94 RENOVACION Todo el fastidio, toda la fiebre, toda el hambre; la sed sin agda, el yerino sin heinbras, los despojos de caravan huesos en blanquecino enjambre.
todo en el cerco bulle de bus dolientes ojos.
Ni las sutiles oircas, ni las leonadas pieles, ni las yolubles palmas qtte riegan sombra amiga, 111: el ruido sonoroso de claros. cascabeles alegran las miradas al rey de la fatiga. Bebed dolor en ellas, hautistas de Bizancia, que a náis polir el dactilo al 5011 de las caderas, sólo esos ojos pueden deciros el cansalicio de un mundo que agoniza sin sangre entre las venas!
On artistas! Oh camellos de la Llaura vasta que váis llevando cuestas el sacro Monolito!
Iristes de Esfinge! Novios de la Palmera Casta!
sólo calmáls vosotros la sed de lo infinitoi Qué puedeu fos ceñidos? Qué lograr las inéienas de las zapadas tribue cuando la sed oprime?
sólo el poeta es lago sobre este mar de arenas, sólo su arteria rola la Humanidad redime.
Se pierde ya lo lejos la errante caravaua dejándouie cainello que cabalgó el Exidio.
Coolo buscar sus hallas al sol de la matīaua, entre las qudas gri es el jóbrego fastidio!
No! buscaré dos ojos que he visto, fuente pura hoy sí la bio exhausta, y aguardaré paciente hasta que suelta en hilos de mística dulzura refresque las entrañas del lirico doliente; si mi lado pasa la sorda muchedunibre. mientras el vago fondo de esas pupilas mira, dirá que vió un camello con bonda pesadumbre, mirando silencioso dos fuentes de zafiro.
GULLLERMO VALENCLA. Celombiano, El premio Verans Arabescobale con cristal, armoniosa y dulce, se regaba un pensamiento soyo: por el campo como una fragancia, treInmensa gavilla de luz olorosa paba la ladera cuyo pie se erguía la. tiusgos y claveles frescos la mañana. casita de techo de hojas secas iba Fresca como los musgos.
perderse allá, muy lejos.
Lucinda dejó el lecho más temprano El sol sale» y las miradas de Litque nunca. Habíase levantado con los ciuda se extendían en lontanauza hasta pájaros, antes que aquel sol que iba topar con el sol, con aquel tardo sol haciendo suaves explosiones de esme que surgia perezoso contemplando exralda y plata en las brisnas florecidas tasiado el verde regazo de su eterna de rocío, en los follajes, en el río, eu amiga la tierra fecunda.
todo. Al cabo todo el silabario estuipo venAfanosamente la pequeña pasó y recido; era ya tiempo de marchar a la pasó las hojas del silabario: escuela. la. Alan, Era aquel el día del examen; luego cada lección sabida, una risa de vendrían las vacaciones, el descanso