RENOVACION 27 El recuerdo de Carlota perturbaba deseaba la muerte a su enemigo, motodavía a Goethe, cuando este suici. delaba su efigie en barro o en cera y dio le arra11c0 dc su sueño, y le obligó luego le pasaba el corazón de una pua descender con espanto al fondo de falada murmurando palabras mági.
su gima, donde dormia a ón, pronta a cas. Lo propio hizo Goethe consigo reuacer, la pasión que juzgó sofocada, mismo y con el dese con el desesperado allante Eotonces compuso el Werther, ter que hubiera podido ser, cuya itlagen minando la historia con el suicidio de le ofrecía Jerusalén De sa exagerado Jerusalén, Así quedó libertado de su amor, manchado de ajeng sangre, fortortura. El poeta exorcizó al demonio mó Wertiler, y po, en verdad, con que le poseía con aquella confesión inerte materia, sino con la cálida Corriendo los años, siempre que vefa substancia de su corazón. Una vez alguien inquieto o triste, recordaba creado el personaje, le pasó de 10 cómo babía escrito Werther para golpe, pronunciando maravillosas pa.
librarse de aquel peligroso sentimien labras, y desembarazado de este eneto. Haced to que yo decía. echad Inigo interior, tranquilo y libre, em val mundo et ser que os atormenta, y prendió luego su viaje hacia su glorioso Hos juro que no os dolerá más en las destino.
rentrafias.
na de las más usadas prácticas de Del libro Las mujeres de Goethe, por PAUL DE SAINT VICTOR. De venta en la la brujería en la Edad Media, consis libreria LECTURA BARATA, de Falco, Ze.
tía en dialeficiar en ittagen. Quieu ledón Cia La muerta. Vaya dijo Sowerberry, cogiendo taladas con gruesas vigas sólidamente, el sombrero, cuanto antes concluya sujetas en el suelo y las paredes, ya mos será mejor. Noé, atención a la sin duda deblati servir para refugio de tienda; tú, Oliverio, ponte la gorra y los vagabundos durante las noches, biguepie.
pues muchas de las tablas que cubríau El piuchacho obedeció sin replicar las ventanas y las puertas habían sido y siguió a su maestro, en cl ejercicio aTTancadas a fiu de dejar una abertura de su profesión.
suficiente para pasar el cuerpo. Por el Caminaron algún tiempo a través arroyo corría un agua sucia y corrowdel barrio más populoso de la ciudad, pida, y aun las mismas ratas que sal.
y bajando después por una callejuela taban entre la basura estaban muy estrecha, más sucia y miscrable que fracas.
las demás, detuviéropsę al fin para En la puerta donde se detuvieron buscar con la vista la casa donde Oliverio y su amo no había llamador iban. Ea ambos lados de la calle, las ni cainpauilla; pero Sowerberry deslicasas eran altas y grandes, pero todas záudose a tientas por un oscuro pasaviejas y octipadas por gente de la dizo, invitó a su aprendiz seguirte clase más pobre, como lo indicaba sy. sin tener miedo. Llegados al primer ficieutemente su mismo aspecto, sin piso, halláronse frente a una puerta, que para confirmar esta opinión fuese a la cual llamó con suavidad el emprenecesaria la presencia de ciertas per sario de las pompas fúnebres.
sonas que por allí andaban. Las más Una muchacha de trece catorce de las tiendas estaban herméticamente afios abrió al punto; y comprendiendo cerradas y en estado ruinoso, notán Suwerberty, por el aspecto de la habidose que sólo en los pisos superiores tación que allí era donde tenía que ir, vinta gente; algunas casuchas que entró seguido de Oliverio.
Amenazaban hundirse estaban apun In aquella habitación no babe Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Libano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y uw where. CBIBLIOTECA