26 REXOVACION El perfume de sus inflorescencias cuerdo, como lo viera en los dias de blancas, esparciéndose ell oleadas por lluvia, cuando las montañas estaban el camino blanco, sobre el cual iba ocultas por la niebla y el pueblecillo.
flotando como por la superficie de un parecía más triste y feo.
río tranquilo la música dulce de aquel Pobre muchacha! Entonces los acordeón, leranto en mi memoria un músculos de stl rostro pecoso se porecuerdo que hacía tiempos dormía. nan flácidos, y aquella faz tomaba el Ah! 51; el perfume del tuete ine aire del abandono completo, del deshacía recordar la gran sala sombría de consuelo sin un vislumbre de esperag.
la casa de Pilarcilla; 18 niesa, con su 2A, Hacía pensar en una tumba olviurna de cristal bajo la cual se guar dada en el rincón de un cementerio, adornados con Er triste aquel rostro. Lo tengo las flores del muele que yo en haldadas ante mí: pálido, alargado y epjuto, recogía para ella, porque era su flor con una palidez de cera vieja, pecoso.
predilecta, la nariz grande, acaballada, que hacía IL bumilde historia de Pilarcilla! casi ridícula la cara enflaquecida, y La recordé mientras regresábamos los ojos oscuros abriéndose bajo la lentamente por el camino desierto, freäte pequeña, tenían tia tirada de envuelto en la dulce y bumilde música del acordeón, que se confundía con el Fue en la majjana de un sábado el perfuipe de la flor silvestre y adornaba día en que Pilar que hizo sus confidenlas cercas, y que se alejava entre la cias. Pienso dulcémeute que el cariño tranquilidad de los campos, bajo la cou que la traté fue como un regázo caricia de las estrellas. Pensé con ipfi que encontró su corazón en la soledad mita tristeza que aquellas tiismas es de su vida. Abrio su alma de par en trellas que brillaban sobre el camino par para que yo pudiera ver la amar, blanco, haciay caer sus puedejas de gura inmensa que había en ella. Pero ļuz sobre el cementerio donde descansa yo entonces era una chiquilla y no Pilarcilla. supe couşolarlali. Frente mi tenía en aquel momento Era en la sala espaciosą llena demueel pequeño caserío en el cual lo úuico bles antiguos y pesados. El gran reloj que alegra la vista es su gorgueta de encerrado en su larga caja de madera montadas azulitas. Después, todo en negra, dejaba caer como si fueran de él es triste: la plaza desnuda de árbo plouo los justantes en el mar del tiemles, la iglesia pesada y ruinosa, las ca poido. Junto a la ventana se encontrasuchas bajas y sucias. Frente a una ba en una silla la figura escuálida de Piesquina de la plaza, queda el caserón Iarcilla. En la inesa ardía tina lámpadonde vivió Pilarcilla. Tiene aspecto ra de aceite que esparcia sti luz indede cárcel, con sus gruesas paredes, cisa y pálida. La flor del tuete que sus pequeñas ventanas voladizas pro. llenaba los vasos, hacia Rotar su per: vistas de barrotes de hierro. Sobre el ftime por la habitación.
tėjado crecen las siemprevivas y los Pilar había dejado sobre sus rodihelechos. n.
llas la labor que hacia en caianazo y. 1!! lio. ij. tuiraba hacia afuera c011 aire de en. sueño. Yo we acerqué. Bordaba fores En el tiempo en que yo vivi allí, la y pájaros fantásticos, pobres en forúnica ventana que no tepla los vidrios mas y colores, parecidos quizá los empolvados y sucios, era la que estaba pájaros y flores que poblabao suimajunto a la esquina. través de ellos, ginación de desalentada por entre los barrotes, ine parece ver Ahora adivino con precisión aquella el rostro denacrado de Pilarcilla, mi alma que como una jaula de la que pando con sus ojos oscuros, llenos de hubiera huido el pájaro de la espemansedanubre, lo que pasaba afuera, ranza, yacía en cualquier rincón de la se destaca más preciso en mi re ruinosa casa de su cuerpo.
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