Marxism

Tribuna Marxista CLAVE ambulancia, continuaba, pero mi corazón latió con la esperanza, ahora mejor Atravesamos la puerta. El coche se paró. Nos rodeaba la gente. Entre ellos puedeni, estar los enemigos pensé yo como siempre en éstos casos. Dónde están los amigos? Es preciso que ellos rodeen la camilla.
Hele ahí en la cama. Silenciosamente los médicos examinaron la herida. Siguiendo las instrucciones la enfermera procedió a cortarle el pelo. Yo estaba en pie, a la cabecera. Sonriendo ligeramente me dijo. También ha venido el peluquero. Trataba de alejarme los pesares.
El mismo dia habíamos hablado de la necesidad de llamar al peluquero para que le cortara el cabello, pero no se hizo. Ahora se acordaba de ésto.
León Davidovich invitó a Joe, que estabą también allí, cerca de mí, a apuntar en una libreta su despedida de la vida, como así fué después. mi pregunta sobre lo que había dicho, Joe me contestó. Me pidió apuntar algo sobre estadística francesa y me sorprendi de por qué entonces hablaba de estadística francesa. Qué extraño. pero, tal vez, se sentia mejor.
Yo continué de pie a la cabecera, sosteniendo el hielo sobre la herida y escuchando. Empezaron a desnudarle, y, para no molestarle, cortaron con unas tijeras su blusa de trabajo. La enfermera y el doctor intercambiaron una mirada de simpatía por la blusa obrera y después le cortaron el chaleco, y después la camisa. quitaron el reloj de la muñeca, la ropa restante, sin cortarla. En este momento me dijo. No quiero que me desnuden ellos, quiero que tú lo hagas. Lo dijo muy distintamente, pero muy afligido. Estas fueron sus últimas palabras dirigidas a mí.
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