22 SPARTACIST el reformismo. Por lo tanto, la lucha contra los oportunistas ocultos o enmascarados debe librarse totalmente en el terreno de las conclusiones prácticas que se derivan de las condiciones revolucionarias.
En situaciones de lucha de clases tajante, los farsantes centristas que forman parte de la cadena sifilítica que mantiene el dominio de la clase burguesa, se vuelven, a la vez, más peligrosos y más vulnerables a la denuncia de los revolucionarios. La vanguardia trotskista revolucionaria crecerá a expensas de nuestros oponentes centristas o viceversa. El resultado de esta confrontación entre marxismo y centrismo es un factor crucial en el éxito o fracaso de la revolución.
Ha sido la poco atractiva actuación reformista de la socialdemocracia y el estalinismo la que ha generado el resurgimiento del anarquismo, una ideología antimarxista basada en el idealismo democrático radical, que en los primeros años de este siglo había quedado moribunda ante el marxismo revolucionario de los bolcheviques. De igual manera, entre los militantes sindicales han resucitado ánimos sindicalistas antipolíticos atribuibles a la repugnancia por la conducta de todos los viejos parlamentarios socialistas. pero esta retirada hacia la lucha económica pura sólo permite que la lucha combativa se consuma sin nunca desafiar realmente a los traidores reformistas.
Robert Sennecke Karl Liebknecht en Berlín, 1918: heroico comunista alemán y líder proletario, luchó contra la Primera Guerra Mundial imperialista. La lucha contra la guerra imperialista En su documento La guerra y la Cuarta Internacional. León Trotsky codificó el programa de la oposición internacionalista proletaria a las guerras inevitablemente engendradas por el capitalismo decadente. Como Trotsky señaló: La transformación de la guerra imperialista en guerra civil es el objetivo estratégico general al que se debe subordinar toda la política de un partido proletario. En las guerras interimperialistas como la Primera y Segunda Guerra Mundial, y en otras guerras entre estados capitalistas de nivel de desarrollo relativamente igual, nuestro principio básico es el derrotismo revolucionario: oposición irreconciliable a la carnicería capitalista y reconocimiento de que la derrota de la propia burguesía es el mal menor. Como Wilhelm Liebknecht dijo: ni un hombre, ni un entavo para el militarismo burgués.
En guerras imperialistas de rapiña contra naciones coloniales, semicoloniales o dependientes, el deber del proletariado de todos los países es ayudar a las naciones oprimidas contra los imperialistas, manteniendo completa independencia política de las fuerzas nacionalistas pequeñoburguesas y burguesas El proletariado debe otorgar defensa militar incondicional a los estados obreros deformados en China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba contra el imperialismo. Nuestra posición fluye del carácter de clase proletario de estos estados, que toma cuerpo en las relaciones de propiedad colectivizada propiedad nacionalizada, economía planificada, monopolio de la banca y el comercio exterior, etc. establecidas por revoluciones sociales que destruyeron al capitalismo.
Pese a las deformaciones burocráticas de estos estados, nuestra defensa de los mismos contra el enemigo de clase es incondicional, es decir, no depende del previo derrocamiento de las burocracias estalinistas, ni tampoco de las circunstancias ni de las causas inmediatas del conflicto.
La campaña hacia la guerra imperialista es inherente al sistema capitalista. Los actuales ideólogos de la globalización proyectan una falsa visión de que los intereses rivales de los estados nación en competencia han sido transcendidos en este período postsoviético. Esto no es más que el refrito de la teoría de Karl Kautsky del ultraimperialismo.
Como escribió Lenin en El imperialismo, fase superior del capitalismo. Compárese con esta realidad la variedad gigantesca de condiciones económicas y políticas, la desproporción extrema en la rapidez de desarrollo de los distintos países, etc. la lucha rabiosa entre los Estados imperialistas el necio cuento de Kautsky sobre el ultraimperialismo pacífico. Es que el capital financiero norteamericano y el de otros países, que se repartieron pacíficamente todo el mundo, con la participación de Alemania, en el consorcio internacional del rail, pongamos por caso, o en el trust internacional de la marina mercante, no reparten hoy día de nuevo el mundo, basándose en las nuevas relaciones de fuerza, relaciones que se modifican de una manera que no tiene nada de pacífica? La cuestión nacional y el derecho de todas las naciones a la autodeterminación Como escribió Trotsky en La guerra y la Cuarta Internacional (10 de junio de 1934. Aunque utilizó a la nación para desarrollarse, en ningún lado, en ningún rincón del mundo, el capitalismo resolvió plenamente el problema nacional.
El derecho de autodeterminación se aplica a todas las naciones. La lucha de la dirección proletaria por la autodeterminación de las naciones oprimidas es una poderosa herramienta para romper el control de los dirigentes nacionalistas pequeñoburgueses sobre las masas. La LCI se basa en la polémica de Lenin (El derecho de las naciones a la autodeterminación, febrero mayo de 1914) en la que él afirma: Los intereses de la clase obrera y de su lucha contra