RENOVACION 131 DośA ENC. en extremo complacida, es trecha la mand de Marcelo. Bienveuidos sean. Los esperábamos con apsia, ROBERTO, tendiendo a turno la mano a doña Encarnación, con a franca sonrisa habitual ¿Qué tal? Tatito gusto, señora!
Tiezie usted a los dos mosqueteros ad por tas, con la sala intención de divertirse mucho. usted, siempre leyebdo?
Doña ENC. Si qué le parece! Estoy con la cabeza abombala, Figúrese ustal, nos Horas de leer clavada en este sil16n!
Pero vamos a ver qué nueva diablura se le ocurre a risted. No viene nadie más!
ROPERTO. En el tren de las cinco y me cia, no han de tardar.
MARCELO. papá el silou ministerial lo ha reblandecido, y naturalgiente prefiere las como lidades de un vagón de ferrocarril y un kilometro de coche, a. cabalgar un par de horas.
ROBERTO. Acbaques de ministros, borilbre! Don Andrés se ha acostumbrado viajar retratado en los periódicos!
DOMA ENC. sonriendo. Jesús, qué hombre. Entonces voy ahora mismo a ordenar que vaya el Hibury por ellos a la estación. No me gusta hacer esperar a nadie. Luz, apareciendo en la terraza, de improviso. No tía, no vaya usted! Ya lo mandé yo. Muy buenas, señores. Me babin escondido por la facha, creyendo que venia gente.
MARCELO, afable, Mil gracias Luz. Gente extraña, quise decir.
ROBERTO, en lama melodramálico se adeLanta hacia Luz. iLuz. Luz de donde el sol la toma!
Luz; sonriendo afectuosamente. Hombre!
Va a dejar el mundo a oscuras! No sex adulador.
Roberto estrecha la mano de Luz, y se aparta para que lo haga Marcelo, vol vienda al lado de dona Encarnación MARCELO. Después de todo nada de per dería con volver al caos en donde nos halldbamos sumidos antes de que esta lambrera viniese al mondo.
Schala Roberto, y estrecha. con cariño las dos manos de. Zn2, afiadiendo en voz baja: Qué gauas teria de verte. Luz. Estoy por decirte que yo no: ne tienes enojarta; bace lo tuenos un mes que do ciarlamos. No te prodigas mucho.
MARCELO. Un mes sin que echemos. un palique: jeg atroz!
DOÑA ENC. interrunpiendo su conuer.
Sación con Roberto. Quien no los colocie.
ra pensaría maloyéndolosi. Por Dios, sién.
tense señores!
MARCELO. Le adrierto, señora, que no hemos de sentarnos, mientras no le den de comer Roberto, que viene con un hambre feroz: la de siempre.
ROBERTO. Tú exageras.
DOÑA ENC. No se apene usted! Yo sé lo que es ger muchacho. Vainos, le tocará usted comer con Angela, que acaba de sentarse a la mesa en compañía de Antonia.
Marcelo: jy ustest no nog acompañar MARCK10. Mil gracias! No: em casa, se come muy temprano.
Se sienta al lado de L42.
DORA ENC. Por lo menos una copita.
MARCELO. No, mil gracias, señora.
DOÑA ENC. Entonces, con permiso, Venga Roberto.
Ambas se kevantan.
RONQRTO, alejándose. Supongo que a nii, tenieurlo en cuenta mi estado, tampoco me negarán el permiso. Entran en la 1254. ESCENA Loz y MARCELO LOZ, com 544 dntzura peculiar. Qué ha siclo de tu vida. Por qué no liabías vuelto.
Antes montabas. y verías a vernos todas las tardes.
MARCELO. Tá lo debes suponer. En primer lugar, por piis estudios de Derecho; y después, talvez Angela imaginaria que mis asiduidades eran para e118, do por la antigua amistad que tengo contigo; cosa bien ingrata para mí que no quiero pořtificarla a menudo con cui presencia, desde las frases duras, casi agresivas, qite tuvo para ini ta última vez que reñiwos, y de las cuales de: duje que no soy niés que un estorbo a su porvenir, LUZ. Creee sinceramente lo que estás diciendor MARC 40: Por qué no? Ella es una mi Jer. yo, apenas un muchacho que hace su cirſers.
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