RENOVACION 111 El obrero sin trabajo, al rolver su un daño incalculable predicándoles la fro tugurio, donde le aguardaban los humildad, infiltrando en sus espíritus ojos interrogantes de la hembra enfla la sumisión, la creencia del premio en quecida, dejábase caer en el suelo un mundo mejor. El envilecimiento de cono una bestia fatigada después de su la limosna y la esperanza de justicia carrera de todo un día para aplacar el ultraterrena habían conservado los banıbre de los suyos. Pan, pan! le fcfelices en su miseria por miles de decían los pequeñuelos esperando en años. Los que viven la sonibra de la cootrarlo bajo la blusa raída. el pa injusticia, por mucho que adorasen al dre oía la misma voz, como un lamen Crucificado, bo le agradecerían bastan to que borraba toda esperanza. Cristo te sus oficios de guardián durante die.
ha muerto!
cipueve siglos. el jornafero del campo que, mal Pero los infelices sacudían ya su alimentado con bazofia, sudaba bajo el atonía; el dios era un cadáver. No más. sol, sintiendo la proximidad de la as resignación. Ante el Cristo muerto hafixia, al detenerse un instante para bía que aclamar el triunfo de la Vida.
respirar en esta atmósfera de horno. El cadáver intenso aun pesaba sobre se decía que era mentira la fraternidad la tierra, pero las muchedumbres ende los hombres predicada por Jesús, y gañadas se agitabat ya, dispuestas falso aquel dios que no había hecho sepultarle. Por todos lados se oíau los ningún milagro, dejando los males det vágidos del mundo ntievo que acababa mundo lo mismo que los encontró al de Dacer. La Poesía que profetizó van llegar él. el trabajador vestido gamente la llegada de Cristo, anunciacon un uniforme, obligado matar en ba ahora la aparición del gran Redennombre de cosas qtie no conoce otros tor, que no habla de encerrarse en la honbres que ningún daño le han he debilidad de un bombre, sino que encho, al permanecer horas y horas en carnaría en la inmensa masa de los e los horrores de la desheredados, de los tristes, con el guerra moderna, peleando con un ene pompbre de Rebelión, migo invisible por la distancia, viendo Los hombres conienzaban de olievo caer destrozados miles de semejantes SLI marcha hacia la fraternidad. el bajo la granizada de acero y el estalli. ideal de Cristo: pero abominando de do de las negras esferas, también pen la mansedumbre, despreciando la lisaba con estremecimientos de disimu mosna por envilecedora inútil. lado terror. Cristo ha muerto. cada cual lo suyo, sin concesiones que Si: bien muerto estaba. Su vida no denigran, bi privilegios que despiertan había servido para aliviar uno solo de el odio, La verdadera Fraternidad era los males que afligen los humanos. la Justicia social, En cambio, había causado los pobres VICENTE BLASCO IBÁÑEZ La parábola del leproso Resplandecían las lejadas montañas Jesús, en compañía de tres de sus envueltas en la polvareda de oro del discípulos, iba Bethlel ehem. llamado sol de Nizam, Largas caravanas de por una pobre viuda, cuyo único hijo camellos se perfilaban lentamente en agonizaba farocando febrilmente el los arenales. Grupos de ozujeres, con nombre de aquel dulce Rabí de Galilea, el ánfora al hombro, regresaban, can tan amigo de los niños, quien viera tando, de las cisterpas. Un águila una tarde junto al brocal del pozo de negra, una de esas voraces águilas que Jacob, curar con el solo bálsano de sus abidan en los altos promontorios de la palabras, un viejo pastor de la IduJudea, cerniéndose majestuosa en el mea, mordido por una serpiente veneazul, proyectaba sombras movibles so nosa. Hablaba de la humanidad. Sus bre la tierra.
ojos ardían como soles.