89 Lecturas de clase del Grupo Internacionalista de guerra guerras automatizadas no sirven mucho para suprimir las insurgencias guerrilleras es por eso que están a la cabeza del nuevo movimiento por reintroducir la conscripción. La SYL insiste. Ni un hombre, ni un centavo para la máquina imperialista. Alto a la conscripción antisoviética!
Organizaciones reformistas tales como el Partido Comunista, el Socialist Workers Party y el Workers World Party repiten los temores de los imperialistas liberales con su consigna. No más Vietnams! Se ha anunciado una marcha sobre Washington el de julio organizada por los reformistas y apoyada por congresistas, religiosos y concejales en torno a esta consigna. Los comunistas de la SYL decimos: Vietnam fue una victoria. Dos, tres, muchas derrotas para el imperialismo norteamericano!
Confiamos en la fuerza de la clase obrera norteamericana y ta lucha militar de los rebeldes salvadoreños por botar a los EE. UU. de Centroamérica, no en el egoísmo ilustrado de los liberales imperialistas. Llamamos por huelgas políticas por la clase obrera norteamericana para obligar al imperialismo EE. UU. a retirarse de Vietnam, igual como hoy apoyamos el llamado por militantes del sindicato de estibadores de la Costa Oeste por un paro portuario contra el enyío de pertrechos de guerra al gobierno salvadoreño. Alto a toda ayuda, tanto económica como militar, a los carniceros centroamericanos!
UPI ¡Vietnam fue una victoria! Abril de 1975: Aterrorizados, los lacayos de la CIA huyen de la embajada EE. UU. en Saigón, ahora Ciudad Ho Chi Minh.
Una lucha, muchos frentes La derrota del imperialismo norteamericano en Vietnam fue una victoria no solamente para los heroicos trabajadores vietnamitas sino también para la causa de los oprimidos y explotados a escala mundial. Después de una década de derrotas trágicas de movimientos guerrilleros en América Latina, después del golpe sangriento respaldado por la CIA que derribó al gobierno del frente popular en Chile, la victoria vietnamita probó que si se podía vencer sobre el imperialismo estadounidense en el campo de batalla lo que inspiró un nuevo auge de luchas. El recuerdo de la derrota norteamericana en Vietnam paralizó los esfuerzos de Henry Kissinger en 1975 1976 por impedir el triunfo los nacionalistas angoleños apoyados por la URSS y Cuba contra la invasión sudafricana respaldada por los EE. UU. contribuyó a parar la mano de James Carter al momento del triunfo de los nacionalistas de izquierda del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) sobre el régimen tiránico de los Somoza en Nicaragua, en el año 1979.
Reagan se posesionó de la presidencia siguiendo a la perversa e hipócrita campaña de derechos humanos dirigida contra la Unión Soviética por Carter. Juró trazar el límite al comunismo con la sangre de los trabajadores y campesinos centroamericanos; buscó vengar la derrota norteamericana en Vietnam aplastando la insurgencia izquierdista en El Salvador y derrocando el gobierno del FSLN en Nicaragua. Tildando a los guerrilleros salvadoreños y los sandinistas de instrumentos de una estrategia global elaborada por el Kremlin, Reagan deseaba un triunfo fácil para azuzar la campaña de guerra antisoviética. Su objeto era restaurar la confianza de la burguesía norteamericana y militarizar de nuevo al país, unificando a la población en torno alanticomunismo de Guerra Fría. El Salvador iba a ser la prueba de la capacidad del imperialismo norteamericano de enfrentar a la Unión Soviética en el patio delantero de EE. UU. Como dijo Reagan en su discurso ante el Congreso. La seguridad nacional de todas las Américas está en juego en Centroamérica. Si no nos podemos defender allá, no podemos pensar en imponernos en otra parte. Nuestra credibilidad sufriría un colapso, nuestras alianzas se desmoronarían y se pondría en peligro la seguridad de nuestra patria.
Los palomas del Partido Demócrata temen que, al formular objetos de tal alcance en Centroamérica, la administración Reagan en realidad se está enredando en otro pantano estilo Vietnam. El ejército salvadoreño se caracteriza por su incapacidad manifiesta eficaz para la matanza de campesinos y obreros, pero no puede con los guerrilleros y se parece mucho al mercenario ARVN de Vietnam del Sur. Si los EE. UU. pierden en El Salvador, el daño a la campaña de guerra antisoviética sería mucho mayor porque Reagan ha proclamado a Centroamérica como la prueba decisiva de la credibilidad del imperialismo norteamericano.
Así que los liberales creen que los intereses del imperialismo estadounidense se inclinan por las negociaciones con la dirección pequeñoburguesa del frente popular salvadoreño, el Frente Democrático Revolucionario (FDR) con políticos como Guillermo Ungo, ex miembro de la junta de derechos humanos instalada por Carter en 1979 que masacró a obreros en. huelga. Todavía quedan moderados en las coaliciones tanto de la izquierda como de la derecha, advirtió la comentarista Flora Lewis. En Salvador tienen más intereses en común entre sí que con sus aliados extremistas (New York Times, 29 de abril. Así es, los Ungo y los Rubén Zamora tienen más intereses en común con el verdugo democristiano José Napoleón Duarte que con los guerrilleros heroicos en el campo. Se han pronunciado explícitamente contrarios a un triunfo militar izquierdista porque saben que esto plantearia a quemarropa la cuestión de una revolución social. Los Estados Unidos tienen el derecho a parar la expansión del comunismo, dice Ungo (Baltimore Sun, de mayo.