RENOVACION 35 Las palabras del viejo querlaban resonan No llores más, que podria oirte tu herclo en nuestros Oidos como une música, co manita y esto la afligiría mucho.
mo armonioso susurro primaveral. Amaos Pero si ella ha truerto.
siempre. esta frase nos llenaba de felicidad. No, los niños buenos nuncá mueren.
a pii coinpecerita ya mi. Era como la con entoncesi firmación del cariño y de la ternura que Les salva su pureza. Es cierto que, mantenían tunidas fitestras tios almitas de cilando ya no hablan, cuando no contestan niños btienos, como a las violetas las raíces los llevan al cementerio y los cubreg con aromáticas con que el buet anciano las tierra. Pero por la noche, el Hadla Blanca, cefia. Amaos siempre. Si ya dos amába 14 Hija de la Luna, log recoge y los vuelve mos, si nos amaríamos toda la vida. Por a la vida, anos se convierten en pájaros, qué no. otros en mariposas y los mejores se trans El maestro Antonio quedaba contemplún formad. en aromas y quedan flotando en el donos desde el puente, a lo largo del sendero, ainbiente, estos Altimos no se les ye, pelasta perdernos de vista. cuando por últi ro, cuando es primavera, puede oírseles a me ver tornábamos mirarle, nos decía ciertas horas del dia ya veces por la noche.
Bilios con 94 viejo sombrero, o con su pa Pasati por sobre nuestras cabez y van die. fiuelo rojo de guardas y flores amarillas. ciendo los tombres de las personas que fueNas, he aquí que el destino, sietnprero de su agrado, para demostrarles que las cruel, nos sale al paso una tarde: Paulita se atran y no las olvidad, esconde dentro de la tierra para dormir y no. Paulina?
despertar más. Paulina és de estos últiinos. Paskrá Yo no podía respirar y el llanto nás notubrándote dentro de poco: Aguarda, anargo y más ardiente inondo mis ojos. Me aguarda, 00 sabes que estamos en prihacía dno el gol, y el aire, y las flores, y maveral los pájaros y todo cuanto pudiera avivir en Con los ojos diny abiertos que té pensativo el recuerdo la imagen adorable de mi tierna entre las fores. Paulina no tardó mucho compafierita ausente y oculta dentro de la tienipo. Jugt. 80. iba clicierdo tierta, oculta para sieruipre!
través del jardín. Yo tenía en la mano ut Tampoco el viejo zapatero ere indiferente a nito de violetas atadas con una raíz aroa la catástrofe. En su amplie frente, arruga mática. Leventé el brazo y arrojé et radio pla y seca, me fué fácil deletrear el pesar y lo alto calculaosto que pudiera caer en la la angustia que le dominabau. Viéndome aclorable cabecilla de cabellos negros de mi llorar, lloró a su vez; pero se serenó luego y compaſterite. El viejo zapatero leyó en mi tomándome por la mavo me llevó al jardín, alma y me beso en la frente con terpura.
No sabía que fuera prohibido sentir.
Como mariposas de luz, transparentes, Colgando del hombro izquierdo llevaba ona invisibles, las armonías partían del violín, pequeña caja de pino rematada en una pieza Volaban y volatan, unes en pos de otras, tantien de madera que semejaba la parte buscudo eu dónde posarse, busando septi interior de un zapato. Era, bien se ve, ano mientos.
de tantog limpiabotas.
Los transeuntes, gentes de negocios los yiodín seguia vbrando, ona suavemente, más, pasaban y pasaban, eu busca de ocasio. ya con potente brio, ora esparciendo doloromes, indiferentes a las frases del violin: 893 angustias, cougojas desesperantes, o bien Al fin uno se detuvo: un affapiezo de once interisas diclias a regocijos plácidos; ya solalios cuando más; limpios, muy limpios los tango al aire caravanas die trinos, o ecos de pies; los pantalones y la blusa limpios, muy cascadas en que el bosque parecía articular limpios y titty renendados: la gorra da sy pensamiento de lado e insuficiente aprisionar. Aquella El arrapiezo, olvidándose de todo, acercó exluberancia de cabellos negros, los ojos, oji el cajoncillo a la ventana y subió sobre el llos de conejo, negros también y muy vivos. Para oir mejor.
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