. 168 VIDA YERDAD si pensaran: la tierra que me da sustento no puede darlo otros. Los hijos de los grandes Arboles el bosque joyen murmuraban, Algunos viejos, venerabies, oyendo las protestas de aquella rigorosa juventud del bosque antiguo, protestan también y juntos, sacando sus propias raics de la noche de la tierra y poniénduse al frente de aquella noble juveatud del bosque hablaron: liaced como nosotros y venid. Los jóvenes árboles sacaroa sus raíces de la noche de la tierra y se pusieron en marcha hacia el aire, hacia la luz He visto eso y os he dicho: sacad de la noche yacstras saíces y tenid conmigo hacia el aire, hacia la luz, De orievo hubo silencio y todos miraban al mar. Edw de los discípulos, el menos peusatiro, murmuroi. Kaestro, yo he comprado mi casa y la porción de tierra que Die da cl süstento; cómo puedo abandonarlas?
Jesús, miraido siempre fijatuente el mar, le respondió: Dice robustos pescadores llegaron una playa desierta cuno esta y se dedicaron trabajar en el mar. Al cabo de cierto tiempo liegaron dos pescadores más instaláddose en la playa dijerou á: los otros: veuimos pescar también. Nwgritaron los dic compradros el derecho; posotros estábamos aquí y no podréis pescar! Los dos pescadores se marcharon buscar otra playa: distante, porque no podiar comprar aquet derecho. Pasado algún tiempo, dos eucros pescailores arribarna la playa y se disposieron pescar, sin decir una palabra. Los dicz antiguos pescadores les gritaron; No pesquéis porque no nog Natréis pagado el derecho de hacerlo. Uno de los dos reciéo peuidos les replicó: vosotros quién pagústris esc derecho? En dónde está el dueño del mar? Qucreuuios pagarlo él! Los dicz poseadores respondicrou: 50Tijos uosotros, porque litmos trabajado aqui por espano TER.