FascismIV InternationalMarxismNazismStalinStalinismWorking Class

CLAVE Tribuna Marxista cho distinción estricta entre esas dos posibilidades; pero no se contradicen de ningún modo una a la otra. La degeneración, inevitablemente debe, en cierta etapa, terminarse por el hundimiento.
Un régimen totalitario, de tipo stalinista o fascista, no puede ser, por su esencia misma, más que un régimen tempo ral, transitorio. La dictadura ha sido, generalmente, en la historia, resultado y signo de una crisis social particularmente aguda, y no de un régimen estable. Una crisis aguda no puede ser un estado permanente de la sociedad. Eſ Estado totalitario puede, durante cierto tiempo, ahogar las contradicciones sociales, pero no es capaz de perpetuarse. Las depuraciones monstruosas en la son el testimonio más convincente de que la sociedad soviética, intenta orgánicamente arrojar de sí a la burocracia.
Hecho asombroso, precisamente en las depuraciones stalinistas ve Bruno la prueba de que la burocracia se ha convertido en clase dirigente, ya que sólo una clase dirigente es capaz, en su opinión, de medidas de tal magnitud. Olvida, sin embargo, que el zarismo, que no era una clase. se permitía también medidas de depuración bastante amplias; por lo demás, precisamente durante el período en que se aproximaba a su fin. Por su amplitud y su monstruosa mentira, las depuraciones de Stalin no atestiguan nada más que la incapacidad de la burocracia para transformarse en clase dominante estable, y son síntomas de su cercana agonía. No cae ríamos nosotros en una situación ridícula, si atribuyésemos a la oligarquía bonapartista el nombre de nueva clase dirigente, unos años o tal vez unos meses antes de su lamentable. Ciertamente, en la última parte su libro, que contiene contradicciones fantásticas, Bruno refuta de modo enteramente consciente y puntual su propia teoría del colectivismo burocrático. expuesta en la primera parte del libro, y de clara que stalisnismo, fascismo y nazismo son deformaciones transitorias y parasitarias, castigo histórico de la impotencia del proletariado; en otros términos, después de haber sometido las concepciones de la Cuarta Internacional a la más viva crítica, Bruno vuelve súbitamente a sus concepcones, pero sólo para entrar en una nueva serie de yepros. Ninguna razón tenemos para seguir paso a paso a un escritor que os tensiblemente ha perdido el equilibrio. Lo que rios interesa son los argumentos con que intenta cimentar su concepción de la burocracia como clase. 18