Ricardo Falcó

U2 RENOVACION Sobre su túnica blanca con franjas En el recodo del catnino, al pie de cenicientas, flotaban, desmelenados, una choza cubierta de hojas secas de los cabellos. El viento de la tarde hacía Palma, un leproso, desgarradas las ondular y estremecer sobre el pecho su vestiduras, inmóvil y de rodillas, aullalarga barba de Nazareno, puntiaguda ba lastimeramente con las manos y los y acaracolada.
ojos elevados al cielo. Su rostro telus se generoso, decia pero no hu cía al sol como un bronce antiguo njlles al desvalido con tu generosidad. carcomnido por la bertumbre. La frente Cuando des limosna no mandes tocar era una sola llaga, Los labios se caían delante de ti trompetas de plata, coio pedazos, lívidos, purulentos.
hacen los hipócritas en las cinagogas Mateo el Publicano, uno de los priſ en las plazas, Socorre en secreto. meros discípulos, que era rico en viñas Aquel que oye y pe en secreto te re y en ganados, y tenía además, una compensará.
tienda de perfumes en el atrio del Su voz era lenta y suave, Las muje templo, sacó de entre los pliegues de res se paraban para oirle, mirándole fa túnica una mopeda y, desde lejos, con los ojos húmedos de ternura. Los rolteándola en el aire, se la arrojó al niños acudían sonrientes besar las leproso. Pedro, el más rudo y hábil de orlas de su manto.
los pescadores de Capharnaum, quitóse. Desde los sembrados próximos los del brazo el cesto de provisiones que labradores le saludaban, agitando los llevaba para el camino, y andando brazos.
cuidadosamente, lo colocó, junto al. Se están cumpliendo las profesias! umbral de la cabaña. Juan el más joven Hossania al bijo de David, al enviado y bello de los discípulos, el predilecto, del Señor! Hossanna! Hossanna! aquel cuya cabeza de niño había sido Jesús continuaba: acariciada tantas veces por manos di. No seas como esos ricos licencio vinas, desprendióse del manto de lino SOS avaros que alimentan sus sier que flotaba sobre sus hombros. Todo Vos con las sobras de sus festipes. pálido y trémulo, andando con la punta.
Sienta los desheredados a la mesa de de las sandalias, y extendiendo temetu corazón y parte con ellos tu pan y rosamente, los brazos, le dejó caer tu vino. Si ves tu hermano llorar sobre la espalda del leproso.
no intentes consolarlo con prudentes. Sólo faltaba el obolo de Jesús. El palabras. Llora con él. Esta es la sol empezaba trasponer, coronando verdadera caridad.
de rosas sanguíneas las montañas veCaminaba lentamente. Baodadas de citas. Unos mercaderes se detuvieron. cigüeñas chispeaban al sol como flechas dar agua sus camellos.
de oro. Los rebaños sesteaban las El Rabi avanzó serenamente. Su sombras de los olivos polvorientos. perfil aguileño se destacaba majestuo. Un pastor tafla un rabel, compás so, nimbado por un rayo de sol.
de una monótona canción patriarcal, Cogió entre sus manos sagradas la en la que se hablaba de tiendas plan cabeza monstruosa del leproso, inclinó tadas en la mitad del desierto, coches la frente y le beso en los labios.
de luna, maná del cielo, leche de ca. Los discípulos quedaron inmóviles. mellas, y virgenes prudentes que en Los mercaderes, espantados cayeron cienden sus lámparas para esperar la de rodillas con las manos tendidas al :llegada del esposo prometido.
cielo. hasta los camellos alargaron Atravesaron campos sembrados, vis hacia Jesús siis melancólicas cabezas tiedos en flor, donde las tórtolas: pensativas, eu cuyos belfos teniblaba gemían, jardines cubiertos de lirios. un hilo de agua. De pronto se detuvieron orillas de una fuente que brotaba en un hilo FRANCISCO VII, LAESPESA uémulo y quejumbroso, entre la hen. didura de dos rocas.
Ricardo Falcó. Editor. San José, C,