14 GERMINAL que no llevaría sus ofrendas Roma, SA 108 representantes del Papa sobre la Tierra, los discípulos del grau don Bosco, del noderuo San Ignacio de Loyola; culto que reuniera todos los hombres, como herid2002 y camaradas en el reino de Dios.
Eso, dice el Papa, es trabajar para la Humanidad, no para la Iglesia.
La carta, como se ve, vale la peda. Es inimitable. Además, viene de una entidad infalible, que no puede equivocarec.
Un periodista radical, después de leerla, exclama en un diario fran.
cés, con doa impiedad que me indigna. Oh, Sarto, gracias ina vez más, y ojalá puedas continuar mucho tiempo sirviéndonoco toda la energía de tu devocióti favática y ciega!
igre infamia1 «Ese enjambre de llbrepensadores, de sabios la modarpa, de paterialistas ateos, creadores y sostenedores de una ensefianza sia Dios, se atreve burlarse de una carta escrita por el jefe de la Iglesia, Unámonos todos, caros colegas. y, Dios y el dolor mediantes, hemos de llegar a la cumbre. Por eso me he apresurado dar conocer lag ideas de nuestro Santo Papa. Seamos intransigentes como él!
Diarilts Recortes (DE OX LIRRO INÉDITO)
Alt! la Humanistad! Polire Humanidad! Pobres labradores de almas, tristes visionarios: Dejad de seuibrar en cse yermo ingrato; seulrais rosas, cosechareis ortigas; sois buenos, os maleará al contacto de la Bestia. No seais ingenios! La Humanidad nace del mal y fatalmente vuelve a él. Pretenderías acaso trocar el curso de los astros? Dejacula así, dejadia que cumine, que se arrastre eternaniente sobre el cieno. No le deis aspiraciones, no desperteis en ella antelos, no la liahleis de ideales; esa lxưya jamás podrá sentirse mariposa. Pohre juventud! Te asfixió el ambiente tóxico de la urbę: tú que amalas e oro del sol, el éter puro de los campos, los horizontes dilataclos, el ínclito verdor de las montañas, las armonías terties de las fontanas, el lapizláízuli del cielo, tuviste, en cambio, cucuadrado, uu retrzo del nielaucólico cielo gris, sentiste pxesar sobre tu alma; tú. hija de los valles la mole de esos Audes adustos, colosos siempre iguales, siempre tristes, siempre mndos. como platta de otro climia y de otra tierre, te invadió la venrastcuia, ese teclio infinito que consume la pujaza. jtivenil.
Maris Cruz Santos