RENOVACION PÁGINAS LITERARIAS El patrón (Parofrasis)
En ana isla perdida en el océano.
la suerte coloco, un grupo de hombres jovenes y fuertes bajo el aliento cálido del sol.
Cuatro eran labradores de la tierra, el quinto era el patrón y recía los otros con orgullo ¿Quién os mantiene? Yol Sí, respondían ellos en ugando las fuentes del sudor 11enos de gratitud honda y sumisa, ponienclo suavidades en la vozQué haríamos nosotros sin tu asuparo.
bondadoso señor? ellos se alimentaban de polenta y cebolla. El ararlo con la hoz, eran sus infaltables compañeros desde la madrugada la oreción; cultivaban la vid y los trigales y los otros ganados del señor.
Una vez el liartazgo y la nolicie mataron al patrón y los cuatro labriegos se encontraron solos su capricho. qué pasó?
Que el pan antes vediado dió sus cuerpos clesiisado Figor, y la carne y el vino fueron suyos.
como suyo era el sol.
Entonces, trabajando mucho menos y comiendo mejor, paiparon su derecho y comprendieron la verdad de su antigua situación.
Eran ellos, más bien, los protectores del bolgazán que siempre los mando. Qué bestias hemos sidol, se dijeron al recibir la luz de la razón.
y libres, y felices continuaron.
ja eriprendida labor.
JOSÉ MARÍA ZELEDON Los bueyes sus formidables nervios estremece le conmoción del goce, ni el espasmo de la pasión, ni el súbito deleite del ardoroso amor.
Ellos ignorad todo lo que es placer, y no apeteces sino un puñadn minero de pasto para calmar el hambre ne sy vientre.
Van con su lento andar, estremecidas las musculosas testas, bruscamente bajo el yugo oprobioso; las enornies pupilas en las órbitas se mueven con una triste lentitud y nada pone viveza en ellas: permanecer clavallas en el suelo y nacia miran sino la senda misma y rada advierten sino el tropiezo próşino: ellos saben.
cuán dolorosa es la caida siempre y cómo auniente ese dolor el hierrro: de la agnzadla pica introcluciéndose en su trémula cárble atorwentada, De los bocicos jadentes, penden brillantes hilos que en el blanco polvo trazan cotnplejas curvas que parecen los nisteriosos sigilos con que escriben estos desheredados de la suerte, en la página inmensa icl caruino.
la misera odisea de sus crueles parches interminables a lo largo de una ruta sin f111. No juegan, el dolor los torno graves, No retozan, están muy tristes siempre.
Cuando al clarear el alba los pastores, se tan con su gauado el campo verde, los terjerilios hritican de alegría.
los potros riñed aniorosamente con las jóvenes yeguas, las ovejas que nirau como miran las mujeresvan en nutridos grupos jugueteando por el ancho senilero hasta perdera tras la silueta de una loma, sólo los peusativos, los adustos bucyes an(811 cou lento andar, las poderosas cabezas inclinadas tristemente, Coto si aún pesata sobre ellas el famillante yrigo.
Los tardos bueyes Bon los esclavos del trabajo: nunca