MARZO DE 1992 11 ésta sea la última oportunidad de presentar sus respcios ai fundador de la Unión Soviética.
iCombatir la esclavización capitalista!
Durante décadas, los estalinistas y los imperialistas se han unido en identificar al sistema de dominio burocrático instituido por Stalin y sus secuaces en 1924 con el ioni nismo. Nada podría estar más lejos de la verdad Los holcheviques bajo Lenin y Trotsky llevaron a cabo la Revolución de Octubre como el primer paso de la revolución socialista mundial. La atrasada Rusia, el eslabón débil del dominio imperialista, fue el escenario de la primera revolución obrera, pero necesitaba ser completada por el proletariado de los países imperialistas avanzados para que pudiera sostenerse y conducir al socialismo, una sociedad igualitaria basada en la abundancia. Fue sobre la base de la derrota de las revoluciones europeas, principalmente en Alemania, en el período de posguerra de 1918 23, que los usurpadores Stalin y Bujarin descubrieron la noción profundamente antimarxista de que era posible construir el socialismo en un solo país. Trotsky denunció que este dogma nacionalista abandonaba la revolución mundial, y predijo que significaría la destrucción de la Unión Soviética si la burocracia no era barrida por el resurgimiento de la clase obrera.
En su análisis definitivo del estalinismo, La revolución traicionada (1936. Trotsky preguntaba proféticamente. Devorará el burócrata al estado obrero, o barrerá la clase obrera al burócrata? Al desarrollar esto, elaboró el programa de la revolución política proletaria dirigida por un partido bolchevique para restablecer la democracia soviética. La economía planificada estaría subordinada a la voluntad de los obreros, liberándola de la arbitrariedad zigzagueante de grises burócratas anónimos. en lugar de la política conservadora antirrevolucionaria del Kremlin de Stalin, la Unión Soviética volvería a ser el cuartel general de la revolución socialista internacional. También explicó lo que sería la desoladora alternativa. Si, por el contrario, un partido burgues derribara a la casta soviética dirigente, encontraría co pocos servidores entre los burócratas actuales, los técnicos, los directores, los secretarios del partido y los dirigentes en general. Una depuración de los servicios del Estado también se impondría en este caso, pero la restauración burguesa tendría que deshacerse de menos gente que un partido revolucionario. El objetivo fundamental del nuevo poder sería restablecer la propiedad privada de los medios de producción. Ante todo, debería dar a los koljoses débiles la posibilidad de formar grandes granjeros, y transformar a los koljoses ricos en cooperativas de producción de tipo burgués o en sociedades por acciones. En la industria, la desnacionalización comenzaría por las empresas de la industria ligera y las de alimentación. En los primeros momentos, el plan se reduciría a compromisos entre el poder estatal y las corporaciones, es decir, los capitanes de la industria soviética, sus propietarios potenciales, los antiguos propietarios emigrados y los capitalistas extranjeros. Aunque la burocracia soviética haya hecho mucho por la restauración burguesa, el nuevo régimen se verá obligado a ilevar a cabo en el régimen de la propiedad y el modo de gestión, una verdadera revolución y no una simple reforma.
Todo obrero soviético, granjero colectivo, pensionado o soldado se dará cuenta de inmediato que este proceso contrarrevolucionario está en marcha. El monopolio estatal del comercio exterior ha sido eliminado, la economía planificada ha sido abandonada. En su lugar, las grandes corporaciones imperialistas desde la Pepsi Cola a la Chevron han invadido la economía soviética. La nueva reforma agraria de la federación rusa sienta las bases para la destrucción de los koljoses colectivos, prometiendo miseria a la mayoría de los pobladores del campo y riqueza para los nuevos kulaks. Los codiciosos cooperativistas y especuladores del mercado negro se han multiplicado en forma explosiva en el vacío dejado por el desplome dei sistema de distribución. Pero esto es únicamente el comienzo. Yeltsin se propone ahora implementar la restauración capitalista a paso vertiginoso. Yaviinsky, cu autor del gran remate diseñado en Harvard para vender la Unión Soviética a los imperialistas, se encuentra ahora a cargo de la economía. Pero para las masas trabajadoras soviéticas, ia magia del mercado sólo les promete hambre y desahucio. Un boletín para especialistas, publicado por Merrill Lynch, ia importante firma de corredores de boisa en Wall Street, da un indicio sobre la verdad que se está ocultando de las masas soviéticas. Aunque es probable que haya una oleada de optimismo entre el pueblo soviético con el nuevo orden político que está surgiendo, las expectativas sobre la capacidad del nuevo orden para lograr la recuperación de la economía probablemente excedan lo que es posible en forma realista. Si la experiencia de Europa Oriental es algún indicio, los próximos años serán dolorosos para la economía soviética cuando los obreros pierdan sus empleos vitalicios y las empresas del estado sean reestructuradas. Wednesday Global Report, 21 de agosto de 1991 Hasta ahora Yeltsin ha podido echar la culpa del caos económico y la miseria de la perestroika a las medidas a medias de Gorbachov y al sabotaje del viejo aparato estalinista. El demagogo ruso hipócrita una semana visita a huelguistas y la siguiente aprueba legislación antihuelgas.
Pero ahora Yeltsin tratará de poner en práctica su verdadero programa, para imponer la brutal austeridad capitalista sobre la clase obrera soviética. Será responsable de la clausura de empresas no rentables. de echar a la calle a millones de obreros, del aumento de los precios de los alimentos y los alquileres, del cierre de las guarderías infantiles y de todo tipo de ataques contra los trabajadores soviéticos. la vez, será sumamente difícil durante los próximos meses utilizar al ejército, la KGB o la policía para romper huelgas o para dispersar protestas populares. 3030 Anatoli Sapronenkov Estalinistas duros de la OFT ostentan el retrato de Stalin durante el desfile del Primero de Mayo. Cualquier ilusión de que sección alguna de la decrépita burocracia estalinista resistiría la restauración capitalista ha sido claramente destrozada.