Es po dose en divergencias de principios, la respuesta de a nuestra carta busca razones que, aunque no lo sean, revelan un espíritu que no deja de ser inquietante.
Tomemos por ejemplo el reproche que nos hacen por que no haríamos sino repetir viejas frases del pasado con un tono serio.
sible que sea así. Constatemos sin embargo que PI no hace sino repetir detrás de nosotros esas mismas posiciones. En efecto, no pocas ve, es fué necesario repetir para. que los camaradas, que tomaron la iniciativa de fundar PI. comprendieran esas ideas. Les seria dificil negar que son justamente esas repeticiones que están a la base de su propia formación y que, en todo caso, por el momento, no han conseguido ir más le jos.
Descartando este hecho, somos los primeros en reconocer nuestra insuficiencia y nuestras debilidades nuestro trabajo de investigación teórica está muy lejos de satisfacernos y estamos perfectamente com cientes de la necesidad de multiplicar muestros esfuerzos ert este campo.
No somos bordiguistas que cosiguer afirmar, sin siquiera reirse, que el programa de la revolución proletaria fué elaborado y acabado de una vez por todas en 1848 por Marx. y que desde entonces no hay rri una palabra ni una coma que agregar o suprimir. Al contrario, estamos convencidos que el proletariado y sus organizaciones no dan un solo paso adelan te sin ir completando ose programa sobre la base de su experiencia y de un estudio profundo de los nuevos elementos y condiciones de la realidad presente. Con nuestras débiles fuerzas contamos participar y contribuir a este esfuorzo general, tanto en el plano de la teoria que en el de la práctica.
Menos aún se pueden tomar en serio las consideraciones de la carta de PI sobre los valores individuales de algunos camaradas; se pre tende reconocer las cualidades de Juan y la seriedad de un David a quienes se les ofrece misericordiosamente la posibilidad de ligarse a la clase obrera. Aquí no se trata de Juan, ni de David, ni de ningún camarada individualmente, ni siquiera del conjunto de los camaradas, Esto es tan solo una manera de rebajar el debate y susbstituir un proble ma politico por una cuestión de individuos. Por muy importante que pueda ser el valor de tal o tal indivíduo de una organización, un grupo político no es nunca una suma de personalidades, sino una entidad política.
Un grupo politico es un cuerpo de doctrina, un conjunto de principios y un espiritu militante. Los defectos o cualidades de los indivíduos que lo componen, por grande que sea su influencia, no pueden cambiar la naturaleza, la substancia de un grupo politico. Simpatias o resentimientos rersonales, ni pueden servir como criterio, ni deben tener influencia alguna para justificar la existencia de un grupo. Solo una orientación general y la voluntad efectiva de militar deben servir como términos de referencia.
Pero, al rechazar las falsas razones invocadas por PI para mantener la injustificada separación de dos grupos, tenemos entendido res tablecer la noción y definición de un grupo político y reafirmar por ella su validoz general cuya importancia sobropasa de lejos la cuestión inmedia ta.