Lecturas de clase del Grupo Internacionalista 53 (PCS) y en el incipiente movimiento obrero dominado por la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños (FRTS) dirigida por los comunistas. Inspirados en la Revolución Rusa, un pequeño grupo de izquierdistas fundaron un movimiento comunista centroamericano en 1925, y ya para 1930 el PCS se encontraba funcionando dentro del país. Su dirigente más efectivo era Farabundo Martí, cuyo cargo oficial era el de secretario general de la sección salvadoreña del Socorro Rojo Internacional, la liga para la defensa obrera creada por los comunistas y dirigida en los EE. UU. en sus primeros años por James Cannon, fundador del trotskismo norteamericano.
Las conexiones de la Internacional Comunista con Centroamérica eran extremadamente flojas. Martí no era de esos que se sometieran a la burocracia de la Stalintern. En aquel entonces 1925 27 Martí llevaba en la solapa una estrella roja con la imagen de León Trotsky. En ese momento, por supuesto, Trotsky había caído ya en desgracia, pero aún no era anatema. sería equivocado catalogar de estalinista a este apasionado y temperamental salvadoreño (Thomas Anderson, Matanza: El Salvador Communist Revolt of 1932. Martí era un internacionalista, fue expulsado de Guatemala en 1925 por participar en la fundación del Partido Socialista Centroamericano; en 1928 fue arrestado en Nueva York durante una redada de la policía a la Liga Antiimperialista del PC.
Martí luchó en 1928 29 al lado de Augusto César Sandino en Nicaragua, fungiendo como secretario particular del general liberal en su guerra de guerrillas contra los Marines estadounidenses que ocupaban Nicaragua.
Después rompió con Sandino diciendo que, Su bandera era sólo bandera de independencia, bandera de emancipación, y no perseguía fines de rebelión social. Declaro terminantemente esto, porque más de alguna vez se atribuyeron al general Sandino ideas comunistas (Mauricio de la Selva, El Salvador: Tres Décadas de Lucha. Cuadernos Americanos, enero febrero de 1962. A luchar contra la burguesía nacional. La crisis política del capitalismo salvadoreño originada por la quiebra del café hizo que el presidente Pío Romero, cuyo gobierno había estado reprimiendo violentamente a la FRTS y a Socorro Rojo, llamara a elecciones presidenciales en 1931, abiertas a todos los candidatos. En estos comicios sin precedentes, ganó Arturo Araujo, un liberal con aspiraciones reformadoras. Pero los tiempos no favorecían las reformas y el gobierno de Araujo empezó a reprimir sangrientamente la ola masiva de huelgas rurales en las fincas cafetaleras de las regiones montañosas del occidente. La Guardia Nacional atacaba las manifestaciones estudiantiles. Mientras tanto, los organizadores comunistas se encontraban con una audiencia receptiva a su mensaje revolucionario. De acuerdo a un manifiesto del PCS. El Partido Comunista exhorta a todos los obreros y campesinos pobres de El Salvador a luchar enconadamente contra la burguesía nacional, que está incondicionalmente aliada a los imperialistas yanquis. Abajo el opresor imperialista y sus perros nacionales. Abajo el gobierno fascista de Arturo Araujo!
Araujo encarceló a Martí, quien se convirtió en héroe popular, logrando que se le liberara mediante una huelga de hambre acompañada de manifestaciones multitudinarias demandando su libertad. Pero las perspectivas de los comụnistas se vieron amenazadas cuando, en diciembre de 1931, un golpe militar de derecha llevó al poder al general Maximiliano Hernández Martínez. Le quedaba muy poco tiempo al aún débil PCS con su dirección deficiente. Las condiciones objetivas para una revolución dirigida por los comunistas estaban claramente a la vista pero. habría una dirigencia capaz de sacar partido de ellas? Las debilidades del PCS salieron a la superficie cuando un periódico estudiantil influenciado por los comunistas, Estrella Roja, publicado por los discípulos de Martí, Alfonso una y Mario Zapata, dio la bienvenida al golpe de Martínez, diciendo que los disparates de Araujo habían impuesto al ejército la obligación moral de derrocarlo.
Las ilusiones en el ejército habían de ser muy pronto desbaratadas en forma trágica. Con esperanzas de evitar la represión intensificada, los comunistas trataron de negociar con Martínez. Se los pasaron al ministro de defensa, quien se rehusó a negociar diciéndoles: Uds.
tienen machetes; nosotros tenemos ametralladoras.
Corrió el rumor de que Martínez planeaba aniquilar militarmente la amenaza izquierdista. Después de las elecciones de principios de enero en las que se escamoteo a los comunistas el triunfo en los comicios, los líderes del partido decidieron jugarlo todo en un desesperado intento por derrocar el régimen de Martínez.
Entre los campesinos indígenas, dirigidos por caciques aliados con los comunistas, había un fervor insurreccional.
Se sabía de muchos soldados y oficiales del ejército que simpatizaban con los comunistas. Después de un intenso debate Martí estuvo de acuerdo con otros camaradas del PCS en que había llegado la hora para el levantamiento.
Un dirigente comunista sobreviviente, Miguel Mármol, relata que Martí aceptó la idea de que el deber del Partido era el de ocupar su puesto de vanguardia al frente de las masas, para evitar el peligro inminente, mayor, y deshonroso para nosotros, de una insurrección incontrolada, espontánea o provocada por la acción gubernamental, en que las masas fueran solas y sin dirección al combate (Roque Dalton, Miguel Mármol: los sucesos de 1932 en El Salvador. La Matanza Todo cuanto podía salir mal salió mal. No había armas, no había planes militares reales. Martí y otros dirigentes fueron arrestados en vísperas del alzamiento que se preparaba, el cual tuvo que ser postergado por segunda vez. Finalmente era cosa tan conocida que incluso la fecha se publicaba en los periódicos de San Salvador. Los camaradas del PCS y sus partidarios en el ejército fueron desarmados, arrestados o asesinados, mientras las tropas que se habían sublevado prematuramente el 19 fueron aplastadas con facilidad. Fuera de las regiones montañosas del occidente y de unas cuantas ciudades el apoyo era a lo más muy irregular. En el último momento, parte de la dirección se achicopaló y trató de suspender el alzamiento; pero preval la mayoría, la cual, sin embargo, intentó sin éxito convertir el llamado a la insurrección en un llamado a la huelga general.
Por fin, a la medianoche del 22 llegó la hora cero y los campesinos se alzaron lanzándose a una rebelión heroica pero destinada a fracasar. Curiosamente, toda la parte norte de América Central se estremeció esa misma noche