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Tribuna Marxista CLAVE sible únicamente por medio de la destrucción del ferrocarril de Murmansk. Esto era correcto desde el punto de vista estra: tégico. El problema de la intervención o no intervención de la aviación aliada dependio de un cabello. Del mismo cabello de.
pendió también, evidentemente, la posición del tercer campo.
Nosotros hemos considerado desde el principio que una posi: ción debe depender de los campos clasistas fundamentales en guerra. Eso es más seguro.
No Entregar al Enemigo las. Posiciones Conquistadas.
La política del derrotismo no es un castigo a determinado gobierno por sus crímenes, sino una deducción de las relaciones clasistas. La línea marxista de conducta en la guerra no se basa en concepciones abstractas, morales o sentimentales, sino en la definición social del régimen, en sus relaciones con otros regímenes. Defendimos a Abisinia, no porque el Negus fuera política o moralmente superior a Mussolini, sino porque la defensa de un país atrasado en contra del látigo colonial da un golpe al imperialismo, que es el peor enemigo de la clase obrera mundial. Nosotros defendemos a la URSS, independientemente del Negus moscovita, por dos razones fundamentales: 1) porque la derrota de la URSS entregaría al imperialismo nuevos recursos gigantescos y podría prolongar durante muchos años la agonía de la sociedad capitalista; y 2) porque las bases sociales de la URSS, libertadas de la bu.
rocracia parasitaria, són capaces de asegurar un progreso económico y cultural inmenso, mientras que las bases capitalistas no ofrecen más que la putrefacción continua.
Más que por nada, los críticos ruidosos están condenados por el hecho de que siguieron considerando a la URSS como un Estado obrero cuando Stalin destruyó el Partido Bolchevique; cuando estranguló la revolución proletaria en España: cuando traicionó a la revolución mundial, en nombre de los frentes populares y de la seguridad colectiva. En todas estas situaciones, ellos. consideraron necesario defender a la UR SS como un Estado obrero. Pero cuando el mismo Stalin invade la democrática Finlandia, cuando la opinión burguesa de las democracias imperialistas, que ha tapado y justificado 236