RENOVACION 163. Una tumba en el destierro La muerte de Isaías Gamboa Cuando aúo vágaba entre los sauces a los dias áltimos de los tísicos, no le y cipreses del cenepterio de Santiago dejaba un solo instante. Su color era el ero tristemente doloroso del último pálido, con palidez cadavérica, su migolpe con que el sepulturero cerraba rada incierta, vaga, con esa incertipara siempre el picho donde reposan dumbre y esa vaguedad de los gute los restos de Juan Coronel, el cable van ya en camino hacia el país del nos comunicaba desde el Perú, que en misterio. Sin embargo, él, engajado el Callao, en 404 cama de arriendo con la mentira de la esperanza que del Hospital de Guadalupe, Isaías acompatte hasta el áltimo instante a Ganiboa había emprendido el viaje de los enfermos de ese terrible y extraño regreso hacia el gran mundo ignoto, mal, se creía sano. Estoy bien, nos de donde todos somos y hacia donde dijo; pronto me levantaréı, todos volvemos. se levantó en efecto; pero para La muerte de Gamboa, como la volver a caer.
muerte de Coronel, no era para noso. Fué en otra hermosa noche de printros, los que le conocíamos de cerca, cipios de este año, en una estrellada acoritecimiento inesperado. Todos sa noche de placidez, cuando Masferrer bíamos que la vida de Isaias estaba y yo volvimos a dirigir nuestros pasos contada. Las durezas de hacia el puero lecho de dolor del poela última revolución colombiana cp la ta. Esta rez se hallaba en el Hotel que tomara parte, junto con las itt Francia, al lado de la pieza de Juan clemencias del clima chileno, bablan Coronel, sienipre centre sábánás de minado definitivamente su organismo, arriendos, como ha dicho un poeta Ilevando hasta las células de sus pul chileno.
mopes, el implacable microbio de la Creo haber referido alguna vez que tisis.
a la hora de puestra visita figuraba at Fijo eu ti medioria está el recuerdo borde de su lecho, anipiándole con de la primera visita que le hice en su entusiasta charla el infortunado Coro.
lecho de dolor, que ya era su lecho de ne. Quién les hubiera dicho a los muerte. Fué en una noche espléndida dos que en el libro donde el Destido del mes de diciembre pasado. Alberto va apuntando los nombres de los calMasferrer, Joaquín Vigil y yo, nos didatos a la muerte próxima, ellos encontrábamos comiendo en casa del figuraban entre los primeros! Recuerprimero. De pronto alguien aseguró do quie Coronel charlaba con ardor, que Gamboa guardaba cama en el soñando aún, como él lo acostumbraLiceo alemán, atacado de mal incuraba, con las grandezas de esta vida ble. Se dijo que, ademas, nuestro miserable e inútil, Gamboa reia triste amigo se hallaba casi abandonado, mente. Acaso ya comenzaba compues siendo tiernpo de vacaciones, no prender, aunque de vaga manera, que vivían en el establecimiento sino él y el viaje final le estaha fijado para muy alguuos profesores que poco o ningún luego. pesar de todo, el aún trataba caso hacian de su dolencia. Iuniedia. de engañarse. Nos babló de mucho en tamente brotó de todos los labios la los intervalos que la verbosidad de misma proposición. Vamos a verle. Coronel, ya loco, se lo permitían de ftiimos. Allí estaba el poeta en Colombia, de la vida de Santiago, de fermo, doliente y solo: la tos, la sus versos, de 811 novela Tierra Natiincansable y terrible tos que atormen. var, de su salud, de todo, menos de RILIETTA biu Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura Ngenud, odia