112 YIDA VERDAD tes, que conservarán nuestros archivos, tu nombre figure junto con el de los hombres ilustres que contigo luchan contra la opresión.
Liberto, dejando inactiva la herramienta, reflexiopo uo instante, y mirando al enviado dijo. i; cuando vivia el Justo, ante su cuerpo impotente para los esfuerzos físicos, puse ni robustez y mi egergia como escudo protector contra los golpes que le destinaba.
uo populacho imbécil y feroz. Si; más de uva vez por la fuerza de mis puños obtuve silencio para que en las eccrucijadas y en la plaza pública fuese oida su voz verídica; temiendo el rigor de mi brazo y la energía de mi decisión, los pobres y feroces ignorantes callaban, y aquello que entonces hice estoy dispuesto a repetirlo, con ánimo y elegría. Esto sentado, tu ofrecimiento de prueba que to: dos vosotros ignoráis mi Iégica; porque aunque digáis que han de destruirse los dioses en la imaginación de los hombres, y que no hay que prosternarse ante insensibles.
imágenes, lo cierto es que como el salvaje grosero y super, tiçipso, creáis nuevos fetiches. Los dioses han muerto y ante sus restos no se han de crigir otras imágenes que en lo venidero se converti. riad en dioses. Yo soy pobre; pero mi palabra, libre de los hilos de oro que mantienen cautiva la vuestra, es poderosa por lo mismo que es sincera. La multitud inculta. no re más allá tlel lecho material, y ante una estatua Ferá un homenaje al hombre, nada en concepto de su pensamiento ni de sus doctriuas. Las castas superiores, los privilegiados, han tenido y tienen siempre en todas partes el mismo objetivo: la posesión del poder, y cuando glorifican al jefe de su elección, sólo se propone arrojar l adoración de las masas ya Quero prestigio en beneficio de la propia potencia. Así,