ARIETE niel, cuy CANTO PLEBEYO entre lo que se eleva y lo rastrero, una silueta surgirá grandiosa ante cuadro tan regio, una silueta, nada más que una, pero que deje adivinar ejércitos: da silueta del hombre que trabaja, Ila bendita silueta del obrero. Hacia la cumbre la razón que guíal (Hacia la altura la verdad y el mérito, todo lo que está libre de cadenas, todo lo que es amor y pensamiento, todo lo que palpita y vibra y treme con el estremecimiento de los nervios, y es cadencia en la lira del poeta y oriflama en el alma del maestrol Hacia esa inmensidad cuajada en soles que espanta a los vampiros del progreso!
Hacia esa inmensidad donde las águilas beben el jugo de la luz a besos, suba el rumor de nuestra voz altiva, suba el clamor del entusiasmo nuestro, suba la floración de nuestras almas como si fuera el símbolo del éxito, y rasgando los aires con sus alas, y rasgando el crespón de los misterios, suba basta Dios ese rumor que es grande, llegue basta él ese clamor que es bello, hecho fuerza creadora en el espacio.
y en la frente de Dios dardo de fuego!
Hacia la cumbre, pues, lo que fulgura, todo lo que es inmenso, cuanto seduce al alma y la levanta y cuanto tiene el corazón de bueno; cuanto es amor y libertad y vida, y caricia de luz en el cerebro, y pétalo en la mente del artista, y músculo en la ira del obrero, y como el espacio es infinito, y como el tiempo, asombrador y eterno!
po importa que el reptil ruja de rabia; no importa que la cólera del necio metida en la tiniebla de su mito destile baba negra; que el insecto zumbe su odio; que la escama aceche; que la pezuña salte; que un lamento surja de catedrales, de palacios, capillas y conventos; nada importe a la nube que se eleva; nada importe al condor que rompe vuelo; nada importe al amor que arrasa y cunde; nada importe a la luz al pensamiento; Dada importe a la ceiba que desgreña furioso el rayo, el vendaval colérico, que al fin la pluma vencerá a la escama, la ciencia radiará en un cielo nuevo, y en medio de esta lucha decidida. vaticinio de paz y de consuelo, de esta contienda hermosa y empeñada La fábrica, la escuela, la academia, la biblioteca, el campo, el buen ejemplo; he aquí la salvación del proletario.
Las llamas del infierno, los ángeles con alas y los diablos con cuernos, son sólo una creación de la ignorancia, son sólo una visión del retroceso, un medio de explotar, o en otros términos, ụn medio de robar oro y más oro porque así lo predica el evangelio; ese libro terrible que está escrito con cieno, con sangre humana humeante, pues aún arde la pira del tormento.
Ese código trágico que hoy día debe caer hecho pedazos, como han caído los tronos de los reyes cuando los ha tocado el intelecto; debe caer, y cuando caiga deben brotar la escuela donde fue el convento, brotar la fragua donde fue la ermita y brotar el taller donde fue el templo; en cuya puerta principal se lea esta inscripción hermosa y elocuente, este rótulo espléndido que abre todo un surco a la esperanza y da nuevas palancas al progreso, esta inscripción grandiosa. Ciencia y Trabajo. Casa del Obrero. El porvenir se esboza; sea nuestro, pues, el porvenir, obreros; que rueden las coronas al abismo y que caigan los cetros, que apunte el sol de la verdad científica y que luzca, por fin, el día nuevo, aquel en que burgueses y canallas, esa buitrada que emparagua el cielo, reconazca que nada es tan sublime como ser proletario y ser plebeyo!
ROSENDO SALAZAR.