GERMINAL Castellana Señora: de lejanos países de leyenda, con el alma de un fuerte triuufador de contienda muy fiero guerreando y puy dulce en la paz; lleva el alma de ritmos y de heroicas fazañas, atravesando mares, desiertos y montañas. Ilegué ansioso de veros vuesa divina faz. Los heraldos gritaban mi nombre celebrado; el puente levadizo de pendones orlado con ruido de cadenas mi paso bajó. Sonaron los clarines, piafaron los corceles, y entre un cortejo rico de dadas y douceles ví vuestra fermosura que de maravilló, Brillaban los arneses con un fulgor de soles; las músicas tocaban los himnos españoles, tenían vuestros ojos más brillo que el arnés me incliné con respetos y con galanterías, y estrechando una mano de nieve entre las mías. la miré con asombros y la bese después.
Vos me honrásteis, señora, caballerosamente. pareciome muy dulce vuestro mirar firiente. y me enfermé de amores por vuestro luminar.
Admiré las bellezas que el castillo atesora, y el albumn de los héroes the ofrecisteis, señora, para que en el mis trovas fuese depositar. Mi verso siempre altivo, que en el rudo combate, incitaba mis huestes para que en fiero embate arrollaran las fuertes morismas del Amir, e.
fue entonces delicado, fue dulce y amoroso, y cantó la blancura de vuestro cuerpo hermosor. Il y las trenzas uodosas, y el sonoro decir. Fue un principio de amores mi trova, por galana; desde entonces mi pátria debió la Castellana mil victorias y triuofos ganados al ipfiel.
Llegué vuestro castillo para obtener la ploria de llamaros, wi dueña y alcanzar la victoria de ceñir mis sienes el más rico laurel. Cuentan los manuscritos, los códices de antaño, que un rival sin fortuna, valiéndose de engaño, con una daga de oro traidor me asesina, y que vos, dolorida y llena de atnargura, llorasteis en un claustro la perdida ventura. y que en olor de santa vuestra vida acabó. Janıbrina