Marxism

Al terminar rápidamente su fricción habitual y haberse vesCLAVE Tribuna Marxista gón. No podíamos conciliar el sueño; nuestra vida en Moscú en las últimas semanas, y sobre todo en los últimos días, había sido tan agitada, nuestra fatiga era tal, que la excitación nerviosa no podía desaparecer aún. Me acuerdo que me dijo. Es mejor. la deportación. morir en una cama del Kremlin no estoy de acuerdo.
Aquella mañana estaba lejos de todos estos pensamientos.
un buen estado físico le daba la esperanza de trabajar durante el día como es debido. tido ligeramente, salió con vivacidad al patio para dar de comer a sus conejos. Cuando se sentia mal, el alimentarlos le incomodaba; pero rehusaba abandonar ésto porque le inspiraban lástima sus animalillos. Hacerlo como él quería y como tenía por costumbre es decir bien era difícil. Aparte ésto, estaba en guardia: era necesario economizar sus fuerzas para el trabajo intelectual. El cuidado de los animales, la limpieza de sus cajas, etc. le ofrecía por una parte descanso y distracción, pero, por otra, le fatigaba físicamente y ésto se reflejaba en su capacidad global de trabajo. Todo lo que él hacía lo hacía con entusiasmo. No conocía mediocridad; lentitud e indiferencia. Por eso näda le fatigaba tanto como las conversaciones vanales o semivanalės. Con qué ánimo recogia cactus para plantarlos en nuestro jardin! Se daba a ello por entero Empezaba a trabajar el primero y terminaba el último; ninguno de los jóvenes que le acompañaban en sus excursiones podía igualarle. Desistían más pronto y se rezagaban uno tras otro. Pero él era infatigable. Muy a menudo, al mirarle, me maravillaba este milagro. De dónde sacaba esa energía y esa fuerza física? Ni el sol, extremadamente ardiente, ni las montañas, ni las bajadas cargando cactus pesados, como el hierro, tenían efecto sobre él; a él le hipnotizaba el resultado del trabajo. Encontraba un descanso cambiando el carácter de este último. En el trabajo hallaba compensación de los golpes que le 18