José Carlos MariáteguiMarxismVíctor Raúl Haya de la Torre

CLAVE Tribuna Marxista guientes palabras, que importa mucho recoger en su integridad para ubicarlo entre nuestros contemporáneos. La época de la libre concurrencia, en la economía capi.
talista, ha terminado en todos los campos y en todos los aspectos. Estamos en la época de los monopolios, vale decir de los imperios. Los países latinomericanos llegan con retardo a la competencia capitalista. Los primeros puestos están ya, definitivamente, asignados. El destino de estos países dentro del orden capitalista, es el de simples colonias. La oposición.
de idiomas, de razas, de espíritus, no tiene ningún sentido decisivo. Es ridículo hablar todavía del contraste entre una América sajona materialista y una América latina idealista, entre una Roma rubia y una Grecia pálida. Todos estos son tópicos irremisiblemente desacreditados. El mito de Rodó no obra ya. no ha obrado nunca útil y fecundamente sobre las almas. Descartemos, inexorablemente, todas estas caricaturas y simulaciones de ideologías y hagamos las cuentas, seria y francamente con la realidad. Hacer las cuentas franca y lealmente con la realidad, en vez de escamotear sus resultados tras los abalorios de la re.
tórica escolar, he ahí lo que intentó Mariátegui, desde La Escena Contemporánea hasta su Invitación a la Vida Heroica. pasando por las páginas de Amauta. que habían de constituir su libro, El Alma Matinal y Otras Estaciones del Hombre de Hoy.
La literatura no era para José Carlos Mariátegui una categoría independiente de la historia y de la política, sino una representación perdurable de éstas, que, al fin y al cabo, determinan en forma práctica el sentido social de la vida humana. Por eso no tuvo empacho en llenar buena parte de Amauta con toda clase de experiencias artísticas, tan discutibles por lo general, como los mensajes idealistas de Vasconcelos, Palacios y Haya de la Torre a las juventudes. Sólo con este último, quizá por ser de su misma tierra, tuvo el director de Amauta ocasión de romper lanžas en una polémica resonante, de la que se recuerda todavía una frase cáustica contra la jefatura del APRA: esa vedette pro.
sopopéyica. Pero se equivocan de medio a medio quienes, fundándose 251