MARZO DE 1992 Documentos de la discusión en la LCI 39 ley marcial en diciembre de 198i. No nay razón para reproducir aquí ese material.
Para nuestros propósitos actuales, quiero enfatizar ciertos aspectos de la supresión temporal de Solidarność y sus consecuencias. La decisión de los militares polacos de suprimir a Solidarność y su éxito en lograrlo estuvieron condicionados por la expectación gencii uu una intervención militar soviética. Jaruzeleli nolia presentarse plausiblemente ante el pueblo polaco come la única aliernativa realista a una intervención soviética prolongada. La política exterior de Gorbachov, por su misma naturaleza, minó fatalmente la única base de legitimidad política del régimen de Jaruzelski.
Como notamos en su momento, el contragolpe de Jaruzelski introdujo un gran componente de bonapartismo militar dentro de la burocracia estalinista polaca. Esto tendría un efecto importante sobre cómo se transferiría el poder gubernamental a Solidarność ocho años después.
La supresión de Solidarność no cambió en absoluto los desesperados aprietos económicos de la endeudada economía polaca. Desconocer la deuda al Occidente hubiera sido factible sólo con la reorganización de los recursos a lo largo de todo el bloque soviético. Esto por su parte requería una revolución política proletaria contra la burocracia del Kremlin. Para fines de los años 80, el régimen estalinista de Varsovia se encontró enfrentado centralmente a la tarea de suprimir la resistencia de la clase obrera a una nueva ronda de medidas de austeridad demandadas por los banqueros occidentales.
Dado que la iglesia católica de Hungría era marcadamente menos fuerte que en Polonia, el crecimiento de las fuerzas opositoras anticomunistas fue más difuso, interpenetrando a la burocracia estalinista y a la intelectualidad oficialista. fines de los años 60 y principios de los 70 surgió lina agrıpación cuasisocialdemócrata en la intelectualidad oficial, la llamada Escuela de Budapest formada por ios seguidores de Georg Lukács. Bajo el auspicio de los Acuerdos de Helsinki de 1976, emergieron grupos que abogaban abiertamente por una contrarrevolución democrático burguesa.
La burocracia de los sindicatos oficiales hizo algunos esfuerzos por defender los intereses de los trabajadores contra los efectos más dañinos de la versión hungara del socialismo de mercado. De cualquier manera, esto tomó la forma de una política de presión dentro de los escaños más altos del régimen de Kádár. La clase obrera fue mantenida en la pasividad y se adaptó pasivamente a las corrientes políticas que prevalecían entre la pequeña burguesía. Una encuesta de opinión tomada en 1976 indicó que de llevarse a cabo unas elecciones abiertas y multipartidarias en Hungría, un partido de socialismo democrático obtendría el 40 por ciento de los votos, un partido demócrata cristiano obtendría cerca del 30 por ciento y el Partido Comunista sólo el por ciento. La población húngara meramente toleraba al régimen de Kádár en tanto que las condiciones económicas continuaran siendo satisfactorias y que la inclusión de Hungría en el bloque soviético pareciera inalterable.
Ambas condiciones desaparecieron a fines de los años 80.
En Checoslovaquia, la purga y supresión del ala dubčekista de la burocracia y de prácticamente toda la intelectualidad trajo consigo el restablecimiento de un régimen policíaco de mano dura. Bajo estas condiciones, la intelectualidad checoslovaca, tradicionalmente izquierdista, se movió a la derecha, hacia la socialdemocracia y el liberalismo burgués. He allí los orígenes del Foro Cívico que provino del movimiento Carta 77. Como toda actividad obrera fue suprimida, es difícil medir la conciencia política de la clase obrera checoslovaca en cuanto a lo que sí quería.
En cualquier caso, cualesquiera que fueran sus metas y valores la mayoría de los diabajadores se sintieron ciertamente políticamente ultrajados en 1968. El régimen de Husák, visto simplemente como agente del Kremlin, carecía incluso de la limitada legitimidad política de los estalinistas liberales Gierek en Polonia y Kádár en Hungría.
La situación actual en Europa del Este Polonia, Hungría y Checoslovaquia tienen ahora gobiernos de restauración capitalista. No es claro, al menos para mí, si los actuales gobiernos de Rumania y Buigaria están ahora comprometidos a establecer una economía capitalista, como afirman, o si son regímenes estalinistas liberales fingiendo en condiciones internacionales poco favorables.
Mi consideración actual es ésta última. lo largo de Europa Oriental, los viejos cuadros policiales y militares se han sometido pasivamente a los nuevos gobiernos de derecha.
Koudelka Magnum Checoslovaquia, 90 1968. Tanques del 491 Pacto de Varsovia arrollan la Primavera de Praga del estalinista liberal Alexander Dubček.