HOJA OBRERA a Periódico Independiente.
Me Defensor de los derechos del Pueblo Ruporto Sáenz, Director Guillermo Casasola Editor Administrador ADMINISTRACIÓN 300 varas al Sur de la Dolorosa y 325 varas al Este Para todo lo relaclonado con el perlódico dirljirse al apartado 270.
SALE CUATRO VECES AL MES SUSCRICION VEINTICINCO CENTIMOS (Tip. El Pueblo. ARO IV San José, Ry, de Febrero de 1914 Núm. 205 NUESTROS GOBIERNOS. La Prensa se ocupa bien a menudo de la corrupción tan grande porque atraviesa el país en sus hijos menores de edad; cada dia en las columnas del periódico aparecen robos, estafas y toda clase de miserias que llevan consigo la gente de arrabal; la carcel y agencias de policía son vorágines insaciables que no dan abasto con los pequeños malhechores, el mercado de mujeres se aumenta más y más con nuevas chiquillas que se entregan al placer; los vagos menores vegetan día y noche por los alrededores de la capital, y, por último, se nota en el ambiente un malestar como sombrio presentimiento que antecede a la ruina moral de toda nación que camina en. brazos del desastre.
Ruina económica y por natural consecuencia ruina moral: eso tenemos.
Son los resultados de una administración que se ocupa bien poco de la moralidad y bienestar de su pueblo.
Se nos dirá que ahora tenemos más escuelas; es cierto, pero a eso contestamos con la verdad incontrovertible del aumento de Currupción.
Entonces. qué pasa? por qué habiendo más escuelas hay más desmoralización?
Es sencillo responder al interrogatorio, porque no asisten a la enseñanza la mayor parte de niños y niñas pobres. no es porque muchos padres de familia lleven la característica del abandono a sus hijos; sería injusto culparlos a todos, los hay que tienen la más buena voluntad para hacer de su hijo un hombre de bien, pero la estrechez de la situación les obstaculiza mandarlo a la escuela, porque al enviarlo tiene que pensar en ropa, en útiles de enseñanza y en los alimentos para esperarlo a las horas de comida.
En cambio, fuera de la escuela, más bien hay la alagüeña esperanza de que vagando, puede diligenciarse la manera de llevar algunos céntimos a la casa.
Parecen inverosímiles estos argumentos y cualquiera podrá imaginar un sofisma en lo que decimos, más, juramos, que el que tal crea no ha pasado por los mil anillos opresores de la pobreza; hay que vivir en ese solar para comprender los heroísmos que se hacen y las amarguras que encierra.
De nada sirve que la enseñanza sea obligatoria; siempre quedan rendijas para que escapen de esta fuerza los desheredados.
Antes, menos mal; para los niños pobres había útiles y era aliciente y estímulo para ellos; ahora no, comprometidas las Juntas de Educación en sus intereses, optaron por suprimir en gran parte esos gastos. Habiendo bienestar económico habría moralidad, porque es un hecho indiscutible que la miseria es la gran creadora de delitos; de aqui deducimos que para que la educación surta sus benéficos resultados tiene que estar controlada por el bienestar del pueblo.
Al Estado poco o nada le importan estas cosas, pues notamos que vé con pasmosa indiferencia los progresos asombrosos de la corrupción que va minando nuestras sociedades. Sin ambajes confesamos que ha batido el record en materia de descuido; anteriores gobiernos no perdían de vista bien que mal el problema que nos ocupa.
La desmoralización actualmente se enseñorea por estos lares; Mesalina ocupa su sitial de honor y Gavroche merodea.
Notamos de menos aquellos tiempos de nuestros antepasados que vivían una vida apacible, honesta y sencilla.
Talvez haya quien crea que una marcada intención nos guía para culpar al gobierno de gran responsable por lo que sucede; error y grave error sería achacarnos de apasionados. Unicamente decimos la verdad.
Si para escribir en las columnas de un periódico se nos obligase al sacrificio de ocultar la verdad, antes optaríamos por romper la pluma.
Si culpamos directamente al gobierno es porque el lleva el timón de la nave nacional, y por lo mismo, en sus manos sobran medios para salvar el prestigio de la República. Si lo culpamos es porque más de uno se ha acercado a nosotros para decirnos que tal o cual ministro ha corrido la gran juerga en menoscabo de la seriedad y respeto que debe caracterizar a los hombres de gobierno; si lo cul pamos es porque aún recordamos los agasajos de que fué objeto el Duello Vidal por nuestros prohombres; también esta fresco en nuestra memoria, las concesiones que se hicieron del Teatro Nacional para que actuaran dudosas compañías de café cantante, compañías de ludibrio que mataron más de una pena a los asiduos concurrentes del Palco Presidencial.
Todo esto y muchos otros apuntes que tenemos en cartera para cuando llegue la hora, nos dicen elocuentemento cuantos son los puntos que en materia de moralidad calzan nuestros hombres de Estado. Mangel y Ca.
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