En el primer caso la condición de trabajador es necesaria Yysuficiente para adherir.
En el segundo, tal condición no es necesaria es absolutamente insuficiente. Para pertenecer a la organización general y unitaria de la clase no hay condición política que pueda ser exigida.
con las posiciones políticas más retrogradas un obrero sigue siendo miembro de su soviet; mientras que en la organización política son justamente las posiciones políticas que deciden.
El grupo PI quiere darse como modelo porque al mismo tiem po se reivindica de principios políticos, y de un criterio de composición social. Pero que saladusenttiterios de organizaciones totalmente distintas por su origen y función, en vez de dar una organización de calidad superior no se obtiene mas que una cosa hibrida, una organización que no es ni chicha ni limonada. Que sería en efecto una organización general y unitaria de la clase obrera, es decir cuyo fin es el de reunir en su seno a la totalidad de la clase obrera si para aderir a ella se exigiese el reconocimiento del programa comunista?
Seria todo lo que se quiera, un sustituto, una caricatura de partido, pero nunca una organización general, unitaria de la clase obrera. partir del momento en que se exigen condiciones de convencimiento político para toda adhesión, renuncia a ser una organización unitaria para convertirse en una tendencia, mayoritaria o minoritaria, poco importa. Exigir tales condiciones políticas para constituir cuna tal organización es impedir definitivamente, a pesar de las mejores intenciones que se tengan, su realización.
La cosa no mejora, más bien empeora, cuando se trata de la constitución de una organización política. Basar la adhesión a un gru po politico sobre un criterio social, es rebajarla al mas vulgar obrerismo, al mas trivial espíritu de trade unionismo. No es por mera ca sualidad que el oportunismo utiliza siempre el obrerismo para esconder detrás de un purismo obrero las mas ruin y perniciosa demagógia, con el fin de luchar contra el programa científico y los principios revolu cionarios de la lucha histórica del proletariado.
Se pretende ver er un criterio social un ensanchmiento de la base y la garantía de una actividad realmente obrera en oposición con las nubes de la teoría y las torros de marfil. En realidad no se hace más que estrechar la base estableciendo una diferencia dentro de los militantes, entre obreros e intelectuales, se cae en las facilidades de los éxitos inmediatos, de la política realista. flexi ble y eficaz a cxpcnsas de la precisión en las posiciones y el rigor revolucionario.
Esta actitud no es nada nueva. Esta manera de encarar el problema ha aparecido ya cantidad de voces en el movimiento obrero, dando lugar a discusiones y luchas similares. Así, basta con recordar, por ejemplo, las declaraciones de Marx en el momento de la escisión de la Liga Comunista, roprochando violontamente a la minoria cl recurrir a las más bajas adulaciones para ganar obreros. también a Rosa Iuxemburgo desenmascarando intransigiblemente el oportunismo de la politica realista preconizada por los jefes sindicales alemanes