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42 Documentos de la discusión en la LCI CARTACIST Junio de 1990.
Mineros rumanos patrullan Bucarest luego de suprimir los intentos derechistas por derrocar al régimen de llescu.
elecciones abiertas, multipartidistas están bajo fuerte ataque por fuerzas reaccionarias, apoyadas en algún grado por el imperialismo occidental. Así que la situación en Rumania y Bulgaria está siendo dominada y polarizada por una continua lucha por el poder gubernamental. Esta lucha llevará ya sea a la guerra civil (augurada por la intervención de los mineros rumanos contra los estudiantes derechistas en Bucarest el junio pasado) o a la capitulación de los regímenes actuales ante la derecha.
Mientras que es probable que en Polonia, Hungría y Checoslovaquia los obreros entren en lucha contra las acciones económicas de los gobiernos actuales, en Rumania y Bulgaria los obreros prosocialistas probablemente entrarán en lucha para deferider los actuales gobiernos izquierdistas contra la derecha. Taies movilizaciones podrían producir incipientes organismos de poder dual. Nuestra perspectiva debe ser combinar la defensa militar de frente unido contra la derecha con una lucha política para desacreditar a los actuales regímenes ex estalinistas ahora socialdemócratas y destruir las ilusiones obreras en eilos.
La crisis terminal del estalinismo soviético El régimen de Gorbachov llegó al poder en 1985 creyendo que la introducción de los mecanismos de mercado (perestroika) revitalizaría la economía mientras que la liberalización política (glasnost) obtendría el apoyo de la intelligentsia para el nuevo régimen. En cambio, el desmantelamiento de la planificación central ha producido la anarquía burocratizada mientras que la desviación de productos del consumidor a los mercados privados ha azuzado la hiperinflación que había sido suprimida. Al mismo tiempo, todo tipo de fuerzas políticas reaccionarias han aparecido. El aumento de las fuerzas nacionalistas es lo más directamente amenazador para el gobierno central soviético, originando matanzas comunalistas masivas en el Cáucaso y movimientos secesionistas en las repúblicas bálticas.
Ante la desintegración de la sociedad soviética, la burocracia del Kremlin se ha fraccionado, como lo anunció la ruptura del equipo original de Gorbachov en figuras mutuamente hostiles. Yegor Ligachov se convirtió en el portavoz de los apparatchiks estalinistas conservadores, que buscaban mantener el statu quo con mínimas alteraciones. Boris Yeltsin jefe del partido en Moscú a principios del régimen de Gorbachov se convirtió en un demagogo seudopopulista aliado a la oposición democrática prooccidental. Yeltsin disfrazó su apoyo a la economía de libre mercado atacando los privilegios de la élite burocrática y llamando por el aumento de los productos de consumo mediante la reducción del gasto militar y la inversión industrial. Pero ahora ha ligado su demagogia escurridiza a un programa de abierta restauración capitalista, el plan de los 500 días de Shatalin.
La Plataforma Democrática, una facción abiertamente pro restauración capitalista con un ligero barniz socialdemócrata, apareció en el PCUS y recientemente se escindió como partido independiente. Los estalinistas conservadores establecieron una base organizativa en el Partido Comunista Ruso, formado el verano pasado, cuyo nombre misino indica uu llamado al nacionalismo ruso. un nivel más general, los estalinistas de viejo tipo han formado un bloque con un ala del nacionalismo esiavófilc hostil a la decadencia y el cosmopolitismo occidentales. Así, el prominente ideólogo nacionalista ruso, Valentin Rasputin, asocia la inversión capitalista occidental con otras importaciones diabólicas de Occidente, como el rock roll, la homosexualidad, la pornografía y los judíos.
En la Unión Soviética es difícil visualizar que las fuerzas pro restauración capitalistas logren el poder gubernamental sin una guerra civil, como ha ocurrido en Europa del Este.
La fuerza del patriotismo soviético y del conservadurismo burocrático, especialmente entre los cuadros militares, es demasiado poderosa y los obstáculos para la movilización de las masas detrás de una contrarrevolución democráticoburguesa son demasiado grandes. El nacionalismo antisoviético era el lazo que unía los elementos políticos y sociales dispares dentro de Solidarność y el Foro Cívico.
Los cuadros militares soviéticos son naturalmente hostiles al desmembramiento de la URSS y al debilitamiento de su poder estatal. La actitud conservadora del comando militar hacia el estado soviético fue especialmente visible durante la crisis de secesión en Lituania a principios de este año. Durante los últimos años, los rumores de un golpe militar para restaurar el orden social son cada vez más comunes.
La sociedad rusa hoy día está polarizada (lo que prefigura una posible guerra civil) entre las fuerzas de la contrarre