90 VIDA YRRDAD Acostumbrados como están a limitar sus observaciones a un círculo determinado que veu çdos los días; 4un conjunto de señoras y señoritas a quienes su vida cómoda no permitz dcupaciones, dicen que la mujer en Cos: ta Rica no trabaja tarto como el bombre, En este asunto como en todos los demás no acepto la opinión de personas que no se dan el trabajo de estardiar detenidamente las cuestiones de que suelen Jablar; me propongo comprobar que, entre nosotros, la mujer está sometida, como el hombre, a las mismas condiciones de trabajo. Podemos conocer a la mujer en tres ocupaciones que le distrnen la mayor parte de su tiempo: la maestra que, desde muy joven, frecuenta las aulas de las escuelas para go abandonarlas sioo hasta cuando ci capricho de sus superiores así lo disponga; la soltera, que tiene a su cargo la limpieza y orden del hogar, repaseodo la ropa blanca de su familia, preparando el alimento diario o trabajando doblada sobre su máquina de coser para yudar, de algún niodo, a sus padres; y, por último, la mujer casada, que cumple con las obligaciones, que le imponen el caidado y la educación de ses liijos y prepara todo lo necesario para el día siguiente, atendiendo de mi maneres a la ecoüomía de su hogar mientras el marido descansa o frecuenta en compañía de sus amigos et club la cantina. Como se ime, es necesario dedicar las observacio.
nes a las humildeş mujeres que trabajan para el sostenimiento de su färbilia y que no abandonan sus deberes para imitar a las señoras y señoritas a quienes el adorno, los placeres o la devoción no dejan tiempo para dedicar.
Io al trabajo y a la vida seria, El magisterio es talvez el único emplco a quc pue