YIDA FERDAD 137 y buenos sentimientos, pues bien, no hace caso de ellos porque ahora suspira por las hadas del Rlin las grise.
tas del bulevar o las chulas. de Sevilla. Hormiguea sus.
pics un pueblo lleno de preocupaciones, de ignorancia, sin ideales dignos, un pueblo que necesita mucbas ideas y no menos seatimientos. Baja la turba ociosa cirlo, estudiarto, a conocer sus necesidades, comprender conio siente y piensa. Nunca. Eso scria vulgar, lag sandalias se maocharían conel polvo del camino. Naturalmente que en ese preblo que hormiguea hay centenares de asoritos pot ticos, dignos de explotarze y capaces de ocupar muy noblemente, ao la vida de vo artista sino la de muchos, Peto los Elegidos hispano americanos no lo conprenden as. Se divorcian con el público, se congregan en el quinto piso de oa casa, sc leen allí sus trabajos y ailf también se consagran artistas. Hacen del arte un atributo divino y establecen relaciones sagradas entre la belleza y el hombre, como las que sostienen los cultos entre Dios y el hombre. Para ellos la Estética es una råma de la Teología, el Arte un sacerdocio que tiene euartel propio y heráldica en la puerta. Cada artista, según ellos, es un iniciado un sacerdote de Lo Bello; eligea entre los más viejos o más audaces un Poutifice Márimo que de una plumada, de una sonrisa consagra artista Fulano o Zutano.
Como dice alguien, tales artistas mantienen una idea muy falsa de sų divinidad. De tal modo es cierto ts.
to, que no hay en Hispana América nulidad fracasado intelectual que an adquiera las cámicas aparicncias de un. rey desterrado, que no se aisle del público y no se haga llamar elegido, que no busfiue los Pontífices para que estos lo consagrent. Solamente los Pontífices se hallan investidos de tal privilegio; las reputaciones que ellos sancioDen serán las únicas apreciables. Cómo llegarán estas nu