129 RENOVACIÓN. Se sucedieron los días y este amor ideas de belleza; de armonia, de liflenaba su vida, en ansiada espe bertad.
rauni. Sí, hombre, sí; bueno es, después de perorar de liberación y de grandeza, entregarnos a nuestra peAl resplandor de la mañana inde queña tirana, para que nos coloque cisa los amantes eran ya compañe la cadena de su cariño y, no conforros, mc con aprisionar nuestros cuerpos, el amor, hecho carne, dulcificó. aprisionc nuestra alma también dula las amarguras del luchador. ce, tiernamente. los dos dolores, fundiéndose, Si, dulce y tierna. confortación, hicieron la alegria, que retozaba en dijo Fiacsán, suspirando pero de la buhardilla, antes sola y tétrica del ningún modo aprisionamiento. Por cantor de esperanzas y rebeldias he qué tracernos refractarios al amor, roicas.
por qué no dejar que nuestro coraY triunfó la voluptuosidad de la zón se inunde en el mar infinito de vida. desterrando al dolor, ese fan la ternura, cuando hay un alma que tasma de la soledad de los corazo se funde en la nuestra, ante una Nafies. turaleza que es una perpetua floración de amor: que es vida que se expande ante la suprema indolencia Déjala, Fiacrán, dches ser fuer de las cosas?
te, delves ser hombre. Ahl la lucha! La lucha es triste y. Si, buen Héctor, precisamente grandiosa: pálida y fría.
por ser hombre es que no puedo cailo, mientras su mirada seguia dejarla. Tú no sabes la gran influen la espiral que formaba el humo del cia que ejerce en nii vila esa mujer cigarrillo, como evocando sus horas Sus ojos misteriosos, llenos de ter pasionales, esas horas que pudo ronura angelical y de picardia satánica bar sti vida de combate y agitason un estímulo para mi vida lucha ción, a sus libros y a sus cuartillas, dora: son el fuego que la alimenta. únicos compañeros de su solteria No acepto esas renunciaciones, triste y dolorosa, allá, en el cuarta.
hijas de la debilidad. Que anheles cho frío y. tétrico, que ahora alegraconservar cadenas que te aprisio ba ella, con la melodia de sus risas nen, apéndices a tu inilividualidad, y el perfume de su aliento, en otro seria disculpable, en ti, Fia Y, como despertando ante esa crán, es condenable. La sensualidad evocación consoladora, como si fueque te consume tu la crees fuego se su corazón el que liablase, contique te alimenta, cuando te extingue nuó: fatal y tristemente. Tú no sabes de mi vida ni de mi. No hables asi, querido. Ove y anior; tú no conoces el poema triste, medita. Todo no debe ser condena tristísimo que, unió nuestras vidas ción en nosotros. Justo es que ten dolorosas; tú no puedes condenar, gamos un paréntesis de sano, de querido mio, porque seria cruel tu tierno esparcimiento, una hora de condenación; crueles tus apreciacioamor, después de tantas de sacrificio nes; serían fúnebres alaridos en la y de lucha. Bueno es, cuando torne trágica inuerte de mis esperanzas, mos de combate de la tribuna o de Une el amor al dolor; concibe dos la harricalla, encontrar un lecho dolores que se aman; imaginate dos tilrio, brazos que nos enlacen cari ramas tronchadas por el huracán de fiosos y besos dulces, dulcísimos que la iniquidad social, que, al caer se serene nuestras frentes pensadoras, entrelazan y se funden y tendrás esa caldeadas con las llamas de nuestras unión que hoy quieres que rompa, en Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lízano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.