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160. DA VERDAD miendo, con su cigarro en la boca, siempre ticuet platu. Por qué hay polres y ricos? esas preguntas de un cerebro de seis años eran contestadas por su padre con el Dios lo quiere del cura.
Sí, esas mismas preguntas se las liizo Soto en el confcsonario al sacerdote y allí fué donde aprendió la frescrita que explica y acepta injusticias. explotaciones.
Pero Soto solas pensaba. Cómo vas querer Dios, un ser tan bueno, que mientras nosotros nos devora el hambre, existan gentes que en medio de sus placeres, se eoguļlan puestras fuerzas?. los consejos dei cura se estrellaben en su conciencia razonable.
Ei pobre Soto sufría. qué padre no sufre hoodamente si le hacen me dá?
los hijos pidiéndole el pait que no tiene. Sotillo pensaba en la situacióu de sa casa; y por eso.
preferia martirizar su estómago, antes de despertar las penas de su padre, Al principio estivo yendo a la escuela del pueblo sia que nadie lo obligara, porque queria apreuder. Yo no quiero quedarme toato decia el pojueñuelo: Usa tarde Soto y su esposa esperabna Sotillo en la puerta de la casa. Pronto lo divisaron Venia de la escuela con sus alforjitas al hombró. En la bolsa de atrás traía el alqucrcillo intacto y en la de adelante, oprimidos contra el pecho, el Şilabario y sus cuaderaus. Por qué tan cuntento? hijito, le preguato su madre. Ah, porque ya se escribir ala y nla. Hoy cuando los demás niños salieron almorzar, yo me fui a un potrerillo y sentado en el zacate, me puse escribir. Mirent dijo Sotillo mostrando el cuaderno.