102 Lecturas de clase del Grupo Internacionalista región; como el único intérprete verdadero del proletariado salvadoreño y de nuestro pueblo, con una fuerte inclinación a ser elogiado y alabado, y a sobreponer su persona y sus opiniones por encima del colectivo y de los organismos del Partido; a proteger y dedicar su atención únicamente a quienes lo aplaudían ciegamente.
Lógico. El era después de todo su Líder Máximo. la práctica de resolver disputas políticas asesinando a los adversarios es, para decirlo sin rodeos, tan latinoamericana como las empanadas y el machismo. Desde la alborada de la independencia de España, un hombre de a caballo tras otro ha entrado al palacio presidencial abriéndose paso a balazos. Incluso en años recientes la mayoría de los latinoamericanos vivían bajo la bota gorila. Aunque es un deschavetado, un personaje digno de la película The InLaws, el (ahora depuesto) lider por la gracia de dios ysus ametralladoras de Guatemala, Ríos Montt, no era una rareza. Sólo que ahora el caudillo tradicional ha sido reemplazado por el ejército como el partido del orden de la burguesía, cuya consigna, como decía Marx del segundo Bonaparte, es :Infantería, Caballería, Artillería!
La preponderancia del caudillismo en América Latina ha sido aprovechada por criminales de guerra imperialistas como la Madame Nhu norteamericana, Jeane Kirkpatrick, una admiradora de autoritarios moderados como el carnicero Somoza en Nicaragua y el tirano loco de El Salvador, el General Maximiliano Hernández Martínez quien asesinó a más de 30. 000 campesinos y obreros al suprimir la insurrección comunista de 1932. El primer consejero sobre derechos humanos de Reagan, Ernest Lefever, disculpó el baño de sangre desatado por la dictadura de Pinochet en Chile calificándolo como meramente una práctica residual de la tradición ibérica. En contraste con la tradición anglosajona de genocidio contra los indios norteamericanos. Tales apologistas democráticos del asesinato de masas olvidan mencionar que las más refinadas técnicas de tortura y asesinato han sido traídas a las dictaduras latinoamericanas por sus asesores norteamericanos, importando métodos nazis (como los campos de concentración en Chile) o técnicas de contrainsurgencia desarrolladas por los norteamericanos en su guerra sucia en Vietnam. La violencia política ha sido endémica en América Latina durante generaciones, pero nunca se ha aproximado a los niveles empleados por la actual cosecha de dictadores del mundo libre armados, financiados, entrenados y con frecuencia instalados por Washington.
Las modernas dictaduras latinoamericanas son el reflejo de un proceso de desarrollo desigual y combinado. como describe Trotsky la evolución de la Rusia zarista. El crecimiento de la producción para el mercado mundial condujo al surgimiento del proletariado moderno, en tanto que el campesinado era despojado de sus tierras para abrirle paso a las plantaciones de plátano y café. Frente a esta masa enorme de desposeídos pauperizados había una diminuta burguesía local, viviendo principalmente de las migajas que les sobraban a los gigantes imperialistas, del pulpo de la United Fruit a la ITT. que succionaban la mayor parte de la plusvalía del continente. Demasiado débiles para confrontar a sus amos imp stas, viviendo con el pavor alzamiento revolucionario de las masas explotadas, esta raquítica clase capitalista era y es incapaz de lograr las conquistas democráticas de las revoluciones burguesas. En vez de la mítica burguesía nacional que los estalinistas inventaron para justificar su programa de revolución por etapas. lo que en realidad son es una burguesia de sucursal. Hasta una moderada reforma agraria basta para que les dé apoplejía, y la democracia es un lujo que no pueden permitirse. Prefieren los escuadrones de la muerte.
Esto se ha reflejado dentro de la izquierda de muchas maneras. Políticamente: si el ejército es el principal partido político de la burguesía, la banda guerrillera (o ahora las organizaciones político militares de la insurgencia salvadoreña) es el partido ejército de la izquierda nacionalista. Pero ser militante de armas tomar no es lo mismo que ser un marxista revolucionario. Socialmente: el fenómeno del caudillismo ha estado siempre entrelazado con los valores sociales del machismo: el hombre manda. El Jefe, escribió el novelista mexicano Octavio Paz, es El Gran Chingón. La lucha por la revolución socialista en América Latina no es solamente una lucha programática contra programas reformistas y nacionalistas que buscan un compromiso con sectores de la burguesía criolla. Es también una lucha encarnizada contra las prácticas de una izquierda pequeñoburguesa cuyos aspirantes a jefes supremos comparten valores comunes con los generales reaccionarios que tratan de reemplazar. Como escribimos el año pasado. La lucha por forjar partidos genuinamente bolcheviques en América Latina es una tarea ardua que requiere una ruptura politica clara con el nacionalismo y con los valores sociales de una izquierda nacionalista que imita a sus propios amos, abrazando los valores que han producido un sinnúmero de caudillos burgueses masacradores. Para los abusivos machistas imitadores de la izquierda nacionalista pequeñoburguesa, lo que se entiende como una escisión programática seria gritar: Cabrón, me encamo con tu mujer y tú robas fondos del partido. por supuesto echan la culpa de todo a agentes yanquis de la CIA, excusando así a sus propias clases dominantes. Spartacist (edición en español) No. 13.
noviembre de 1983 El asesinato de Mélida Anaya Montes no puede ser explicado por la perfidia de un Marcelo o incluso el cuito de la personalidad de Marcial. Este es el producto de un medio político en el cual todas las disputas políticas degeneran en acusaciones de traición personal, cobardía y robo, una gallera pequeñoburguesa en la que las normas de la moral proletaria están totalmente ausentes.
Trotskismo vs. estalinismo asesino y traición nacionalista Los bolcheviques de Lenin fueron capaces de construir un partido comunista internacionalista en Rusia inspirado por un siglo de profunda alienación de la intelectualidad respecto a la corrupción moral de los autócratas zaristas y la nobleza terrateniente. Resulta notable, en comparación con América Latina, que a pesar de que hubo numerosos asesinatos de odiados oficiales zaristas durante el siglo XIX, existe solamente un caso de asesinato entre la izquierda (cometido por el anarquista Nechaev. Pero Rusia misma era una potencia opresora imperialista, y el rechazo al chauvinismo Gran Ruso era por lo tanto una precondición de cualquier lucha verdadera contra la autocracia. En América Latina, sin embargo, el peso opresivo del imperialismo yanqui dificulta ver al principal enemigo en el propio país. La izquierda nacionalista se ha aferrado a la cultura nacional, tradiciones y valores de sus opresores. En la insurgencia salvadoreña, la estrechez un