RENOVACION 169 de la noche. Durante mucho tato no que moduló un trino en su árbol; permaneció agitado, sin poder dormir, con lo cual todos los demás se alboroa pesar del cansancio que sentía, Se taron y se pusieron cantar.
acordo de que para conciliar el sueño Borráronse por completo las estre.
acostumbraba leer. Pero la idea de un llas y la luua se torno blanca como libro allí, le pareció sumamente extra. upa gran concha de nácar. No era ya fia, rara. Penso que leer era una cosa su luz la que hacía más visibles los.
Temotísima, algo que ya no estaba en objetos; era el alba que sobreſa al su existencia, un hábito del que se mundo, leve como una virgen que había libertado hacía tiempo. No era abandona su lecho, apartando las ligepues, ya otro hombre. rísimas cortinas rosadas y azules, Apenas pudo darse cuenta de esas. Una aurora del Cauca, con una ideas confusas. Luego recordó dónde estrella de plata en la frente!
estaba; y el mañana. ese siguiente El corazón de Andrés entono como día, tan cercano ya para él que liabía las aves un himno de alabanza a esta esperado tanto tiempo, se le represen. belleza que volvía a ver; a ese cielo tó con todas sus emociones, como algo dónde brillaba el aiba de tan hermoso grandioso, inconcebible, que iba a sa día, después de la segta noche de la cudir su sér y. su vida.
ausencia. Pensó. Regocljate, loh miserable ser ator. Esta será la última noche que vi mentado por la duda, se decía sí. piré yo en casa extraña.
mismo. He aquí que llega una felici. Pensó más: dad en que apenas te atrevias a creer. Será la última noche Alma cansada y triste, despierta porAfuera, detrás del tabique, el caba qute grande es la dicha que te espera. llo golpeaba con los cascos el suelo de Purificate de todas las amarguras, de la pesebrera y se le ofa comer la caña todas las ironías y queda limpia, como en un cajón. El murmullo del Tío se los seres sencillos que se acercan a un elevaba: desde las profundidades del altar!
precipicio, dominando la calme noc. Los pájaros cantaban en el bosque turna. lo lejos, sumamente lejos, Las aeblinas ascendían flotantes como ladridos de perros.
el humo del incienso. El sol iluminó las cimas de la cordillera. XIII Ese día, remontando el curso del Dagua, atravesó Andrés los sitios más Las cinco y media serían cuando a pintorescos del camino, entre casitas la mañana siguiente salió Andrés, de blancas, huertos, jardines y corrales, la posada del Naranjo. cliyas tapias y talanqueras festonas La luna alta y pálida, con su disco campanillas Aztles.
carcomido, bañaba de luz tenue y. Como la senda va por el fondo del amarillenţa las rocas, las faldas y las valle angosto formado por la cuenca cumbres, dando todo perspectivas del río, siete veces hay que pasar sus de lejanía.
raudales, cada vez menos impetuosos Sobre el granito del camino resona y de linfas más puras. De un lado y ban las herraduras del caballo, paso otro recibe los riachuelos que bajan largo por las revueltas pefiascosas, bulliciosos por los Bancos de las se.
donde todavía hay altos voladeros. Iranías, medida que avanzaba Andrés, Eu las colinas y faldas hay risne veía emblanquecerse el cielo y patide fias estancias, cuyas cercas dibujau, der las estrellas con debilísimos fuigo cuadriláteros en las laderas, Per stis.
res: Un cefiro delicioso le producía contornos pacen libremente Facadas y en la piel sensaciones de besos. Los rebaños de ovejas. Las cabras saltan grillos despertaban entre la hierba. en los barrancos amarillos se suben Un pajarito madrugador fué el prime a las grandes piedras. Oyensę mojidos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.