.
GERMINAL GERMINAL sai andaluza chispeaba ea sus miradas y en sus sonrisas, y era ánable y buena. Nunca nos hablamos de amor: nuestro cariño era casi fraternal. Ast: trañaba que nos tateásemos, pỉ verdos juntos en el parque, ni conversar nacho en los ipterpedios de los bailes.
Me con placia viéudola lucir to traje de seda, 00 sombrero nueva, oyéndola tocar up two step de moda comeotar su manera las mil novelas que habia leído. Otras veces me hacía sonreir refiriéndome con gracia las tonterlas que le habíau dicho sus adoradores en el último baile. Eu fin, era feliz oyéndola decir esas deiiciosas monadas que forman la con.
versación de las muchachas de sprit. Eta esa época tuve que ausentarme por algunos meses de San José.
La vida práctica. Cuando regresé, y antes que hubiera Ido visitarla, un amigo con quien tropecé en «La Magnolia: nte contó que ya Marieta teola novio, un gran partido; el matrimonio era cosa hecha, Supe después que se trataba de un sefiorito, recién llegado de Nueva York, eŋ donde estuvo cinco años estudiando generalidades: fainante, perfumado y afeitado como un clérigo, de padre rico, y que usaba dušes claros cuadros y corbatas exóticas. Ut alcornoque disfrazado a la americana, No pude menos de soltar una carcajada, 10ué chasco se ta llevar ese tipo. ne dije. Si se le habrá ocurrido que Marieta es como las del High Markel? Pero al cabo. por qué the intereso tanto por esa chica?
Con alguno se ha de casar, que de seguro do seré yo.
Esa upisma poche fuí su casa. Después de las frases rituales sobre los tenblores, el espiritismo y la influencla decisiva que ejercer en nyestro espíritu los días grises y las lluvias coustantes de octubre, conquisté la sffla más cercana Marieta. Diserta nos filosóficamente sobre el clerno femenino, la amistad y el amor, y acabé pot doode debia haber einpezado, si la línea recta fuera siempre la más fácil para llegar donde ung desea: por preguntarle şi ya había aparecido aquello. si era verdad que se pos iba a volver gente seria. Ella me miró, entra sorprendida y erloja, da; y fijó en los míos sus ojos con tal fijeza y serenidad, que comprendi que el asunto era serio.
Nuestra antigua anistad y mi cariño me autorizaban para darle ana opinión delicada, pero franca (celo oficioso que no se que atribuir)
yasi lo hice: No, Roberto no la convenía. Ella tan inteligente, tan refiuada y tan tierna, casarse con un imbécil que no la comprendería jamás, con un muchacho con dos manos como dos tenazas y que arrojaba a cien yardas una bola de foot ball. Imposible!
Sucedio lo que pasa siempre: Marieta se jugó la felicidad.
Por on fenómeno psicológico que en vano iutettarša explicar satisfacción conocedores profundos del corazón humano, la mujer, dotada del Instinto de observación y de un tacto y comprensión fiu sinios, en el amor casi siempre pierde se engaña. Es su spasibilidad su con. fianza lo que la extravian? Llámalo tú fatalidad, capricho, como quieras; existe y es la causa de tautos absurdos sociales, de tantas excentricidades que desconcierta 17.
Aquí llegaba Alberto en su metafísica disertación, cuando, levantandome, le interrumpi, insiouándole que regresaramos a la ciudad. Era ya completamente de poche. En lontapanza divisábainos indumerables luces y las siluetas regras de torres y cúpulas.
Anduvimos algún rato en silencio, pero agaifoueado por la curiosta dad le recorde que no había concluído aún.