RENOVACION Carne de miseria Ahora me pregunto y no sé por do, sobre el cual flotaría de aquel día.
qué, boy, de pronto, cuando estába en adelante la sombra de la inuerte, mos en la clase de lectura, la recor: La desolada procesión de miradas de: dé y levanté mis ojos hacia el lugar mis discípulas siguió tras las mías, abandonado. SMnca más la veremos aquí seosólo; ya ella, mi pobre chiquilla, do tada dijerop aquellos ojos.
volverá a ocuparlo. He sentido como La que había sido su compañera.
si de allí saliera una bocanada de estaba toda encogida en el extremo silencio, de un silencio de tumba del banco y miraba con recelo su que ha llenado mi alma de pena. lado.
Mi libro, mis discípulas icclinadas Recuerdian dijo una tan pásobre los suyos, el rumor agradable lida y ilaca que estaba?
que formaban sus vocesitas al cou. Nunca jugaba. añadió otra fundirse, todo se extinguió para ní, siempre silenciosa y quietecitá. Nosante aquel recuerdo que tan menu otras la convidábamos, pero ella no do desciende y cae entre la sala como quería. No puedo nos decía se poa liuvia de tristeza.
me doblan las piernas.
Ab! sí, la pobre figura fiacucha y triste! Aquella cabeza que se abría El día aquell como una flor de miseria entre las Afuera el sol tan brillante, las encantadoras cabecitas rientes de montañas tai azulitas, ei cielo tan sus compañeras, estaba ante mí, con puro y nosotras tad contentas, Yo sus cabellos lacios eumarcando el reía y las pequeñas liacíau coro. rostro amarillento y arrugado como Hoy es un buen día, me decían. el de una viejecilla; los ojazos hulTQué ganas de trabajari. didos, mirando con su mirada apa. De procto entró: Medcha, con su gada, cual dos llamas que se concluaire de triste triunfo, que tiene todo yeo; la boca entreabierta, de: labios aquel que llega de primero con uda exangües, enseñando los dientes noticia, por más dura que sea. amarillentos, largos, y las encías Me parece oirla, descargando como pálidas: un puñetazo que atonta, la nueva Rosario, triste chiquilla, tu vitriste, ñez se acabó sin que la mariposa de Murió Rosariol la alegría, lubiera venido posarse Nadie contestó. Todas las cabe sobre tu corazoncito!
zas se inclinaron agobiadas por aquel Me parecía veria, en los ratos de dolor. recreo, apoyada en un árbol, miranLa campana soró, ilamando tra do con sus grandes ojos, jugar sus bajar.
compañeras. veces. su rostro sc En la sala reinaba una calma des animalsa, sooreía al tņirar algunas consoladora.
travesuras de las niñas. Mejor que haya muerto, dijo una Por qué no juega, Rosario. acercándose mí. Estaba tan en No puedo. Qué va!
fermal. Yo entonces sentía que me subleSus palabras. cayeron entre aquel vaba contra alguien, contra la nasilencio y se perdieron en él.
turaleza. Qué triste era aquella Miré mis discípulas. Todos los caricatura de la niñez!
rostros estaban pensativos. Casi to. wenudo, en medio del silencio das las cabecitas descansaban en las de la clase de escritura, resonaba su waos.
tocesita seca que la dejaba sin fuerVolví los ojos al lugar abandona zas. Cuánto sufría yo entonces al