MARZO DE 1992 27 POR UN PARTIDO OBRERO Prensa obrera LA VERDAD NADA MAS QUE LA VERDAD MENEM BUSH APOYARON EL GOLPE EN LA URSS La posición internacional de los Esta En un análisis groseramente apoloManaldnnta fronte al golpe ruso gótico del gobierno de Oscar Raul Car. de los the 190 8) so vio oSligada Altamiristas dei Pariidio Obrero. La verdad es que descubren apoyo imperialista al golpe para huir de la defensa del estado obrero.
como el de Walesa en Polonia. La estalinofobia notoria de los lambertistas les lleva a confundir intencionalmente la contrarrevolución social con la revolución política.
Por otra parte, los seguidores mexicanos de la tendencia Militante, dirigida hasta hace poco por Ted Grant en Inglaterra, publicaron un artículo sobre la intentona de Moscú diciendo, El fracaso del golpe ha sido una victoria para la contrarrevolución (Militante, septiembre de 1991. Correcto, pero ¿cómo se explica entonces que sus come!
narios ingleses publicaron un enorme encabezado celebratorio Golpe aplastado y un editorial descubriendo elementos de la revolución política en la batalla de parar a los burócratas duros (Militant, 30 de agosto de 1991. Esta corriente liquidacionista que se ha escondido durante décadas en el Partido Laborista británico, padece de una incapacidad congénita de defender posiciones proletarias firmes. Su método del entrismo permanente les lleva en México a luchar dentro del PRD, el partido nacionalista burgués de Cuauhtémoc Cárdenas.
Quizás la línea más cínicamente contradictoria, hasta esquizofrénica, fue la de los bandidos políticos de la Workers League norteamericana de David North, cuya política depende de quien le financia en el momento dado. Su Comité Internacional de la Cuarta Internacional proclama que saluda el colapso humillante del putsch estalinista del 19 de agosto en Moscú y afirma en la misma declaración que los que ahora ocupan el proscenio en Moscú son antisocialistas acérrimos y exponentes despiadados de la restauración capitalista (Bulletin, de septiembre de 1991. Quiere estar con las masas yeltsinistas, al mismo tiempo que lanza advertencias contra Yeltsin como heraldo del capitalismo. E! problemita de la ascendencia de las fuerzas restauracionistas, que otros grupos resuelven con ajustes en números sucesivos de sus periódicos, no le molesta al estafador North. Pero si hubiera tratado de poner en práctica su línea en agosto, los anticomunistas violentos en las barricadas la habrían destrozado a palizas.
Durante los últimos tres decenios, nuestra tendencia ha denunciado a los impostores que se disfrazan de trotskistas mientras abandonan todas y cada una de las posiciones principistas defendidas por Trotsky, y sobre todo la lucha por una vanguardia trotskista independiente. Hemos combatido polémicamente contra todos los que buscaron la popularidad como furgón de cola de izquierda de los frentes populares burgueses, desde Allende en Chile hasta Mitterrand en Francia. Hemos desenmascarado a los que saludaron a los nacionalistas antisoviéticos desde Jomeini en Irán hasta Walesa en Polonia y el SPD alemán. Hemos advertido que sus claudicaciones cobardes y oportunismo traicionero, su renuncia en los hechos al trotskismo revolucionario, van en contra de todo interés histórico de la clase obrera. Ahora se han mostrado tales como son: no trotskistas, sino traidores a la Revolución de Octubre. Qujanos apoyaron el golpe?
Tratando de ocultar el abismo existente entre la posición trotskista del defensismo soviético y el alineamiento militar político de las corrientes seudotrotskistas con los que tratan de destruir a la Unión Soviética, éstas recurren a una serie de argumentos fraudulentos. Entre los más torcidos está que el golpe de los estalinistas duros fue apoyado por. los imperialistas! En un artículo sobre el golpe, Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero (PO) argentino, proclama la victoria popular contra el golpe tiene un alcance revolucionario. Altamira sostiene que un deseo por la cons servación de la unidad de la URSS supuestamente explica que el imperialismo hubiera apoyado virtualmente al golpe en los primeros momentos, y que sólo cambiara ante las evidencias de su derrumbe (Prensa Obrera, 29 de agosto de 1991. El grupo brasileño asociado con el PO contesta a la pregunta ¿Quién apoyó el golpe? que, Al contrario de lo que postula la opinión general, el imperialismo, al inicio, apoyó a los golpistas, y luego, más enfáticamente. el imperialismo apoyó el golpe (Causa Operária, 20 de septiembre de 1991. Este contrasentido es una mentira intencionada.
El mismo número de Prensa Obrera publica un recuadro titulado, Menem y Bush apoyaron el golpe en la URSS. alegando que Los líderes de la democracia apoyaron, sin variaciones, el ge! ne y denunciando la especie de que Menem condenó el golpe. Veamos la calidad. Un cable de la agencia TELAM del 19 de agosto de 1991 cita al presidente argentino diciendo que lamenta profundamente la destitución de Gorbachov. Luego hay la declaración conjunta de Menem y el presidente brasileño Collor de Mello expresando su profunda preocupación por el golpe. ei día 20 Noticias Argentinas transmite cables en los que Menem denuncia un golpe de estado llevado a cabo por sectores reaccionarios y relata su conversación telefónica con Bush, quien le encargó la tarea de informar a los presidentes del Cono Sur acerca de la actitud de la Casa Blanca. ¿cuál fue ésta? Desde el principio todo el aparato del imperialismo norteamericano fue movilizado para derrotar al débil golpe.
Ya en las primeras horas del golpe, el jefe de estación de la CIA en Moscú se presentó en la sede del Parlamento Ruso, la Casa Blanca de Yeltsin. Le suministraron material y personal, incluyendo máquinas de telefax e imprentas, y empezaron a transmitir desde ahí emisiones de Radio Libertad. Bush no sólo emitió una declaración apoyando a Yeltsin, sino que habló repetidamente por teléfono con éste para alentarlo, y pasarle información de las agencias de inteligencia norteamericana. eso no fue porque comprobaron que la movilización de las masas, la deserción de los soldados y la división del comando golpista, habían prácticamente barrido con la intentona, como sostiene Prensa Obrera, sino al revés: no aparecieron las primeras barricadas y el par de miles de atrevidos defensores de Yeltsin sino hasta después de que el apoyo norteamericano fue hecho explícito por este caudillo de las fuerzas abiertamente contrarrevolucionarias.