas descendió la tribu primigenia a poblar planicies y valles. Desde el sagrado Himalaya, desde De ese rescoldo cultural todavía viven cuatro millone.
de hombres en el Perú y seis más entre el Ecuador, Bo livia y la Argentina. Diez millones de indios caidos en la penumbra de lasculturas muertas.
De las tumbas saldrán los gérmenes de la Nueva Edad.
Es el avatar de la Raza.
No ha de ser una Resurrección de El Inkario con todas sus exteriores pompas. No coronaremos al Señor de Señores en el templo del Sol. No vestiremos el unku ni cubriráse la trasquilada cabeza con el llautu, ni calzaránse los desnudos pies con la usuta. Dejaremos tranquila a la elegante llama servicial. No serán momificados nuestros cuerpos miserandos. No adoraremos siquiera al Sol, supremo benefactor. Habremos olvidado para siempre el kjipus: no intentaremos reanimar instituciones desaparecidas definitivamente. Habrá que renunciar a muchas bellas cosas del tiempo ido, que añoramos como románticos poetas. Mas, cuánta belleza, cuánta verdad, cuánto bien emanan de la vieja cultura, del milenario espíritu andino: tcdo fué desvalorizado por la presunción de superioridad de los civilizadores europeizantes. La Raza, en el nuevo ciclo que se adivina, reaparecerá esplendente, nimbada por sus eternos valores, con paso firme hacia un futuro de glorias ciertas. Es el avatar, la incesante transformación, ley suprema que todo lo rige, desde el curso de los mundos estelares hasta el proceso de estas otras grandes estrellas que son las razas que pululan por el globo, erráticas dentro de un sistema: es el avatar que marca la reaparición de los pueblos andinos en el escenario de las culturas.
Los Hombres de la Nueva Edad habrán enriquecido su acervo con las conquistas de la ciencia occidental y la sabiduría de los maestros de oriente. El instrumento y la herramienta, la máquina, el libro y el arma nos darán el dominio de la naturaleza: la filosofía clave metapsíquicahará penetrante nuestra mirada en el mundo del espíritu.
En lo alto de las cumbres andinas, brillará otra vez el sol magnífico de las extintas edades. Por sobre las montañas, en el espacio azul que sirve de fondo a los Andesbambalinas de lo infinito. se producirá la armonía de 0